Estoy viva

GILDA MONTAÑO

Llego tarde al Estado de México. O temprano. Aún no lo sé. Pero sí que es mi hogar escogido. Lo que veo, pienso, siento, amo: está ya aquí. Y en eso está sumergida mi existencia. Y entre ésta, todos los soles, tiempos, distancias, amores, y brillantez de la mitad de mi vida. Entre otros, hay amigos: políticos mexiquenses a los que vi crecer. De mil años para acá, los he visto hacer mil cosas y media: dar vueltas, ir, venir, permanecer, partir. A todos los conozco. Y todos a mí.  después de llegar de sopetón y sin previo aviso, aquí siguen, aquí sigo y eso es para mí, mi privilegio.

A veces es oportuno escribir algunas cosas de ellos, de ellas. El hecho de que estén en el candelero, nos hace revivir, y repensar lo que habrá de sucedernos, porque somos enteramente responsables de nuestras decisiones. Por nosotros están ellos.

Recojo algunas ideas, escritos silenciosos y trascendentes de quienes han hecho la historia de este Estado. Hoy quiero referirme, hacer hincapié, en mujeres de excelencia. En aquellas que algún día me enseñaron la excelencia de sus escritos. Hicimos juntas, hace años 13 números de nuestra revista: El Tintero de las Musas, que volverá a salir pronto. Ellas están llenas de luz y de amor. Muchas ya partieron. Por supuesto que somos mujeres políticas mexicanas quienes escribimos en lo que alguna vez pensamos que sería nuestro Tintero. Pero pensamos, y ciframos nuestras vidas con filigranas de oro. Tejemos con esmero nuestra historia.

Somos poetas o filósofas. Periodistas o historiadoras. Columnistas o escritoras. O todo esto junto. Somos seres pensantes que, a lo largo del tiempo y la distancia, hemos trascendido. Habrá algunas que cuenten sus vivencias. Otras, que repitan una y otra vez, de distintas maneras, lo que han escrito por años. Más aún, que establezcan parámetros de pulcritud en sus actos: no más con decir lo que piensan, rompen paradigmas.

Los periodistas somos quienes nos dedicamos a comunicar los acontecimientos de un personaje, de un lugar, de un hecho político, de un triste momento; de hacer la crónica de un festival o una pieza teatral o una buena película:  o escribir un poema que irradie amor… es un buscar las palabras adecuadas colocándoles el estilo propio de quien lo cuenta, como una pequeña historia. O quien gana las encuestas para ser la o el gobernador de este lugar. Y así comienza la narración de la historia del periodismo en la capital del Estado de México. Porque aquí, hace años se escribe la luz.

La comunicación es la actividad humana por excelencia que ha sido usada por siempre y desde siempre, con muchos fines; entre otros, en la política al darle sentido a la información, a la publicidad, la propaganda, las relaciones públicas, y por supuesto, a la opinión pública. La comunicación social y el periodismo son uno de los fenómenos de la intelectualidad, del pensamiento y la cultura de mayor importancia en todos los pueblos y naciones.

Gracias a la institución social que es el periodismo, ha habido luchas interminables, planteamientos inconmensurables porque los periodistas son los portadores de la libertad, de la verdad objetiva, son quienes deben interpretar al pueblo y, en muchas ocasiones, señalar los errores de los gobiernos en todos sus niveles.

Los periodistas son vigilantes, son atisbos, son los que arriesgan su vida. Son portadores de la bandera de la libertad y deben ser protegidos y cuidados permanentemente por la sociedad.

Ellos, no necesitan un día de homenaje, como es hoy, día de los periodistas. Necesitan respeto, que deben tener cada minuto, todo el tiempo. No sé si es por las redes ahora, que todos nos enteramos de todo. Pero la cantidad de compañeros desaparecidos es terrible. No es justo. Ni para ustedes ni para nosotros. Cuídenos.

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