Justicia, no renuncia: feministas exigen destitución de rector violador

Zacatecas, Zac.- Afuera de la Rectoría de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), un contingente de feministas —estudiantes, académicas y activistas— alzó la voz contra la impunidad de Rubén Ibarra Reyes, rector sentenciado por abuso sexual. Exigieron su destitución inmediata, rechazando su intento de renuncia como una salida cómoda. «Ningún violador sin castigo», gritó la académica Cristela Trejo Ortiz, mientras las manifestantes coreaban: «¡Violador confeso, debería estar preso!».

La protesta escaló con un acto simbólico: quemaron un muñeco con la figura de Ibarra Reyes, acompañado de consignas como «¡Repudio social!» y «¡Las niñas no se tocan!». Las llamas fueron apagadas minutos después por las propias activistas, demostrando que su lucha no es violencia, sino exigencia de justicia. En las paredes de Rectoría pegaron denuncias contra otros profesores señalados por acoso, evidenciando una red de complicidades.

Dentro del Consejo Universitario, la renuncia de Ibarra Reyes fue rechazada con 28 votos en contra. Se optó por su destitución sin derechos laborales, una decisión que las feministas calificaron como mínima ante el daño institucional. «Si aceptaban su renuncia, las protestas continuarían», advirtió Trejo Ortiz. La sesión, transmitida en bocina durante la movilización, reveló la fractura en la UAZ: mientras algunos consejeros defendieron la destitución como reparación simbólica, otros intentaron blindar al rector.

Entre las manifestantes destacaron la feminista Emilia Pesci Martínez y la exdiputada Alma Dávila Luévano, quienes denunciaron que el caso de Rubén Ibarra es solo la punta del iceberg. «Es la prueba de cómo las redes de poder protegen a agresores», señalaron. El mensaje fue claro: no basta con remover a un hombre; hay que desmantelar un sistema que normaliza la violencia. La UAZ, ahora, tiene una deuda con las mujeres: erradicar a los cómplices y garantizar que ningún violador ocupe espacios de autoridad.

La lucha no termina aquí. Las calles seguirán ardiendo —esta vez, sin fuego— hasta que la justicia deje de ser una concesión y se convierta en norma.

LNY/Redacción