La serenísima República de San Marino
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
Me gusta el nombre. Serenísima República es un apelativo que muchos ciudadanos del mundo quisiéramos ver inscrito en letras de oro en puertos, aeropuertos, cruces fronterizos y aduanas de nuestros respectivos países. El nombre da idea de majestuosidad, pero también de paz, de esa que tanto necesitamos ahora en México, por desgracia.
San Marino es la república más antigua de Europa, enclavada en territorio italiano: una nación, Italia, que ha tenido la vocación de acoger a otras –no sin guerras intestinas previas, de muy diversas intensidades-. Está enclavada en una zona accidentada, al pie del Monte Titano de 749 metros de altura, muy cerca del Mar Adriático. Se trata del quinto país más pequeño del mundo, que fue fundado en el 301 cuando un cantero cristiano llamado Marinus el Dálmata o San Marino dejó la isla de Arbe para escapar de la política anticristiana del emperador romano Diocleciano. Marinus se escondió en la cima del Monte Titano, el más alto de los siete que posee San Marino y fundó una pequeña comunidad cristiana.
Durante centurias el país estuvo sujeto a las disputas que sobre su suelo hicieron las familias de los Rímini y Montefeltro, hasta que fue reconocido por la Francia napoleónica en 1797, y por otros estados europeos en 1815 durante el Congreso de Viena.
En 1943 fue ocupada por los ejércitos de Hitler y liberada en 1945. La gobernaron los socialistas hasta 1957, y luego los democristianos. Finalmente, la Serenísima República se organizó desde 1973 en un gobierno de coalición que agrupa todas las tendencias políticas, y que ha permitido mantener el orden y trabajar hacia la prosperidad sin tropiezos.
Ingresó en el Consejo de Europa como miembro de pleno derecho en 1988, presidiendo la organización en la primera mitad del año 1990. Además se convirtió en miembro de Naciones Unidas en 1992, y adoptó el euro en 2002 como moneda nacional, pese a no pertenecer a la Unión Europea.
Debido a que el turismo representa más del 50% de la economía, el gobierno ha suprimido los impuestos y los derechos aduaneros, excepto para la venta de monedas y sellos. Además Italia le da a San Marino un presupuesto anual tras el Tratado Básico firmado por ambas partes, que mucho tiene que ver con el hecho de que Italia rodee el 100 por ciento del territorio de esa nación, lo que la hace vulnerable y le obliga a requerir del sostenimiento de los italianos en cierta medida.
San Marino está dividido en nueve municipios o castillos que también tienen la consideración de ciudades:
En San Marino los niños no tienen que aprenderse los ríos de su país en la clase de geografía, porque no hay. Tan solo deben saber que el clima es mediterráneo, con veranos calurosos e inviernos suaves.
El turismo representa más del 50% del PIB, más de tres millones de visitantes en 2007. También es importante la banca, la electrónica y la cerámica. Los productos agrícolas son el vino y el queso.
Resulta hasta anecdótico conocer que los sanmarinenses obtienen buena parte de sus ingresos nacionales con la venta de sellos postales, que son realmente cotizados por los coleccionistas. Y para los italianos no debe resultar tan placentero enterarse de que, el pequeño país que tienen en sus entrañas ha incrementado su producto per cápita por arriba del de ellos mismos, pues últimamente han fortalecido su sector financiero, lo que ha empezado a darles buenos dividendos.
En San Marino viven 32 mil personas nada más. De ellos mil son extranjeros. Pare Usted de contar allí. Por su parte, se calculan en 5 mil los sanmarinenses que han emigrado hacia otros horizontes: no muy lejanos, como Italia y los más osados están ahora viviendo en América.
El país se enorgullece con su platillo típico: laTorta Tre Monti ( «Torta de las Tres Montañas o Torres»), que es un rico pastel de waffle bañado en chocolate, que representa las tres torres de San Marino. Algo habrían de tener.
Es impactante el contraste con México. Si hubiera que comparar a ambas naciones, nuestra diversidad multicultural, multiclimática, multiétnica, multilinguista y la complejidad de nuestros niveles dispares de desarrollo, nos harían parecer a unos o a otros, como provenientes del espacio exterior.
Pero esto mismo hace el tema interesante: Me gustaría saber qué piensan de nosotros –si estamos en su área de interés de algún modo- y que tipo de intercambio cultural o de negocios podríamos emprender con San Marino. En el mundo global que vivimos: “somos una aldea, piensan muchos”, México y San Marino parecieran ser la excepción que confirma la regla. Pareciera ser que, a fin de cuentas, el planeta no está tan “estandarizado” como aparenta y que en materia de globalización aún quedan muchas redes que entretejer.