“La lista”
RAÚL MANDUJANO SERRANO
La presidenta electa ya tiene su lista. Los mismo La Brugada y no se diga la Secretaría de Educación. Qué tiempos aquellos, cuando tomado de la mano de mis padres, caminábamos por muchas tiendas buscando los mejores precios de libretas, juegos de geometría y los colores, los colores de “Blanca Nieves” de 12 lápices, o de “La Brujita”, que eran los más baratos. A mí me gustaba dibujar y colorear –refiere el andaluz de los ruedos editoriales mientras levanta su mirada al cielo-. Y luego llegar a la escuela casi corriendo, bajando del “Américas” ahí en Isidro Fabela e Independencia, con su mochila de cuero duro que era casi de su tamaño y que ya de por si pesaba unos 5 kilos.
“No sé cuánto le costaba a mi padre, un obrero de la General Motors que tenía que comprar “los útiles” para seis hijos”. Hoy comprende el enorme sacrificio que representaba para ese par de bellas y buenas personas gastar para que sus hijos e hijas tuvieran útiles, uniformes escolares, un “lonche”, zapatos o tenis y les quedaran los 50 centavos o un peso para el autobús de regreso… Eran buenos tiempos –continua reflexivo el periodista mientras sorbe de su café americano sin azúcar-.
Los programas académicos o escolares nunca han considerado el bolsillo de los ciudadanos ni los sacrificios que tienen que realizar para que sus hijos entren a una escuela. “Yo iba a la Miguel Alemán” –refiere orgulloso el amanuense- y recuerda también “la lista” que les entregaba la maestra (No Elba Esther) y que en ocasiones era de hasta dos hojas con las especificaciones y hasta dónde podrían adquirirlos. El ritual de “los útiles” sacaba alegrías a las niñas y los niños, pero también les sacaba algunas lágrimas por el sacrificio a sus padres.
Pero los años pasan. “Me tocó también ser el padre esperando ‘la lista’ para comprar los útiles”. Ya incluso la mercadotecnia había superado el trajinar de papelería en papelería por negocios que ya vendían “la lista completa”, porque “alguien” de la Secretaría “les filtró la lista” y sólo quedaba “forrar” libretas y libros, el diccionario y hasta las cajas de colores. El gasto era grande también allí y por eso valoro tanto a Roberto, mi padre y a Pilar, mi madre, que ya descansa en el cielo de los ángeles bonitos, por su enorme sacrificio.
Colofón.- La caída de los jueces
La reforma judicial ha puesto de cabeza, por primera vez en su vida a jueces y magistrados que hoy salen a la calle vociferando los riesgos de dejar en manos de improvisados populares la justicia, y que exigen también ecuanimidad gubernamental para ellos. Quizá ahora entiendan lo que una o miles de miles de víctimas de delitos sienten cuando su victimario es puesto en libertad porque el juzgador considero que no es un sujeto peligroso y podría pagar su culpa firmando semanalmente. “Sólo por delito que merezca pena privativa de libertad habrá lugar a prisión preventiva…” reza el artículo 18 del Código Penal, y así, abrazados en el subjetivo concepto, los juzgadores dictaminan. Se abrió la puerta a la impunidad y la injusticia, la corrupción y hasta el contubernio. Deberían saberlo aquellos que nunca se han parado en los juzgados penales donde se juega con el Sistema de Justicia Penal Acusatorio.
Por eso la gente ve con buenos ojos lo que sucede. Se trata de quitarle los privilegios de poder y dinero, a cambio de un justo ejercicio de la justicia. ¿Duele? Les duele más a los ciudadanos la impunidad con permiso del juzgador… Hasta otro Sótano.
X: @raulmanduj