Jerez… Miel y veneno a la Vez
RICARDO EVODIO CABRAL VERA
Sin Compromiso
El asunto de las cuotas que funcionarios y regidores deben aportar a sus respectivos partidos, parece ser uno de los grandes problemas que los diversos institutos no han podido resolver y es que, no obstante estar considerado en los respectivos estatutos, las tesorerías de los mismos se topan con el obstáculo de cómo hacer efectivo el cobro ante una evidente falta de disposición.
El cumplimiento de la norma interna, no deja de ser un acto de buena voluntad, sin implicaciones jurídicas; no existe un mecanismo legal para sancionar e incluso obligar a quien no aporte.
La repercusión en todo caso, sería de tipo político, al verse limitados a participar en candidaturas a un puesto de elección popular u otras funciones dentro de algún partido, (salvo que sea por otro diferente al suyo), si es que no tienen sus derechos y obligaciones en orden, aunque a la hora buena siempre hay una forma de arreglo y de acuerdo con el interés político del momento, puede llegarse a perdonar la omisión, a permitir el pago en parcialidades e incluso el carpetazo o el borrón y cuenta nueva.
Dignidad y falta de dinero
En este sentido, Jesús Espinoza Serafín, regidor panista en el gobierno recién concluido, tomó el toro por los cuernos y sin desconocer su adeudo, considera que por el momento es impagable y por lo tanto, renuncia a su candidatura para ser Consejero Estatal del blanquiazul.
La declaración hecha a los medios de comunicación, no es cosa menor, sobre todo cuando se lanza contra exregidores y exdirigentes del propio partido, que desde hace muchos años tienen adeudos pendientes y aun así pretendan ser candidatos a consejeros; o el caso del reciente proceso electoral en el que algunos apoyaron opciones diferentes, como lo hizo Verónica Alamillo Ortiz, a quien considera que se le debe aplicar la expulsión automática por traición, en lugar de permitirle buscar el espacio en el Consejo Estatal.
Por las mismas
En el Partido Revolucionario Institucional (PRI) las cosas no parecen ser diferentes, pues a punto de cumplirse la cuarta quincena, la dirigencia municipal no recibe todavía la cuota de regidores y funcionarios; el problema es que cuando se acumulan varios meses, la cifra crece y –como dicen por ahí–, se les hace más dolor.
El presidente del Comité Municipal del tricolor, Héctor Hugo Ramírez Escobedo, aseguró que hasta el momento no se ha determinado el mecanismo para aplicar el descuento directo, desde la tesorería municipal, a regidores y funcionarios, a fin de evitar que la Auditoría Superior del Estado observe los procedimientos.
El caso es que si hubiera voluntad y los implicados estuvieran conscientes de que parte de su militancia en un partido es cumplir con estas obligaciones internas, nadie tendría que andarlos correteando y religiosamente tendrían que llevar quincena tras quincena su aportación correspondiente, pero ya con “lo caido caido”, duele el codo.
Eso era antes
Hace algunos años me tocó ver personalmente a un regidor de oposición en la administración 86-88, endosar el cheque correspondiente a su dieta y entregarlo íntegro a su partido que era entonces el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) como aportación para solventar gastos y no fue una vez, era cada quincena; por cierto nadie lo buscaba, él personalmente acudía ante sus dirigentes para entregar el entero de su percepción. Hoy se les hace dolor dar un 10 por ciento.
Ciertamente hablamos de tiempo en que la dieta de regidor era una compensación y su cargo prácticamente honorario; similar e incluso menor al de muchos trabajadores operativos, si acaso un poco más de lo que en ese tiempo se pagaba a las llamadas hormiguitas.
A más dieta mayor ambición
Cuando se optó por “dignificar” la dieta de los regidores, el cargo se volvió envidiable y comenzó a provocar duras pugnas internas en los partidos, para colarse en las planillas, ya fuera de mayoría o por representación proporcional, haciendo su aparición bonos anuales, de retiro y percepciones por gestión social y otros inventos que en el ámbito de la dieta simbólica no existían.
Es tal ambición de recibir y recibir, lo que provoca la desobligada actitud de algunos regidores para cumplir con algo que conocían de antemano por estar en el estatuto; el punto es que si no son capaces de acatar los compromisos con su partido, al que le deben el estar en el cargo que ocupan, no puede esperar mucho por parte de la población, en el sentido de que cumplan los compromisos con la sociedad.
Megacable
No es la primera vez que la empresa Megacable se pelea con una empresa televisora , como ocurrió recientemente con Televisa, ya antes existieron conflictos de intereses con ésta y con Televisión Azteca; el problema es que en lugar de buscar negociar con la contraparte, donde corresponde, toman decisiones que afectan al usuario, quien para colmo de males, al buscar darse de baja y procurar opciones de entretenimiento con otras compañías, debe cumplir más requisitos que los que le pidieron al contratar.
Bien le vendría a la empresa en Jerez, adaptar la oficina local como un cajero automático de pago, pues a final de cuentas el personal no resuelve nada de lo que se le plantea, solo contrata y cobra, no dan explicaciones y el cliente difícilmente tiene la razón, contra toda lógica empresarial.
El trato ya es muy similar al de un cajero automático con el que no se puede dialogar y el único razonamiento que el personal expresa es lo que le indica la computadora, no hay más y si no va a pagar, pues “hágase a un ladito que tenemos mucho trabajo… que pase el que sigue”.
Y mientras la competencia, aumentando considerablemente su número de suscriptores, pero finalmente ese es asunto de ellos.