La carga de las deportaciones

RAFAEL CANDELAS SALINAS

Solo o los ingenuos creían que Donald Trump estaba “blofeando”. No era difícil anticipar que en este su segundo mandato haría lo posible por concretar todo lo que no pudo hacer en su primera gestión presidencial. En aquella se moderó buscando ganar la reelección y no lo logró, ahora que no hay esa posibilidad y sabiendo que tiene 4 largos años para cumplir sus objetivos, no pierde tiempo y desde el primer día pone manos a la obra.

Las órdenes ejecutivas firmadas apenas a unos minutos de asumir el cargo representan un ataque directo a los derechos humanos de los migrantes y colocan una carga desproporcionada sobre México.

Al reinstaurar el programa “Quédate en México” y acelerar las deportaciones masivas, Estados Unidos traslada la responsabilidad de su crisis migratoria a nuestro país, ignorando los efectos devastadores que esto genera y provocando que México se convierta en el destino final de miles de migrantes de diferentes partes del mundo, pues no solo recibiremos a nuestros ciudadanos deportados, sino también a miles de migrantes provenientes de Centroamérica, latinoamericanos y otras naciones quienes son obligados a permanecer en territorio mexicano mientras intentan ingresar a los Estados Unidos.

Esto desborda los recursos de comunidades fronterizas como Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo o Reynosa principalmente, las cuales enfrentarán un aumento en la demanda de servicios de salud, refugio, empleo y seguridad, sin contar con una estrategia audaz del gobierno mexicano que solo se limita a ofrecer una beca de dos mil pesos, la estancia temporal en refugios (la mayoría de ellos de asociaciones civiles e instituciones religiosas) que al segundo día de deportaciones ya están a su máxima capacidad y el traslado a sus ciudades de origen para los que así lo quieran.

Los migrantes, muchos de ellos mujeres y niños, quedan expuestos a condiciones precarias, violencia, explotación laboral y redes de tráfico humano. Además, el regreso masivo de deportados mexicanos plantea un desafío adicional para un país que ya enfrenta limitaciones económicas y sociales. En estos dos días de deportaciones he escuchado muchos discursos oficiales hablando de brindar una calidad de “vida digna” a los migrantes, pero ¿cómo lograrlo si ni siquiera hay la capacidad de garantizar una “vida digna” a millones de mexicanos que viven en nuestro país?

Administraciones van y vienen y parece que nadie atiende las causas de la migración que son la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en la región.

México debe exigir respeto y colaboración para garantizar que los derechos de los migrantes sean protegidos y que nuestra nación no cargue sola con el costo de esta crisis, pero también debe atender de manera urgente las causas de la migración, hacer lo necesario para que nuestra gente no esté pensando en ir a buscar el “sueño americano” y ver por los intereses de nuestros connacionales, incluyendo desde luego nuevas reglas en la relación con el vecino del norte.