Fracaso de la consulta, síntomas de hartazgo y decadencia
JACOBO CRUZ
Fueron 500 millones de pesos desperdiciados los que se gastaron del erario en la consulta popular del 1 de agosto. Los números demuestran que fue un rotundo fracaso y lo que sigue es esperar cuál será la reacción del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), porque sin duda alguien pagará los platos rotos después de los resultados fatídicos.
Quien desde antes estaba en la mira del mandatario es el Instituto Nacional Electoral (INE), encargado de la tarea, que por mientras dio los resultados del conteo rápido: el porcentaje de participación osciló entre el 7.07 y el 7.74 por ciento, lo que significa que apenas votaron 6 millones 544 mil 944 mexicanos, cifra que no son los 30 millones que AMLO obtuvo en el año 2018, comparación necesaria en términos políticos.
El criticado INE cumplió. De las 57 mil 077 mesas receptoras programadas se instalaron 57 mil 14, el 99.98 %, pero fue la gente la que ya no cree en la transformación. Por su parte, los especialistas habían adelantado que para que la consulta fuera vinculante se necesitaba la participación del 40 por ciento de integrantes de la lista nominal, es decir, el voto de 37.5 millones de ciudadanos, meta que no se alcanzó ni aún con el embarazo de las urnas que sucedió en algunos lugares.
Recordemos que con la consulta se pretendía que todos dieran el “Sí” para investigar los crímenes cometidos por los titulares del ejecutivo en los sexenios que abarca desde Carlos Salinas de Gortari, hasta Enrique Peña Nieto causando críticas de amplios sectores que consideraron que el ejercicio aparentemente democrático era una burla al pueblo de México “porque la ley no se consulta, sino que se aplica”.
Los conocedores del tema siempre sostuvieron que debe ser la Fiscalía quien, en el ejercicio de sus facultades, es quien debe determinar si hubo corrupción, abuso de autoridad y enriquecimiento ilícito por parte de los expresidentes o de cualquier otro funcionario público sin tener que recurrir a esta acción que aunque aparenta ser continuidad de la democracia más bien es la ejecución del capricho y de la visión particular del mandatario federal.
Pero lo cierto es que la consulta le permite a AMLO descargar la responsabilidad del gobierno sobre las espaldas de la ciudadanía y mantenerse en campaña permanente para llevar a cabo los propósitos de la transformación, que a casi tres años de mandato aún no queda claro hacia dónde nos conduce.
Creo que este es el ejercicio que se impulsó como el más formal ejecutado por el INE, pero recordemos que esta es la práctica del tabasqueño desde que asumió el cargo en 2018, aunque los anteriores los hacía de forma más económica y a mano alzada. En Zacatecas, por ejemplo, lo hizo en una de sus primeras visitas a la entidad con el tema de la presa Milpillas, proyecto que ya presentaba oposición pero que se obstaculizó mayormente por su responsabilidad al azuzar a los presentes en el mitin, eliminando toda posibilidad de que se realizara el proyecto que a largo plazo podría y puede resolver la escasez de agua en la entidad demostrando la irracionalidad de López Obrador ante iniciativas de quienes considera sus oponentes políticos.
Lo que se vivió el domingo en todo el país, también se reflejó en Zacatecas. Según los datos del INE, se instalaron 737 mesas receptoras que fueron atendidas por dos mil 211 ciudadanos. Pero lo interesante es que de un millón 216 mil 320 ciudadanos que tenían derecho a emitir su opinión sólo participaron 41 mil 136 personas, tan sólo el 3.38%; de ellos, 40 mil 236, el 97.8%, optaron por marcar el Sí, mientras que 741, el 1.8% dijeron que No y claro que también hubo boletas anuladas, siendo 159 en total, el .38%.
Así se lee la negativa de los mexicanos a seguir participando en los experimentos de AMLO que han salido muy caros económica y socialmente. El fracaso total en la jornada del 1 de agosto demuestra que la gente está harta de la 4t, hecho que ha encendido los focos rojos para el proceso electoral del 2024 que ya está en puerta, por lo que seguramente el presidente está ideando otro acto circense para mantenerse en escena dado que la lucha anticorrupción para transformar a México ya no emociona a nadie.
El hartazgo social reflejado en cifras es otro indicador de que los mexicanos ya no debemos seguir tolerando acciones como esta donde se gasta dinero que puede usarse en el arreglo de calles intransitables, por lo tanto, debemos unirnos para exigir se paren el derroche y la polarización del país seguros de que el modelo que llevó a AMLO al poder está desgastándose muy rápido y a menos de tres años se encamina a la extinción de su invento.