Información pública para conocer falsos cirujanos estéticos
JULIETA DEL RÍO VENEGAS
Conocer el listado de los médicos y las instituciones certificadas para realizar cirugías estéticas en el país es información que, no exagero, puede representar la diferencia no solo entre un procedimiento quirúrgico correcto y conforme a lo esperado por las y los pacientes, sino también entre la vida y la muerte de las personas.
Por ejemplo, una persona solicitó precisamente esta información a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris); sin embargo, dicha autoridad no la entregó como lo marca el proceso legal. La queja ciudadana llegó al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), en específico a la Ponencia que coordino. Después de un análisis, el pasado 11 de diciembre en el Pleno del INAI votamos por ordenar a que la Cofepris transparente lo requerido.
La exposición de este asunto revela con claridad la importancia del derecho de acceso a la información en el ejercicio de otros derechos, como la salud.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (AMCPER), nuestro país es el tercer lugar a nivel mundial en realizar cirugías estéticas, solo detrás de Estados Unidos y Brasil; sin embargo, especialistas calculan que, por cada profesional con certificación en cirugía plástica, estética y reconstructiva en México, existen otras 20 personas que ejercen la misma actividad sin haber cursado la especialidad.
La cirugía estética es una industria que ha crecido con fuerza en los últimos años, principalmente por ciertas tendencias en redes sociales que capturan a públicos cada vez más jóvenes. Lamentablemente, este incremento económico ha atraído a personas sin la formación necesaria. Entre 2002 y 2017, la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) recibió 654 quejas por cirugías mal practicadas; dos de ellas fueron por muertes.
Existen casos trágicos: mamoplastias, liposucciones en abdomen, rinomodelaciones de la punta de la nariz, entre otros procedimientos, realizados de forma negligente o sin los cuidados necesarios, desembocan en efectos secundarios, reacciones adversas o incluso situaciones graves como trombosis o fallas orgánicas.
Para remarcarlo: un cirujano estético necesita haber cursado la carrera de medicina, luego hacer una residencia o especialidad en cirugía general, y posteriormente acreditar una especialidad en cirugía plástica. Este proceso completo es mínimo de entre 8 y 10 años, sin agregar la experiencia profesional necesaria que deben tener. Acreditar una Maestría en Cirugía Estética o en Cirugía Estética y Longevidad no faculta a nadie para llevar a cabo estos procedimientos.
En 2015, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a partir del caso de una mujer trans afectada por una cirugía estética, determinó que en estas cirugías “el rango de información a comunicar al paciente debe expandirse y adecuarse”. Es decir, debe existir información completa y comprensible sobre los procedimientos y las expectativas.
El acceso a la información es una herramienta para que la sociedad pueda exigirle cuentas a las autoridades, en este caso a Cofepris como reguladora en la materia, para que su actuar dé certeza y seguridad a la población.
Ya en abril de este año, Cofepris lanzó una alta directiva para establecimientos que practican procedimientos quirúrgicos con fines estéticos para enumerar las condiciones que deben cumplirse (documentación legal, infraestructura, equipamiento, personal, insumos médicos, entre otras) para evitar cualquier riesgo.
Queda claro que el acceso a la información y la transparencia posibilita que las personas tomen mejores decisiones que impactarán en la calidad de su vida. Ese es el sentido de nuestro trabajo en el INAI y en los organismos locales de transparencia en el país.
X: @JulietDelrio