Juventud resiliente: Migajas nada más
RODRIGO RODRÍGUEZ OLVERA
Empresas mineras y de servicios que antes pertenecían a los mexicanos se ufanan de aportar grandes cantidades de insumos para combatir a la revolucionaria pandemia del “COVID 19”, en la teoría suena perfecto y socialmente responsable que estas empresas “arraigadas” en Zacatecas aporten algo de lo que se necesita, pero la realidad es otra.
La realidad es totalmente distinta y sentimentalmente triste, estas empresas que si bien dan empleos a la región, transfieren sus ganancias al extranjero, específicamente a Inglaterra, Canadá y Estados Unidos por mencionar algunas, el colmo es que ni siquiera los proveedores de las minas son de la región donde está la mina, por ejemplo, de las minas de Mazapil mayoritariamente sus proveedores son de Monterrey y de las de Sombrerete son de Durango o hasta de Torreón.
Cuidamos los centavos y descuidamos los pesos, dicho popular que aplica en esta ocasión, en donde las mineras “cumplen” con apoyos de unos cientos de miles de pesos mientras que al mes facturan millones de dólares, si bien dan trabajo a gente de la región mayormente como empleados del rango más bajo, no es justa al ojo más imparcial su corresponsabilidad al pueblo, si quisieran cumplir con su obligación social distribuirían gran parte de su riqueza derivada de un producto natural de la región entre los pobladores de la zona por el simple hecho de obtener ganancias inimaginables de los recursos locales, no es posible que con despensas y cubre bocas quieran mitigar la desigualdad con la que los dueños de las mineras disfrutan su capital y lo colocan en las bolsas de Londres, Toronto y Nueva York, mientras que en las zonas de donde obtienen su riqueza los pobladores no cuentan con suficientes ambulancias, solo por citar alguna de tantas carencias.
Si hay culpables de esa injusticia desbordada y no nos podemos remontar a la historia reciente de nuestro país sino un poco más atrás, la responsabilidad no es de Fox, Calderón, Peña ni será de Obrador, la responsabilidad viene de los sexenios de la década de los setentas en donde emulando a los planes de desarrollo de Porfirio Díaz los presidentes en turno tronaron al país dándole uso, goce y disfrute a particulares de las paraestatales hasta por 100 años o en muchos casos regalándolas definitivamente, permitiendo grandes desigualdades en el país y acentuando la pobreza donde paradójicamente la riqueza natural y por consecuencia la económica es vasta.
Si bien las administraciones federales denominadas neoporfiristas (lamentablemente solo emularon los errores de Don Porfirio) se basaron en la máxima económica de que el Gobierno no es buen administrador de empresas, casualmente omitieron el proceso de una correcta concesión o venta que arrojara sustentabilidad económica a la población, por ejemplo, los bancos los sanearon, luego los vendieron a particulares a una parte irrisoria de lo que costaban, cuando los particulares los desfalcaron y quebraron el gobierno se los recompró carísimos, los volvieron a sanear y se los volvieron a regalar y los que no los regalaron hicieron contratos con vigencia de cientos de años.. de risa.
México un país en desarrollo empezó a “aventar” a las listas de personas más ricas del mundo a personajes desconocidos, si bien los neófitos en economía dirán que es un orgullo tener mexicanos en esas listas, la realidad es otra, es burda la desfachatez con que regalaron las riquezas mexicanas y crearon mágicamente a nuevos multimillonarios en un periodo de meses, que como consecuencia ahora nuestras comunidades sufren los estragos de esas decisiones, reiteradamente las mineras desde sus departamentos de mercadotecnia y de “responsabilidad social” nos conforman con un cubre bocas o unas despensas mientras que millones de dólares siguen depositándose en el extranjero… migajas nada más.
Ejidos, comunidades, Presidentes Municipales, Gobernadores y hasta el Ejecutivo Federal padecen los estragos de las estrategias del nuevo porfirismo, en donde las regiones ricas en productos naturales están sumidas en la pobreza cuando en la lógica más básica es que deberían de ser zonas proliferas no solo de México sino del mundo, ¿existen soluciones? lamentablemente se tendría que recurrir a tribunales internacionales para tratar de revertir los procesos de compra-venta o las concesiones, un proceso de décadas que no garantizaría el reembolso de lo que ha sido hurtado al país, puesto que los movimientos mercantiles se realizaron dentro de “la ley”.
Nos leemos la próxima si Dios, adiós.
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