Fiestas y regalos, evasión temporal de la realidad

JACOBO CRUZ

Con la celebración del Día de los Reyes Magos está finalizando una serie de eventos tradicionales de México, periodo también conocido como Guadalupe – Reyes, que comprende desde el 12 de diciembre hasta el día de hoy 6 de enero. Estas son fechas donde se renueva la fe con la visita al santuario de la Virgen de Guadalupe en la Ciudad de México y se refuerza con la nochebuena y la navidad referentes al nacimiento del redentor de la humanidad hace más de 2 mil años en Belén, Palestina.

Pero eso no termina allí, luego vienen los regalos que reciben los niños como representación de Melchor, Gaspar y Baltazar, los tres reyes que hace referencia la Biblia, quienes rindieron honores al Niño Jesús; y se extiende hasta el 2 de febrero, Día de la Candelaria, con la tradicional tamaliza, café o champurrado, que provocan convivencia y acercamiento de las familias.

Las fiestas y regalos de la temporada, son la evasión temporal de la realidad, porque es innegable que han aumentado los problemas sociales que afectan a los mexicanos. Tomando en cuenta los ingresos económicos con lo que se satisfacen las necesidades materiales-espirituales está claro que los pobres carecen de los medios suficientes para asegurar el alimento diario, el vestido, la salud, etc., provocando que millones de personas están sumidas en la pobreza y pobreza extrema, como producto de la injusta distribución de la riqueza social producida por toda la sociedad.

Pero la clase rica y la política, -que siempre se alían para sacar provecho de toda ocasión- lo saben bien, por lo tanto usan estas fechas como un recurso a su favor promoviendo un discurso encaminado a buscar la paz y agrandar la fortuna ofreciendo todas las mercancías que se necesitarán, explotando el sentimentalismo porque si el ser humano sufre desprotección, insatisfacción y desorientación acude a elementos religiosos buscando consuelo a sus males, protección y ayuda.

Este fenómeno ha existido desde tiempos inmemoriales como parte de la explicación mágico-religiosa (sobrenatural) ante eventos que eran desconocidos por el hombre, lo que más tarde derivó en el politeísmo (creencia en muchos dioses), para luego pasar al monoteísmo (creencia en un solo dios), ente que reunía facultades como la omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia), por lo que junto con ello sucedió la evolución de las distintas etapas de desarrollo de la sociedad y de las distintas religiones en el mundo.

Con el transcurso del tiempo esta situación fue bien aprovechada por las clases sociales dominantes en cada modo de producción que ha experimentado la sociedad humana, de tal forma que la religión se convirtió en un instrumento de dominación del hombre por el hombre. La finalidad fue tener sometidos y trabajando a los subyugados en beneficio de sus explotadores. Por ejemplo, durante el esclavismo se consideró a las personas como piezas o animales que podían ser vendidos para ponerlas a trabajar en provecho de la clase poderosa de entonces.

Para la época actual, con un sistema capitalista dominante en la mayor parte del planeta, el reto es frenar la desmesurada concentración de la riqueza social producida entre millones de obreros y proceder a un reparto más equilibrado del ingreso para bajarle presión a la polarización creciente que hacen temer una explosión social de grandes proporciones. Ya está claro que la excesiva concentración del ingreso es la causa de la desigualdad y la pobreza y por tanto de la inconformidad social.

Pero las medidas que se ensayan para controlar la catarsis que pone en riesgo al sistema en su conjunto se replica en entidades pequeñas por ser parte del todo, así es como se explica que ante la crisis se promuevan manifestaciones religiosas alentadas y mucha veces financiadas por el gobierno con recursos del erario.

Por eso vemos que autoridades de distintos niveles de gobierno se muestran como fervientes hombres de fe religiosa que no solo participan en rituales públicos, sino que además se convierten en los principales promotores de la instalación de santuarios con monumentos gigantescos representando a figuras de gran valor para el fervoroso pueblo mexicano y la iglesia.

Es importante analizar cómo las autoridades civiles aprovechan esta condición para descargarse de su responsabilidad legal de procurar acciones que se deriven en el bienestar material del pueblo que se traduzca luego en paz y tranquilidad que necesitan las familias.

Pero por el contrario, lo que observamos es hasta complacencia de las autoridades con las políticas de supresión de las partidas presupuestales por parte del gobierno federal, con lo que antes se atendía la carencia de obras elementales como para llevar agua entubada para consumo de la gente o para la eliminación de desechos humanos a través del drenaje sanitario y para la pavimentación de calles, entre otras, porque no se puede vivir solo de fe, sino que urgen acciones materiales concretas que propicien el desarrollo común disminuyendo los conflictos sociales y dejando que la población decida libremente el pertenecer a cualquier credo religioso, no por temor o agradecimiento a Dios, sino con plena libertad teniendo satisfechas las necesidades humanas.

Pasadas las fiestas, la realidad se impone y salimos de esa burbuja artificial del capitalismo mexicano, edulcorado con los datos fantasiosos del presidente López Obrador que desde Palacio Nacional niega las calamidades como la migración, la inseguridad, el desempleo, las masacres, el alza de los precios que azotan al país y que exigen que el pueblo se politice, se eduque y organice para luchar por una patria más justa con todos.