Guerra de encuestas en Morena
GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ
Hablar de encuestas en el Movimiento de Regeneración Nacional es entrar a un terreno pantanoso. Cualquier medición se resiste a contradecir el voto de calidad de Andrés Manuel López Obrador, y las que siquiera intentan modificar el panorama en mente del líder incontrovertible, son invalidadas por el criterio moral de la dirigencia.
Los Monreal, por ejemplo, ya conocen ambos lados de la moneda. En su momento David fue electo como candidato irrefutable al gobierno de Zacatecas. El índice del tabasqueño lo convertiría en “promotor de la soberanía nacional” durante la precampaña, dejando sin posibilidad real a cualquier otro aspirante para competir por ese espacio. El ahora presidente municipal de Loreto, José Luis Figueroa, así como los estándares internos de democracia en Morena, resultaron ser los graves damnificados en el proceso de imposición.
Meses atrás, una fórmula semejante expulsaría de la cancha electoral a Ricardo. En el juego de las métricas no importa que las encuestas de Claudia Sheinbaum o las del delegado de la Cuauhtémoc, reflejaran a ambos como favoritos para ganar la gubernatura de la Ciudad de México, la decisión ya había sido tomada por Andrés Manuel.
Un elemento que hay que tener muy claro es que, estatutariamente, en Morena las mediciones permiten construir consenso alrededor de la candidatura, sin embargo, no definen por sí mismas a las o los participantes. En la práctica, el elector cualitativo ha sido y continúa siendo López Obrador, desde que el Movimiento de Regeneración Nacional alcanzó su registro como partido a nivel nacional.
Es por ello que la lucha pública con la que intentan posicionar a sus favoritos, y en la que se han embarcado los grupos al interior del Morena esperanzados en influir en la decisión del precandidato presidencial, además de ociosa puede llevarlos a perder el momentum que obtuvieron con la candidatura de Soledad Luévano en 2016 a la presidencia municipal de Zacatecas.
En aquella elección, la diputada opositora y enemiga acérrima del ex gobernador Miguel Alonso Reyes, llevó a su partido 19,248 votos capitalinos. La misma cifra rebasaría por 6 mil sufragios a lo obtenido por el PRI-Verde-Panal en la elección extraordinaria de diciembre 2016 donde Judit Guerrero se alzó finalmente con el triunfo, y donde perdieron casi 4 mil votos de los 16,000 que pudieron contabilizar en el proceso ordinario de junio.
La presencia en urnas de Soledad Luévano, lo mismo que su discurso, abrieron la puerta para posicionarse como precandidata favorita del tabasqueño al Senado de la República, dejando en el camino a Saúl Monreal. Baste recordar que durante uno de los recorridos del tabasqueño por Zacatecas, en noviembre del 2017, Andrés Manuel declarara que el hotel donde se hospedó, Paraíso Caxcán:
“… es un centro vacacional con cabañas, aguas termales, propiedad social, propiedad pública, [que] estuvo a punto de privatizarse porque el ex gobernador Miguel Alonso Reyes envió una iniciativa de ley al Congreso para que fuese vendido.”
López Obrador daba eco a la campaña que realizó Soledad Luévano con la finalidad de atraer la inconformidad ciudadana a sus filas. Como se ve, el terreno para repetir un escenario semejante es fértil en caso de concretarse la candidatura de Miguel Alonso a la Cámara Alta, o a San Lázaro vía plurinominal. La imagen del ex gobernador resulta oxígeno puro y combustible a los ojos de López Obrador y quienes lo acompañen como candidatos en Zacatecas.
No así en la capital del estado, donde la lucha de encuestas entre aspirantes de la coalición “Juntos Haremos Historia”, sin un discurso atractivo y lejos del líder moral, abren una oportunidad única para que el PRI-Verde busque reducir nuevamente el margen de competitividad con la oposición.
Las mediciones por partido siguen sin favorecer a los de casa. Todo dependerá de la pericia con la que construyan un perfil alejado de los negativos que hoy factura la figura del presidente Enrique Peña Nieto, y el director de FONATUR, Miguel Alonso Reyes. Al mismo tiempo, el candidato o candidata deberá aterrizar propuestas concretas para resolver las necesidades fundamentales de los habitantes de la capital, en las distintas colonias, con el objetivo de atraer simpatizantes. Se enfrentarán, nada más y nada menos que a un enemigo de proporciones incomparables: el líder nacional de Morena, y por tercera ocasión contrincante a la silla presidencial. Parece una misión suicida, y más de un aspirante lo reconoce.
López Obrador podría dar una nueva sorpresa en Zacatecas. ¿Jugará con los precandidatos identificados con el monrealismo, una vez que las diferencias con Ricardo no han sido subsanadas públicamente? ¿Dará entrada a los perfiles disidentes a las facciones de David y Saúl? Sea quien resulte candidato o candidata, carece del tiempo necesario que le permita formar su propia imagen y discurso entre el electorado capitalino; deberá atesorar, como Andrés Manuel, con lo ya construido por la Soledad Luévano.
Twitter: @GabrielConV