Jerez… Miel y veneno a la vez
RICARDO EVODIO CABRAL VERA
Mejoran el arribo a Jerez
Aquello de que las peores carreteras son las que conducen a Jerez, es un concepto que afortunadamente se ha ido superando paulatinamente, con la construcción de dos modernas autopistas, la que permite ir de forma más rápida a la Capital del Estado y de ahí tomar otras vías igualmente modernas a diversos puntos del país y la de Tepetongo que aunque es apenas el inicio para ir de manera más rápida y segura a Guadalajara, también cumple con el objetivo de mejorar las vías de comunicación que conducen a este llamado Pueblo Mágico. A la rapidez para transitar, se agrega la reducción de percances automovilísticos, cuya frecuencia era mayor en las tristemente célebres curvas de Encino Mocho, Colonia Benito Juárez y el Fuerte en la vía a Zacatecas y Ermita de Guadalupe, Arroyo Seco y San Antonio en la ida a Tepetongo a las que se les redujo peligrosidad.
Ruta Fresnillo sin novedad
Pero la que sigue pendiente es la siempre olvidada carretera a Fresnillo, la tercera vía de acceso a la ciudad; una carretera con 23 años de edad, relativamente nueva, pensando en que la de Tepetongo duró casi 40 para modernizarse y la de Zacatecas, medio siglo; sin embargo se ha quedado atrás con respecto a muchas vías de su importancia y aunque en estos momentos se realizan obras de bacheo, es apenas un paliativo temporal.
En algún momento se escuchó sobre algún plan para hacerla de cuatro carriles y darle la importancia que realmente reviste en la conexión del occidente y el noroeste del país, sin embargo, nunca nadie ha mostrado un proyecto real y concreto, para creer que realmente existe una intensión de modernización.
Autopista moderna, acceso pésimo
Y mientras dos de las vías de acceso a Jerez son modernas y además parece que bien hechas, pues hasta el momento no han requerido mayor mantenimiento, el acceso a Jerez decepciona a cualquiera; en el boulevard Suave Patria aparecen cada vez más baches; el pavimento en lo general luce deteriorado y da aspecto de viejo; hace años que no se preocupan siquiera por remarcar las líneas de los carriles. Esta obra cumple el año próximo tres décadas de su culminación, en la que se le han aplicado por lo menos dos reencarpetamientos totales; en la actualidad es evidente que ocupa más que simplemente tapar baches, lo que ayuda a mejorar las condiciones de circulación, pero en nada favorece la imagen.
Semanas atrás el acalde José Manuel Viramontes Rodarte, hablaba de una gestión de recursos extraordinarios para llevar a cabo un arreglo integral, muy probablemente con excedentes petroleros, pero al parecer los recursos extraordinarios aun no llegan a los municipios.
La Glorieta el pelo en la sopa
Parece ser que quienes aspiraban a ganar tiempo en el asunto de la llamada Glorieta de la muerte, de alguna manera van logrando sus objetivos; el asunto se ha enfriado paulatinamente e incluso parece olvidarse. El 19 de junio, hace casi dos meses, el municipio ordenó la cancelación de la obra y el gobierno del estado acató la decisión, pero ninguna de las dos instancias ha procedido a la demolición y el intento de monumento sigue ahí, representando exactamente el mismo peligro que al inicio; el ejecutivo estatal que debería ser el ente obligado a resarcir el daño, no mueve un solo dedo, mientras que el municipio carece de los recursos –que no serán pocos–, para tirar la estructura y volver a dejar la superficie recta y plana, como era antes de la genial ocurrencia sexenal.
Los percances ciertamente se han reducido a fuerza de topes y más topes, pero no deja de ser un riesgo, sin embargo, todo aparece en el olvido y no dudamos que en algún momento, se encuentre el mecanismo jurídico o de mutuo acuerdo, para retomar el proyecto que tuvo un absoluto rechazo social.