Juventud resiliente: Lo grotesco de los precandidatos

RODRIGO RODRÍGUEZ OLVERA

Corría el último año antes de que el mundo conociera el segundo milenio y México se acercaba al mayor cambio político en su historia moderna, al perfilar el partido semi derechista Acción Nacional a un títere llamado Vicente Fox, que a la postre resultó ser el lastre más grande de aquellos que añoraban un giro con vigor en el timón de los destinos del país, pues no solo decepcionó sino demostró que los oligarcas del poder aún creían precipitada la idea de alguna alianza socialista latinoamericana donde México fuera la cabeza.

Mientras que en la capital del país, Zacatecas y en Tlaxcala ocurrían catas y movimientos en los modelos políticos por vez primera en el territorio, en 1999 el cuartel priísta nacional lucía abandonado, “desbrujulado” e ignorado por el entonces presidente de México: Ernesto Zedillo, el cual solamente cumplió ordenes del llamado “sistema”, una organización selecta que dirige rumbos de economías para prevalecer en el poder,  sin embargo, existían personajes que a sabiendas de las nulas posibilidades de dar alguna especie de competencia eran expertos en negociación, vender cara la derrota, entre ellos destacaban el ahora guindisíma Bartlett, Labastida, Madrazo y el que a mi punto de vista era el de mejores posibilidades: Roque.

Roque Villanueva debió de ser el candidato tricolor si es que ese instituto pensaba en competir sin ánimos de perder y es que unos años antes (en 1995) de los comicios del 2000 fue célebre por usar una seña obscena para “festejar” el aumento del 50% del IVA en México mientras “cumplía” funciones en la cámara baja de la república ¿cómo es que este personaje tenia posibilidades aún burlándose de México al vitorear el aumento del IVA y realizar movimientos grotescos para ensalzar dicho acto?

Responder a la pregunta del párrafo anterior es simple, debido a que cuando un partido u organización política cumple su ciclo de estancia en el poder y no desea esperar para volver a iniciar el ciclo tiene una sola opción: reinventarse. Y tal vez Roque nunca fue lo más prodigioso del partido en el poder en la época zedillista, pero si uno de los personajes más grotescos, descarados, risibles, caricaturescos y demencial. Era el candidato idóneo pues para usar una reingeniería de emergencia y tratar de perdurar como máximo un sexenio más, era el precandidato más “sui generis” pero el que se prestaría con energía a todo con tal de vencer al planchadísimo triunfo del presidente Fox… Cuauhtémoc Cárdenas se cocinaba aparte, alguien que pudo llegar, sin embargo, cerrado para negociar y excesivo en querer compararse con su padre.

Nos leemos la próxima si Dios, adiós.

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