La sutil y brutal discriminación a la mexicana
RAÚL SILVA TORRES
El México de hoy es diverso, multicultural, multirracial. Es un país disímil en su contexto social, histórico y económico. Somos una hegemonía, que entre las zanjas de la desigualdad, propicia y promueve la discriminación.
En nuestras calles y hogares aprendemos que ser “diferente” es una maldición, un castigo, una razón de peso para señalar y estigmatizar a quienes se considera no encaja con ciertos cánones sociales.
México es un país que permite el racismo, la homofobia y el machismo, que castiga a discapacitados y enfermos, maldice a los pobres, y rechaza las manifestaciones de culto no católicas.
Los mexicanos tendemos a diferenciar entre el fresa y el naco, el blanco y el negro, el mestizo y el indígena, el gordo y el flaco, el hetero y el gay. Suena a pretexto, pero la sociedad lo permite por ser parte de una supuesta idiosincrasia.
Discriminar es “normal” bajo el argumento que somos expertos en burlarnos de nuestras desgracias. Nos resulta gracioso ver memes o videos que dañan la dignidad humana, se viralizan y caemos en la trampa, de mofarnos de nuestra sangre.
Lo cierto es que estamos llenos de complejos sociales, donde se le da mayor valor a la apariencia física, a la masculinidad, al auto que se maneja, y se desprecia al huichol, al hijo del obrero, a los que no usan ropa de marca.
Los ricos son “intocables” porque pertenecen a la alta burguesía del país, mientras que la mayoría de los mexicanos, que son pobres, son vulnerables a la segregación.
“Puedo decir que somos infinitamente más rudos para discriminar en México que en Los Ángeles” ha declarado el cantante zacatecano de fama internacional, Pepe Aguilar, quien ha vivido entre México y Estados Unidos.
Estados Unidos es una nación en que predominan los actos discriminativos, y en mayor parte contra los mexicanos, como ya lo ha hecho el candidato presidencial republicano, Donald Trump.
El magnate ha lanzado comentarios racistas contra mexicanos, latinos y musulmanes, ha ofendido a las mujeres de su país, acción que no se perdona y ahora lo tiene en jaque en plena campaña por la Casa Blanca.
Puede que en Estados Unidos exista la xenofobia, pero en México existen todas las formas de discriminación.
No hemos entendido que lo mismo valen los mexicanos güeros y altos del norte, que los mexicanos morenos y bajos del sur. Tienen los mismos derechos las comunidades mexicanas menonitas, que los afromexicanos.
Lastimosamente, en México la discriminación existe, la desigualdad existe; a veces sutil a veces brutal, pero siempre motiva el estigma social por no ajustarse a las tradiciones, usos y costumbres de los demás.
Muestra de ello, son la propuesta del matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo, y el caso de Lady Coralina, que fue repudiada por el machismo, cuando se besó con un extraño en su despedida de soltera.
Poco ha servido la reforma constitucional del 2001 que inscribió en el artículo 1 de la Constitución Política Mexicana la prohibición expresa de la discriminación, junto a la de la esclavitud.
La discriminación es una especie de cáncer que se refuerza con la desigualdad económica, repercute en el trato social, restringe los derechos y las oportunidades de desarrollo.
La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación establece como discriminación toda distinción, exclusión o restricción que, basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de las personas.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) ha realizado esfuerzos para erradicar la segregación social en el país, pero aún hay mucho por hacer, como educar con el principio del respeto, tal vez sólo así, podamos desterrar la falsa idiosincrasia mexicana.
