Ganar el Estado de México
JAIME ENRIQUEZ FELIX
Habíamos sido citados en la Fundación para la Democracia en la Avenida Guadalajara de la colonia Condesa, 4 dirigentes de diferentes regiones del país. Yo representaba al Estado de México y a Zacatecas, en tanto que encontré en la reunión a una diputada del Distrito Federal, a otro diputado de Sinaloa y a uno más de Michoacán. El pequeño grupo pasó a la sala, donde Cuauhtémoc Cárdenas atiende a sus interlocutores. De manera muy concreta nos señaló que había muchas voces en el Partido que opinaban que Andrés Manuel López Obrador debía ser candidato a presidente del PRD. Nos pidió que nos comunicáramos con él para escuchar su opinión.
Nos trasladamos a Tabasco, nos entrevistamos con él en su casa porque los ambientes políticos en la ciudad de Villahermosa no le eran favorables. Su casa, clase mediera, pero con una decoración de mal gusto.
Hicimos el planteamiento acerca de sus aspiraciones a dirigir el Partido. Negó absolutamente todo contundentemente. Regresamos a la Ciudad de México e informamos de la encomienda. Cuauhtémoc comentó: “ya veremos”. Unas semanas después apareció la candidatura de AMLO contra el candidato “natural” de las dirigencias del Partido. Jesús Ortega.
Iniciamos el trabajo político a favor de AMLO, quien nunca agradece nada. Éramos absoluta minoría, pero logramos ganar la elección interna. Quien gana el Estado de México en las elecciones internas perredistas, gana el país.
Una vez obtenida esa victoria, se aproximaba la nominación de la candidatura a Gobernador. Los líderes que le habíamos dado el triunfo, satisfechos fuimos a solicitarle que uno de nosotros fuera el candidato al gobierno del Estado de México. Las condiciones eran muy favorables. Nos pidió que pensáramos en la unidad. Le contestamos que la unidad ya estaba dada alrededor de él y de nosotros, que habíamos ganado una contienda muy difícil.
Unas semanas después AMLO anunció públicamente que a través de una encuesta el candidato para el Estado de México sería Higinio Martínez de Texcoco, quien ya tenía fama de recaudador financiero de AMLO ante el Grupo Atlacomulco. Hubo resistencias, se impuso la voluntad del tlatoani. Mauricio Valdés, ex senador del Edomex prácticamente renuncia al PRD y por consenso fui nombrado vice Coordinador de la campaña, Mauricio, Coordinador, para integrarlo, pero nunca apareció.
Dirigí la campaña con mi relación en medios busqué entrevistas, pero entre más avanzábamos más caía el porcentaje de nuestro candidato. Cambié la estrategia, empezamos a ranchear. Llenamos para el arranque el estadio de Neza, algo que era prácticamente imposible de hacer. Hicimos un evento en el Toreo que ha sido el más grande en la historia del país con mujeres: Guadalupe Loaeza, Amalia García, Ifigenia Martínez… el resultado: un desastroso tercer lugar.
Habíamos convocado a las 7 de la noche para informar del triunfo contundente e irrefutable el día de los comicios. El aún candidato se negaba a presentarse ante la prensa. Me metí a su habitación en el hotel sede, le indiqué que no podíamos dejar de cumplir con el compromiso, Le insistí en que el lenguaje corporal era fundamental para mostrar firmeza y seguridad de que hasta el conteo, íbamos ganando. Los ojos de Higinio parecían jícama con chile. Así salimos, di la indicación de rostros sonrientes al presídium e informamos la victoria.
Desde entonces, Higinio Martínez se convirtió en negociador de AMLO ante el Grupo Atlacomulco. Vino Yeidckol Polevnsky, nos aplicaron la misma receta y aunque ganábamos en las diputaciones locales y en las alcaldías con porcentajes muy superiores al PRI y el PAN, perdíamos en la de Gobernador.
Con la Polevnsky el tema resultó una tortura: primero, no es judía. Segundo, ese no es su nombre: toda su biografía era una mentira absoluta que la prensa fue descubriendo. Nosotros queríamos meter la cabeza en las ruedas de prensa, debajo de las mesas del presídium.
Hoy, Delfina es un invento de Higinio Martínez y como consecuencia, de Andrés Manuel López Obrador. Primitiva, con un lenguaje corporal deprimente, que carece de liderazgo y de presencia. Pero esos son los candidatos que a AMLO le gustan: los que lo dejan hacer campaña para él. Los usa. Sigue siendo como siempre: con su autoritarismo absoluto. En el Estado de México, como en la nación, AMLO nunca le tira a ganar sino sólo a competir. Él así es feliz.
Cuando fui candidato a Presidente Municipal de Huixquilucan contra los Peña y los Del Mazo, la contienda era favorable. En ese tiempo, el chalán de AMLO era Ricardo Monreal, miembro del PRD, pero también compadre de los atlacomulcos. Me negaba a recibir a AMLO en el municipio, porque me quitaba clientela electoral. Sin embargo, llegó el día. Lo recibí en la cabecera que nada tiene que ver con el resto del municipio. Ya instalados en el presídium llegó Andrés, muy contento conmigo. Me separó del grupo y me pidió la opinión sobre su campaña: inicié con 5 puntos positivos y cuando empiezo con las críticas, el cuerpo de Andrés empieza a girar hasta darme la espalda.
Empieza el mitin. A los 6 minutos se acerca Ricardo Monreal con un papelito diciendo que el tiempo había pasado. Detengo el discurso por unos segundos, rompo el papel, lo aviento sobre el podium y continué hablando durante 20 minutos,
El día de la contienda electoral mis representantes fueron copados con cinco mil pesos por no presentarse, Nosotros les habíamos dado 200 pesos que el IEEM nos entregaba para traslado y comida. El fraude se cometió a través del representante del PRD en el Estado de México, Ricardo Monreal, que siempre se ha alquilado para elecciones
Viene el día de la elección: se repetirá la historia.