Estupidez, el otro virus 

RAÚL MANDUJANO SERRANO

Estamos de regreso –expresa el hacedor de las fábulas de la contingencia-. Lo que no alcanza a comprender es porqué él, y millones más en el mundo se preocupan mientras de que otros más pasean como si no pasara nada. Se debe sin duda a problemas del mensaje, a barreras existentes en la comunicación, vamos, a la estupidez de los receptores.

Bertrand Russell decía que el problema con el mundo es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas. Parece que así es. En la fase 3 de la epidemia que agobia al planeta, la excusa de la pobreza es el reto principal de la sociedad. Se explica el amanuense: el gobierno había sido condescendiente porque no esperaba daños en la salud graves y procreó la idea de otorgar apoyos financieros para la gente, miles de millones, pero no se ven en la calle.

El segundo factor fue la piedad social. Que aquellos que no salen de su hogar y tienen ingresos seguros, se solidarizaran con los que menos tienen y les compraran. Lo hicieron para apoyar la economía interna, la de las familias, pero se propició que casi todos anduvieran en la calle y se incumpliera el objetivo de resguardarse y evitar la propagación. Hoy la economía está fracturada y el remedio está en garantizarle a la gente, a los comerciantes informales y a los desempleados, dinero, el mismo que no tienen porque las reglas de operación para liberar los recursos van acompañadas de burocracia.

El tercero es la estupidez de quienes aún consideran que la pandemia es un complot organizado en altas esferas por los chinos y Estados Unidos. Que no es creíble y al final, nada pasará, pero estaremos invadidos de productos de importación. Esa necedad, por ejemplo, a nivel internacional, ocurrió cuando se dio a conocer por fuentes de la Casa Blanca al The Washington Post, que Trump sabía desde enero que en China había brotado un virus desconocido, potencialmente letal y muy contagioso. Al igual que su homólogo chino, Xi Jinping, el presidente de EU reaccionó de la forma más estúpida posible: guardó silencio y no hizo nada, y cuando la epidemia llegó al país, mintió a los ciudadanos acusando a Pekín de no haber avisado a tiempo al mundo de la existencia del “virus chino”.

Colofón. – Los problemas de la comunicación

Mientras degusta de un plato de pozole delicioso del Linaloe, allá por la colonia Independencia (se vale el comercial por lo rico que está muy al estilo Guerrero), el periodista del infortunio entiende que el otro virus está en el mensaje, en cómo los ciudadanos reciben la información y a través de qué canales. Sigue la estupidez cuando crucifican a los medios de comunicación sólo por ser críticos del gobierno de Andrés, y algunos supuestos “defensores” del presidente son capaces de “movilizar” a sus seguidores para “bloquear” a algunos medios incómodos, dejando un escenario con fines políticos, convirtiendo una crisis económica y de salud, en una cortina de humo negligente.

Como refiere el periodista Fran Ruiz: La lección de esta pandemia es, primero, que debemos exigir a nuestros gobernantes y legisladores que se destine el dinero a la salud pública, la investigación científica y a educación; y la otra, que esta epidemia pasará, pero, si seguimos mirando estúpidamente a otro lado y no hacemos caso de las alarmas de la comunidad científica sobre el cambio climático, asistiremos a una catástrofe que sí será irreversible… Hasta otro Sótano.

Twitter: @raulmanduj