Jerez… Miel y veneno a la Vez
RICARDO EVODIO CABRAL VERA
Caos por gasolina
El caos que se presentó en esta ciudad a consecuencia del desbasto de gasolina, rebasó y con mucho el control de concesionarios, autoridades y sobre todo los usuarios que se volcaron prácticamente sobre las estaciones de servicio, para no quedarse sin el energético, que hace funcionar casi la totalidad de vehículos de motor en el municipio, salvo los pocos que trabajan con gas butano.
El hecho evidenció además que aun y con sus tan publicitadas reformas legales, el gobierno federal no ha sido capaz ni siquiera de estructurar un plan B o un mecanismo de reacción emergente para evitar lo que se generó en muchos estados de la república, aun a sabiendas de que los ductos están expuestos a la inseguridad y que tarde o temprano podría ocurrir lo que se presentó.
Es lamentable que el ya confirmado desabasto, se dé en plena temporada alta en la captación de visitantes, en fechas en que la afluencia vehicular mínimamente se duplica y pensando además en que nuestros paisanos vienen con el objetivo principal de visitar su tierra, pero no es su intensión encerrarse, sino extender el viaje a donde les sea posible, una vuelta a Zacatecas, subir a la sierra, pasearse a sus anchas, pero al no existir la garantía de contar con combustible suficiente para no quedarse a medio camino, muy posiblemente prefieran inmovilizar el vehículo.
Reacción tardía
Lo curioso es que al gobierno le haya llevado cuatro días en reaccionar ante una situación que –por sentido común–, podría considerarse de emergencia y apenas el jueves por la mañana el director de PEMEX saliera a explicar en televisión nacional el origen del problema que al parecer se dio por un ducto clandestino en el estado de Guanajuato.
No se puede entender que gran parte de la economía, sobre todo de las empresas pequeñas en nuestro caso, pueda quedar paralizada por una cuestión tan elemental de abastecer una gasolina que ahora, aparte de cara se escasea cada vez con mayor frecuencia.
Y en el estado no fue distinto, parecía haber una indiferencia a un problema que si bien es de índole federal, no deja de ser un problema del estado.
Compras de pánico y sus efectos
Las llamadas compras de pánico no tardaron en aparecer y detonaron el descontrol, pues quien regularmente le pone cien pesos de gasolina a su carro, ahora quería asegurarse con tanque lleno y si todos llevaban la misma idea, no hay abasto que alcance.
Lamentablemente el desorden privó durante las horas en que se anunciaba la llegada de alguna pipa; el dicho de no por mucho madrugar amanece más temprano, fue sustituido por su antagónico de al que madruga Dios lo ayuda y así las filas comenzaban desde las tres o cuatro de la madrugada y terminaban a veces pasada la media noche. Aun así varios no alcanzaban.
Peligrosamente, en su afán por llegar más rápido a la bomba despachadora, se formaban hasta tres filas sobre los bulevares que eran bloqueados en su totalidad y por momentos era complicado el avance, por lo que los bocinazos hacían recordatorios del mes de mayo.
La anarquía parecía privar por momentos e incluso al menos en dos hechos, se pasó de las palabras a los manotazos y a los golpes, cuando alguien pretendía imponer su voluntad y meterse a la fuerza en la fila sin importarle las horas de vela que algunos ya tenían.
Juan Comodoro
Vale la pena reflexionar en el caos que la falta de gasolina ocasionó incluyendo peleas a golpes y eso que se trata simplemente de gasolina, qué sería si fuera por algo que tenga que ver con la sobrevivencia humana, como el agua.
Dicen y quizá no exageran, los ambientalistas y funcionarios de sistemas de agua potable, a nivel municipal y federal que así como hoy la lucha por el poder se rige en base a los pozos petroleros, una posible próxima guerra mundial, tendrá como materia en disputa el agua; si por un tanque de gasolina hubo golpes, que pasará cuando el agua falte;
“Juan Comodoro, buscando agua encontró petróleo, se volvió rico, pero se murió de sed…” (Facundo Cabral)