La marcha del 8 de marzo es feminista, no se equivoquen
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
En 1916 la gran mayoría de quienes asistieron al Primer Congreso Feminista llegaron en tren hasta la ciudad de Mérida, este 8 de marzo las mujeres, las feministas, llegaran a las plazas centrales de cada ciudad o municipio marchando, cantando, exigiendo por sus derechos, en especial, por el derecho a vivir libres de violencia machista.
Cada 8 de marzo desde hace varias décadas la marcha es la emblemática manifestación ante lo no cumplido por las instituciones gubernamentales y por esa parte de la sociedad mexicana que sigue pensando que las niñas y mujeres somos seres de segunda y hasta de tercera categoría, así de fácil, en pleno siglo XXI, pensamiento que incluso ha recrudecido la violencia feminicida y el feminicidio.
Y es tan grande la revuelta feminista del 2020 y la empatía que miles de mujeres tienen con el movimiento que se habla retóricamente desde la institucionalidad en que este será un año crucial para la igualdad, esto desde el Senado, pero en el Palacio Nacional se intenta todo, el desprestigio, el vituperio, la amenaza desde el disfraz de un hombre feminista y además de izquierda. ¡Puras vergüenzas!
La política de género del Estado mexicano se ha vuelto reactiva ante la multiplicidad de los agravios cometidos contra las mujeres, tanto en numerosos feminicidios como por la lacerante impunidad que recorre a cada uno de esos casos, donde las sobrevivientes y las víctimas indirectas siguen enfrentando un sistema de justicia incapaz de castigar a los depredadores.
Aunque no es lo único, en días pasados me causo, personalmente, mucho asombro la postura del senador oaxaqueño Salomón Jara proponiendo una iniciativa –buena, sin duda- para prohibir y sancionar la difusión de cualquier mensaje o contenido que promueva cualquier tipo de violencia contra la mujer en radio, televisión, cine y videojuegos, reformando diversos artículos de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y la Ley Federal de Radio y Televisión,
De esta manera, supone, dotar a la Secretaría de Gobernación de mayores facultades para prevenir y sancionar la difusión en medios públicos de mensajes, expresiones o contenidos que promuevan el lenguaje machista, estereotipos de género y constituyen modalidades de violencia contra la mujer; permitiendo al Estado, en su caso, destinar los recursos recaudados por concepto de multas para fortalecer las políticas públicas destinadas a atender otras aristas de la violencia contra las mujeres.
La verdad es que se le cree poco. Primero porque desde los años noventa ya estaba en la política, entonces con el PRD, ha sido funcionario y hasta candidato al gobierno de Oaxaca y nunca se había detenido en esa que ha sido una demanda de las mujeres y que, más específicamente, quedó plasmada hace 25 años en el Capítulo J de la Plataforma de Acción de Beijing de la IV Conferencia de la Mujer.
Y es que insisto, desde la institucionalización de las políticas públicas de género, hace 20 años, nunca de los nunca los gobiernos han emprendido un programa permanente y transexenal, en todo el país, para accionar la prevención de la violencia de género contra las mujeres y las niñas. Lo que se ha habido son cientos de programas aislados y una enorme dispersión de recursos que llevaron a emprender “campañas” grandes o muy chiquitas y como decía mi abuelita “como Dios les da a entender” a quienes han estado al frente del funcionariado. El resultado es lo que hoy vivimos. Pienso que algo habría cambiado el destino de muchas mujeres.
Por eso digo, yo no les creo. Y lo que es cierto es que mientras a las mujeres se les acusa de “ganar” dinero con la marcha del 8 de marzo o el paro del 9 de marzo, quienes si obtienen más recursos son otros y están en la acera de enfrente.
Y si al tren de las mujeres del 2020 se han sumado oportunamente políticos tanto de izquierda como de derecha, sin la perspectiva feminista que se demanda y clama en la prevención como en la impartición de justicia, ahora resulta que el Día Internacional de la Mujer, que hace más de 100 años instituyeron las mujeres de avanzada y pro derechos, ahora resulta que hasta las iglesias y los próvida proclaman sus propias marchas y se suman al paro nacional, como sucede en Oaxaca y en otras entidades del país. ¡Lo que nos faltaba!
No se equivoquen, la conmemoración del 8 de marzo, es feminista. El paro del 9 de marzo es feminista.