La casa de gobierno
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX *
Es un lujo explorar las dramáticas características que distinguen este exquisito resort de Las Vegas, de cualquier otro destino del mundo. Desde fuentes danzantes hasta un impresionante invernadero, de los jardines botánicos a serenas piscinas y patios que le envuelven como si fuera usted el personaje de un cuento de hadas. El Bellagio es un lujoso hotel y casino de cinco diamantes calificado por la AAA y localizado en el Strip de Las Vegas en Paradise, Nevada, EUA.
Los dueños son los mismos del MGM Resorts International y fue construido en el mismo sitio del demolido hotel y casino Dunes. Inspirado por el resort Lago Como de Bellagio en Italia, el hotel estadounidense es famoso por su elegancia. Una de sus atracciones más notables es un lago artificial en la calle principal de Las Vegas de 32 mil m², en el que contiene las famosas Fuentes del Bellagio, un espectáculo que no pueden perderse los visitantes: Una inmensa fuente bailarina sincronizada por música.
Bellagio fue comprado por Steve Wynn y construido por su compañía, Mirage Resorts, Inc. Fue diseñado por la compañía Marnell Corrao Associates y el aclamado Jon Jerde. El Bellagio es un hotel muy original con un costo de construcción que rebasa 1.6 mil millones de dólares.
El Bellagio emplea a más 10 mil personas. En el otoño del 2006, el piso del casino fue remodelado y uniformado, cambiándole el color original a un tono azul más contemporáneo.
En el interior del Bellagio, Dale Chihuly’s Fiori di Como, diseñó más de dos mil flores de cristal creadas a mano, que cubren 185 mil metros cuadrados del cielo raso del lobby. Bellagio es casa de la producción acústica «O» del Cirque du Soleil, la segunda creación permanente del gran show mundialmente conocido.
El 15 de octubre de 1998, casi a las 23:00 horas, el Bellagio abrió por primera vez. Según los reportes, gastó 88 millones de dólares en la inauguración. Se esperaba que los invitados VIP a la ceremonia, donaran mil dólares por persona o tres mil 500 dólares por pareja a la «Fundación Luchando contra la Ceguera».
La ceremonia de apertura empezó con Steve Wynn dando un discurso de 40 minutos y continuó con la inauguración de la producción «O» del Cirque du Soleil. En el lounge del Bellagio se brindó un show del New York cabaret y la presencia del artista Michael Feinstein, y de los mismísimos George Bugatti y John Pizarrelli. Cuando abrió, fue el hotel más caro jamás construido.
La comparación de esta obra de arte contemporánea cuidadosamente diseñada, con la remodelación que se ha hecho de la casa de gobierno de Zacatecas, es una grosería. No hay similitud en lo absoluto: ni en el buen gusto, ni en los costos, ni en el lugar de ubicación. Este recinto zacatecano, construido con infinito mal gusto en los tiempos de los generales congratulados con el priísmo, y cuyas consortes, en la búsqueda de algo que se asemejara a Versalles, llenaban el lugar con alfombras rojas estilo cabaret y muebles embadurnados con polvo de oro, eran como la “casa de la risa” para el buen gusto de los zacatecanos.
Los tiempos pasaron. El gobierno feneció y fue nuevamente habitada a pesar del mal estilo en el diseño y de los olores militares.
Hoy se reconstruye con buen o mal gusto, pero nada más ofensivo que compararla con la belleza del Bellagio en el desierto de Nevada.
Si se trató de un golpe publicitario hecho con perversión, tuvo efectos populares ironizando lo estético con lo antiestético. Ridícula la diputada que comparó la inversión con casas de interés social, o con el número de tortas de chorizo que se pudieron haber comprado en Malpaso, o con los huaraches de tres correas para los campesinos del semidesierto. Demagogia pura. Es una casa de gobierno como la que todos los estados tienen, donde vive o no el gobernador, pero donde atiende invitados especiales, se ofrecen recepciones, como son hoy Los Pinos, que también fueron remodelados en su momento en tiempos del Cardenismo. En virtud de que los palacios de gobierno, donde vivían los gobernantes como lo hizo Juárez, tienen condiciones absolutamente inhóspitas para albergar una familia, es que los gobernantes han debido cambiar su residencia a lugares más habitables y funcionales, que sean extensiones de su área de trabajo.
Hay otro caso espectacular en torno del escándalo de las casas de gobierno en Zacatecas: La que construyera don Leobardo Reynoso en los entonces basureros de la Sierra de Álica, remodelando la zona y permitiendo la extensión de Zacatecas hacia esos terrenos pedregosos y altos, que los ricos muy pronto fueron a habitar. El parque Sierra de Álica, con caídas de agua, pequeños ríos artificiales que hoy han quedado destruidos –réplica del Parque Hundido de la Ciudad de México- y una zona que pronto se volvió la más bella del estado con sólo construir la casa de gobierno como detonador del desarrollo.
Hoy, museo Francisco Goitia, esa ha resultado una casa pequeña para la función pública: Cuatro recámaras, una estancia regular, pero de bellísimo diseño. Nuestra cantera rosa en las columnas, con una escalinata que recuerda la película de “Lo que el Viento se Llevó”, de Clark Gable, que relata la vida de una familia en el entorno de la Guerra Civil estadounidense, construcción que fue al parecer, uno de los modelos para los arquitectos que la construyeron. Pero en el fondo fue el buen gusto de la esposa del gobernador Reynoso. Un gran jardín: Tenía unos venados libres y algunos pavo reales. El escándalo nacional fue infinito.
Se hablaba de Versalles vuelto a nacer, pero nunca se dijo nada de la armonía del acueducto, del parque Sierra de Álica y de la cancelación de basureros que se convirtieron en tentación para las edificaciones de los ricos zacatecanos.
La casa dejó de habitarla José Rodríguez Elías, otro gobernador que a unos cuantos metros había edificado la suya particular en forma de un castillo de buen gusto, de apariencia monumental, pero que, sin ser tan grande, llamaba la atención por su majestuosidad. Esa vez no hubo escándalo: La casa grande se convirtió en museo y la casa de él en vivienda.
Pero estas son las historias zacatecanas que tenemos que articular. Ese escándalo no vale la pena, porque la casa vieja, convertida en nueva, no tiene ni lagos, ni fuentes danzarinas ni Circos de Soleil, ni cuadros fastuosos, ni jardines exóticos y en cambio tiene un corbatero que gira electrónicamente y que vale 150 dólares en las tiendas especializadas.
Vámonos al fondo. Revisemos presupuestos, revisemos obras, revisemos excesos donde existan, pero no nos distraigamos en tonterías.
* Político zacatecano