Juventud resiliente: Luchas torpes

RODRIGO RODRÍGUEZ OLVERA

Vuelve a la escena nacional el tan necesario tema del etiquetado frontal, claro y explicito de los alimentos y bebidas distribuidas en el territorio nacional, que tiene como fin alertar a la población de las grandes cantidades por no decir exorbitantes cantidades de químicos como la azúcar refinada que contienen, por ejemplo, los refrescos.

Por supuesto el gigante de las bebidas carbonatadas azucaradas a través de sus representantes “imparciales” en la industria de las bebidas tachan a este tipo de movimientos de cacería de brujas en donde alegan se busca que los refrescos obtengan toda la responsabilidad de las grandes enfermedades que atormentan a México desde unas décadas a la fecha como la hipertensión y la obesidad, mismas que potencializan el índice de letalidad del COVID-19.

Sin duda es grosera la cantidad de azúcar refinada de que se componen los refrescos, los jugos, las aguas de sabores y similares, cantidades que exceden cientos de veces las dosis recomendadas para adultos y niños, ¿está la solución en el etiquetado? No.

La respuesta al párrafo anterior es un rotundo no, tenemos el más claro ejemplo con el cigarro, al cual se le prohibió en comerciales de televisión, en revistas, en medios digitales, en el patrocinio de eventos, se lanzaron campañas agresivas en contra de su uso, etiquetado frontal ya no de riesgo sino de muerte, ¿y que es lo que paso? Su consumo no solo se redujo, sino que aumento exponencialmente.

A pesar de que producir 20 cigarros le cuesta a cualquier tabacalera cerca de 10 pesos debido a los impuestos se comercializan en México en cerca de 500% más de su valor óptimo de venta, esto es porque se “buscaba” erradicar su consumo poniéndole un precio alto derivado de los impuestos, misteriosamente cuesten lo que cuesten día a día y en base a diversos estudios y balances contables de las tabacaleras su consumo crece, crece y crece.

Es pues necesario un etiquetado frontal para que el consumidor tenga más herramientas para decidir si el refresco es una opción viable para consumir, pero creer que eso reducirá su consumo es una pérdida de tiempo y una lucha social torpe, remontémonos al ejemplo de las cajetillas de cigarros que alertan todo lo malo que te puede ocasionar el fumar y lo único que ocasionó ese etiquetado cuando menos en el pueblo mexicano, fue un total desprecio y burla hacia aquellos gráficos que muestran enfermedad, cáncer y muerte.

Nos leemos la próxima si Dios, adiós.

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