La caída de Peña Nieto
En este mes han empezado a aparecer un mayor número de encuestas que intentan ser un termómetro de la próxima elección presidencial. En cierta forma eran esperadas para conocer cuántos puntos le habrían costado al priista Enrique Peña Nieto las pifias cometidas en diciembre, desde el oso en la Feria del Libro en Guadalajara hasta no saber o no estar interesado en el precio de las tortillas por no ser él quien acude a adquirirlas al mercado.
Diversos comentaristas en los medios de comunicación se dieron a la tarea de insistir en que el mexiquense no había tenido ninguna pérdida, que seguía siendo el bueno de la película y que cuando mucho los resbalones le habían costado sólo unos cuantos puntos porcentuales. Lo cierto es que, aun cuando sigue encabezando las preferencias electorales, el costo fue mucho mayor de lo que algunos reconocen. Sobre todo si tomamos en cuenta que desde hace mucho tiempo la ventaja que tenía en los sondeos era considerablemente alta.
Consulta Mitofsky muestra que la imagen positiva de Peña Nieto ha disminuido seis puntos en los últimos dos meses, al pasar de 43 a 37, mientras la imagen negativa del perredista Andrés Manuel López Obrador ha disminuido en el último año de 38 a 31 puntos. Además, otro dato interesante es que mientras el conocimiento que se tiene de ellos dos se acerca prácticamente al 100 por ciento, Josefina Vázquez Mota ha mejorado el suyo de 40 a 73 por ciento. Si ella resulta candidata del PAN, el aumento de 25 por ciento de conocimiento le puede aportar buenos dividendos.
La casa encuestadora nos informaba que en octubre de 2011, tan sólo hace unos dos meses, Peña Nieto tenía una preferencia de 47 por ciento, en tanto que sumadas la de Vázquez Mota y la de López Obrador apenas alcanzaban 34 por ciento.
Hoy el candidato del PRI ha bajado a 42 puntos, y los otros dos suman ahora 38 por ciento. Uno baja cinco puntos y los otros suben cuatro, lo cual nos muestra una disminución de la ventaja del primero.
Empero, al analizar la medición de la empresa Parametría, se observa que Peña Nieto se encuentra ya hoy por debajo del 50 por ciento de las preferencias efectivas. Esta encuestadora dice que las pifias no le llegaron a afectar, aun cuando no tiene una referencia precisa para poder afirmarlo. Si interpretamos los resultados de las dos empresas, apreciamos que la caída del ex gobernador del Estado de México en las encuestas es bastante significativa o, para decirlo de una manera más amable, su cómoda ventaja ha empezado a reducirse.
El decremento en las preferencias del candidato priista era algo que había que esperar en el momento en que estuviesen definidos los candidatos. Aunque ahora lo protejan en exceso, también habrá que observar qué tanto se acorta para el momento en que inicien las campañas, para lo cual faltan todavía poco más de dos meses. Sin embargo, ha mostrado que es vulnerable y que puede desdibujarse.
Por otra parte, es claro que se muestra inquieto por las limitaciones que la democracia en el país le ha impuesto al presidencialismo autoritario. Es como si Peña Nieto soñara con refundar el estilo personal de gobernar de Luis Echeverría, de José López Portillo o del mismísimo Carlos Salinas. Él no se percibe en la Presidencia con los frenos y contrapesos que se han establecido en México con la modernización política y es obvio que esas nuevas formas de hacer política le estorban.
Peña Nieto debe estarle apostando a la idea de que los mexicanos están hartos de la democracia, que ésta resulta muy cara y que es mejor un gobierno eficiente sin estar sujeto a la transparencia ni control alguno. En buena medida lo que muestra es su incapacidad para negociar o concertar las diferentes políticas públicas con la diversidad de actores políticos. Entonces es válido preguntarse si una vez en Los Pinos piensa recuperar de cualquier forma los espacios perdidos por el presidencialismo, aun a costa de los gobernadores de su propio partido. Falta todavía tiempo para la selección de candidatos al Senado y a la Cámara de Diputados, pero será en esa etapa cuando podrá medirse con precisión de qué talante está hecho el candidato.
Son muchos los temas que tendrá que enfrentar Peña Nieto en su campaña por la Presidencia, varios de los cuales le podrán otorgar o quitar puntos entre el electorado. No será un recorrido fácil y va a encontrar un sinnúmero de dificultades, pues tendrá que demostrar si realmente se encuentra preparado para llegar a Los Pinos.
La pregunta que hay que hacerse ahora es si será posible envolver a Peña Nieto en una burbuja e impedir que siga cayendo. Seguro que se estará buscando manejar cierto control de daños, a fin de evitar cualquier caída drástica. El problema es que apenas empieza a dar a conocer su proyecto político y ya se evidencian sus carencias y limitaciones. De momento, lo más preocupante es la visión autoritaria que pretende imponerle a los mexicanos.
Con información de: Juan Francisco Reyes del Campillo/Emeequis