Fuego Cruzado | Saúl Monreal: Desafío al sentido común y a su partido
CUAUHTÉMOC CALDERÓN GALVÁN
En días recientes, el senador Saúl Monreal Ávila ha manifestado públicamente su intención de contender por la gubernatura de Zacatecas en 2027, a pesar de que su hermano, David Monreal, ocupa actualmente dicho cargo. Esta declaración ha generado una oleada de críticas y burlas en redes sociales y medios de comunicación, evidenciando un profundo rechazo hacia lo que muchos consideran una práctica nepotista y una afrenta a los lineamientos establecidos por su propio partido, Morena.
Incluso Ricardo Monreal, patriarca político de la familia y principal arquitecto de su ascenso al poder, declaró que «se vería mal» que Saúl herede la gubernatura de David. Estas palabras, más que una crítica genuina, parecen un intento de desmarcarse del evidente rechazo social y del desgaste que ha sufrido la “marca” Monreal en Zacatecas. Sin embargo, la sola necesidad de hacer esta aclaración es un reflejo del repudio generalizado que ha generado la posibilidad de que otro Monreal continúe con la misma línea de gobierno.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara en su postura contra el nepotismo electoral, promoviendo una reforma que impide que familiares directos sucedan en el cargo a un gobernante. Aunque dicha reforma fue aprobada en el Senado, su implementación se pospuso hasta 2030, gracias a la intervención de Morena y sus aliados. Este aplazamiento ha sido percibido como una maniobra para beneficiar a políticos como Saúl Monreal, Félix Salgado Macedonio y Ruth González, quienes buscan suceder a sus familiares en el poder.
La reacción pública no se hizo esperar. Usuarios en redes sociales han tildado la aspiración de Saúl Monreal como un claro ejemplo de nepotismo y falta de ética política. Comentarios sarcásticos y memes inundaron las plataformas digitales, cuestionando si la familia Monreal considera a Zacatecas como su patrimonio personal. Columnistas y analistas políticos han señalado que este tipo de actitudes refuerzan la desconfianza ciudadana hacia la clase política y debilitan la credibilidad de Morena como partido que promueve la transformación y la justicia social.
Lo preocupante no es solo la aspiración de Saúl Monreal, sino lo que representa dentro de una lógica de poder que ha normalizado lo que antes era una excepción. Décadas atrás, era escandaloso ver a un familiar dentro de una estructura administrativa; hoy, la regla es buscarle un espacio en cualquier resquicio de poder. Mientras que en los años noventa, la política mexicana —aunque lejos de ser perfecta— mantenía ciertos límites y un mínimo de recato, en Zacatecas y en México esa prudencia ha desaparecido. Ahora, el control del poder se traduce en una maquinaria de beneficios familiares sin restricciones, donde la simulación es la única estrategia de contención ante la indignación pública.
Saúl Monreal justifica su candidatura con el argumento de que él salió a buscar el voto y lo ganó, pero lo que no se dice es toda la infraestructura política, económica y de intereses que ha sido construida por su hermano Ricardo y que ha beneficiado de manera directa a decenas de familiares. Sus condiciones económicas no coinciden en absoluto con los recursos obtenidos por salarios públicos. En algunos casos, ni siquiera existe una actividad comercial pública que justifique su nivel de vida. Ranchos, construcciones, viajes, onerosos festejos y un estilo de vida imposible de sostener con dinero honesto son parte del legado de una dinastía que ha hecho del poder su mejor negocio.
Resulta alarmante que, pese al evidente descontento social y a las directrices de su partido, Saúl Monreal insista en su candidatura. Este desafío va en contra del sentido común, además de poner en entredicho la cohesión y disciplina interna de Morena.
Es imperativo que los políticos comprendan que la ciudadanía está cada vez más informada y menos dispuesta a tolerar prácticas que perpetúan el poder en manos de unas cuantas familias. El rechazo hacia el nepotismo no es una moda pasajera, sino una exigencia legítima de una sociedad que clama por transparencia, meritocracia y verdadera representación. Si Saúl Monreal y otros políticos en situaciones similares continúan ignorando este clamor, es altamente probable que enfrenten una realidad adversa en las urnas en 2027.
La política debe ser un espacio de servicio público, no un negocio familiar. Es momento de que quienes ostentan el poder escuchen a la gente y actúen en consecuencia, antes de que el descontento se traduzca en un voto de castigo que podría redefinir el mapa político de Zacatecas y de todo México.
El fuego sigue ardiendo.
Nos leemos el próximo lunes.