La sobrecarga del cuidado

La pobreza en nuestro país saltó a la agenda pública de manera breve por desgracia y sin profundizar en lo que esto nos refleja. 

 
Pues el informe de El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), con todas y las dudas metodológicas de las y los expertos, afirma que hoy hay tres millones más de pobres que hace dos años.

 
Contradictoriamente ante el incremento de la pobreza, el mismo informe señala que disminuyó el número de personas sin acceso a servicios de salud, seguridad social, vivienda y educación.

 
En concreto, señala el Coneval, se redujo el ingreso real de los hogares en el país, especialmente en las áreas urbanas, y se incrementó la población que carece de alimentos. Es decir, en el sexenio donde nos prometieron empleos estamos peor. 

 
No quiere decir que la pobreza es porque no trabajamos, por el contrario, quiere decir que hoy tenemos que trabajar más para medio-comer.

 
Para sobrevivir en la pobreza indudablemente que se desarrollan estrategias, generalmente con sobrecargas para quienes integran los hogares, pues en medio de este desastre nacional el aporte de trabajo no remunerado que realizan las mujeres se incrementó a 22 por ciento del PIB, superior a la industria manufacturera (17 por ciento) y agrícola (3.4 por ciento).

 
Es decir, de cada 100 horas de trabajo no remunerado en el hogar las mujeres trabajan 80.9 horas, equivalente a 77 de cada 100 pesos en valor económico, señala Carmen Ponce en su columna Monedero.
 
Es decir que a la carga de trabajo que desarrollan las mujeres  para mantener limpia la casa, lavar, planchar, cocinar, llevar y traer a las y los hijos a la escuela, se agregan las tareas de cuido, que implican además del cuidado de la familia en general, cuidar de las personas enfermas, discapacitadas, ancianas y ancianos, quienes en muchos de los casos padecen enfermedades crónico-degenerativas, sin pensión, pues sólo el 16 por ciento de la población mexicana mayor de 60 años cuenta con una.

 
Por eso para especialistas como Araceli Damián González, investigadora prestigiada de El Colegio de México, las políticas implementadas por el gobierno federal para combatir la pobreza han fracasado.
 
No sólo porque ahora hay más población en pobreza, sino porque la carga de esa pobreza está sobre los hombros de las mujeres en contra de su salud física y mental.

 
Pues ante esta sobrecarga que implica el cuido, las mujeres cada día tienen menos tiempo de descanso, menos tiempo para cuidar su salud y prevenir o detectar a tiempo patologías como el cáncer de mama o de cérvix.

 
Se eleva su nivel de estrés, pues con un ingreso raquítico que en ocasiones no rebasa los 44 pesos diarios hay que alimentar a la familia, pagar medicinas, servicios, etcétera.

 
De ahí que las mujeres tengan mayores índices de sobrepeso y obesidad, depresión, infartos al corazón, cerebrales, que hasta hace poco tiempo eran consideradas enfermedades masculinas por el estrés laboral.

 
Hablar de la pobreza no es sólo una cuestión de índices o porcentajes, es hablar de la vida de millones de personas que hoy sabemos están peor y donde las mujeres llevan la peor parte.

Por ello nuestros congresos deben cuidar muy bien dónde siguen poniendo los dineros si en el gasto militar o en la vida de las personas.


Twitter @lagunes28

*Directora general de CIMAC A.C.

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