Jerez… Miel y veneno a la vez
RICARDO EVODIO CABRAL VERA
Otilio a corregir la plana
A pesar de que la falta de tacto sigue siendo el distintivo del gobierno del estado hacia los medios de comunicación, otros colaboradores de Alejandro Tello Cristerna, sin ser su función, hacen lo posible por aligerar la extrañamente difícil relación que alguien ha pretendido imponer como norma en el ejecutivo estatal.
La presencia de Otilio rivera Herrera en Jerez se dio luego de que se enfriaron un poco los ánimos tras los hechos denunciados por algunos medios locales, durante la inauguración de la presa La Tortuga en la comunidad de la Cañada, donde se habla de un acto que ni en los peores momentos de la necesaria convivencia prensa-autoridades hubiéramos imaginado.
Por ello, algunos malpensados entendimos la presencia del Secretario de Desarrollo Social, como una manera de corregirle la plana al jefe de prensa, quien dicho sea de paso, no ha dicho absolutamente nada respecto del hecho que se le señala ni muchos menos –hasta donde se sabe–, ha ofrecido alguna explicación o disculpa, simplemente parece que el tema lo tiene sin cuidado o como dijo aquel, ni los veo ni los oigo.
¿…Y cómo anda Jerez?
Rivera Herrera, aprovechando la relación –mínimamente llevadera–, que ha sostenido con los comunicadores de Jerez desde hace poco más de 30 años que inició su carrera política en el Frente Juvenil Revolucionario (FJR), organizó una conferencia de prensa para dar detalles del área que dirige, aunque no ofreció mayores novedades, que lo ya conocido.
De ahí que el convivio con los comunicadores, se convirtió en el motivo central de la reunión, intercambiando puntos de vista de diversos ámbitos, sin faltar la clásica pregunta de ¿cómo ven a Jerez? refiriéndose –sin mencionarlo–, al contexto político.
Limar Asperezas
Quiso además enterarse de la situación que suponemos ya sabía, esa de la que se quejan algunos compañeros de Jerez que cubrieron la inauguración de la presa y escuchó de propia voz el reclamo de quienes se dijeron afectados en sus funciones de comunicadores por parte quien debería ser un facilitador de las funciones informativas, más que un obstáculo.
Aunque en ningún momento Rivera Herrera aceptó traer la consigna de limar asperezas, el diálogo que propició dejó otra sensación, pese a que algunos insistían en que la conducta del funcionario no fue la indicada; finalmente el exdiputado local ofreció enterar al gobernador Alejandro Tello de la situación que seguramente no desconoce y proponer una mejor relación con los comunicadores de este pueblo mágico.
La presa de Las lajas, otro tema pendiente
Y a propósito de la presas, existe otro pendiente importante en la materia, que es la presa de Las Lajas, a la que por lo menos en cinco años no se le ha puesto mano, por lo que el avance importante que había tenido se convierte en dinero tirado a la basura, en tanto no se concluya.
Para los vecinos de Lo de Luna, donde se concentra el mayor número de ejidatarios y pequeños propietarios, la obra está inconclusa y en años anteriores de buen temporal, el ingenio de los vecinos más que la intervención de las autoridades, les permitió almacenar agua, aunque no se le pudo sacar el mejor provecho.
Resulta que con el avance que tiene la construcción en la cortina, quedó alguna perforación cuya dimensión es casi el diámetro de un bote de plástico; algunas personas taponearon la filtración y eso les permitió bloquear el paso del agua, pero ante la falta del sistema de riego, la utilización se limitó a consumo para animales, no se puede aprovechar más.
Tratamiento inapropiado
Pese a que la comunidad Las Lajas es prácticamente un lugar fantasma, existen campesinos que se trasladan de otros lugares a atender sus labores y además en los alrededores hay una extensa área de cultivo, ejido y pequeña propiedad, por lo que la justificación de que “no hay gente”, no es válida.
Definitivamente la presa de Las Lajas no ha recibido el tratamiento que una obra de su magnitud representa, por el gran beneficio que concluida habrá de traer al campo, sin embargo; es un proyecto que se ha alargado más de lo debido, primero por el tiempo que llevó su planeación, aceptación y sobre todo, poner de acuerdo a los beneficiarios con respecto a lo que les correspondía realizar, luego la construcción en etapas, sin que se concrete definitivamente.
En suma, ha pasado más tiempo en suspensión de los trabajos que en su realización y sólo se retoma cuando la presión obliga a reiniciar.