El ¡Viva México! dividido
RAÚL SILVA
En las tierras del tío Sam, los mexicanos, nos quedamos con las ganas de festejar a lo grande el 205 aniversario de nuestra independencia. Fue un día de trabajo normal, eso sí recordé las delicias de nuestra inigualable gastronomía.
El 15 de septiembre comí enchiladas con su lechuga y queso en casa, y cené unas flautas de papa en el trabajo. Había un poco de fervor patriótico entre los mexicanos, nada extraordinario, pero se sentía ese amor a lo nuestro.
Una de las señoras que trabaja le dice a otra: andamos felices porque hoy es el día de la independencia de México, a lo que responde su interlocutora: Aquí no somos mexicanos, somos gringos.
Afortunadamente, son pocos los que ya no se avergüenzan de nuestras raíces, pues en cada rincón, en cada ciudad de Estados Unidos se celebró y escuchó el grito de ¡Viva México!
El fin de semana previo al 15 de septiembre las organizaciones inmigrantes realizan un sinfín de eventos como desfiles, noches mexicanas, conciertos gratuitos.
La nostalgia por estar en México pesa en estas fechas, y tan solo el escuchar las canciones rancheras provocan un halo de tristeza en mi, sentimiento que experimentan muy seguramente todos los paisanos de aquí.
De acuerdo al informe del Migration Policy Institute, en Estados Unidos habitamos alrededor de 12 millones de mexicanos, lo que representa el 4% de la población total estadounidense.
Hay 3 ciudades en Estados Unidos que pueden considerarse mexicanas por el número de paisanos que radican en ella: Los Ángeles, Chicago y Dallas.
Los mexicanos de este lado festejamos nuestra herencia el fin de semana previo al 15 de septiembre, pues aquí este día es como cualquier otro, menos para nosotros que de una u otra forma nos la ingeniamos para gritar ¡viva México!
En Los Ángeles, la ciudad con más mexicanos, desde hace 69 años se realiza el tradicional Desfile del Este de Los Ángeles.
Es uno de los eventos más representativos que recorre las avenidas César Chávez, Mednick y Gage. En este desfile participaron los clubes migrantes de Zacatecas y la representación del gobierno zacatecano en Los Ángeles.
Además los residentes mexicanos de ciudades angelinas como Santa Ana, Anaheim, Centro de Los Angeles, Lynwood, Inglewood, Plaza México, entre muchas otras festejaron las fiestas patrias con variedad de actividades.
Los mexicanos que vivimos en Estados Unidos estamos inmersos en una realidad alterna, aquí el 15 de septiembre es de fiesta y tradición, mientras que los de allá (México) viven tiempos borrascosos.
La dirección que ha llevado la administración pública mexicana ha llevado al presidente Enrique Peña Nieto a tener el nivel más bajo de popularidad entre la población desde su llegada a Los Pinos en 2012.
Un estudio realizado por el centro de investigación Pew Research, con sede en Washington, indica que la imagen del presidente ha caído por los escándalos y las controversias en que se ha visto expuesto.
El 44% de entrevistados, en una encuesta realizada en México, dijo tener una imagen favorable a Peña Nieto, en contraste con el 51% de aprobación que tenía en el 2014.
El pasado grito de independencia del zócalo capitalino fue uno de los más grises en su historia, pues se realizó en medio del descontento social que actualmente impera en el país.
Las redes sociales se convirtieron en la válvula de escape para las quejas en contra del gobierno de Peña Nieto. Se promovió una campaña para que la gente dejara de asistir al tradicional grito y demostrar su decepción al mandatario.
Los medios de comunicación en español de Estados Unidos publicaron que Peña Nieto le sufrió esa noche del 15 de septiembre cuando voces del pueblo se alzaron en su contra para desdeñarlo y reclamarle su incapacidad política.
Ello sin contar el acarreo de gente del Estado de México para abarrotar la plancha del Zócalo, por tanto, de poco sirvió la tan esperada presentación estelar de la banda la Arrolladora Banda El Limón, ni el despliegue de fuegos pirotécnicos.
Miles de ciudadanos inconformes desplegaron una cruzada para alentar al pueblo y no festejar las fiestas patrias, tras el enrarecimiento del clima sociopolítico que vive México, y las cuentas pendientes de la actual administración priísta.
Entre ellos, destacaron la desaparición de los 43 jóvenes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, el asesinato del fotoperiodista Rubén Espinosa y la adquisición de una mansión valuada en 6 millones de dólares.
Al parecer, la campaña tuvo eco únicamente en Guerrero, el corazón de la tragedia, donde los habitantes desistieron de ir a dar el grito, y algunos alcaldes se negaron a seguir la tradición en solidaridad con los padres los normalistas desaparecidos.
No quiero pensar que somos un pueblo conformista, pues ante tanta insatisfacción social que sigue, todo se queda en una denuncia mediática, sin que se tomen medidas y acciones contundentes.
Ya Guatemala nos puso el ejemplo que si es fácil tumbar a los malos gobiernos, a los corruptos y a los ingobernables. Lo hizo con Otto Pérez.
Entonces que espera el México real para levantarse en armas y dar el siguiente grito de independencia?. Los inconformes tienen la oportunidad de iniciar la sublevación, no como acto de rebeldía sino de justicia social.
Los dichos se inventaron por algo y es lamentable que siga tan vigente este: “el pueblo tiene el gobierno que merece”. Más lamentable es aun que los mexicanos no tenemos memoria. No la hacen una y otra vez, pero siempre volvemos a votar por los mismos sin mayor pudor.
Hay tanta gente que se la pasa quejándose de los malos gobiernos, que pese al malestar ciudadano que dicen profesar, acuden a los espectáculos que organizan para distraer la atención del pueblo.
A la primera provocación acuden a adular al gobierno en turno, ¿Quién los entiende? ¿Dónde quedó el descontento? ¿Y la congruencia?.
Pocos entienden la inteligencia del estado mexicano, como siempre implementan su arma romana: “al pueblo pan y circo”. Es la mejor forma de distraerlo.
El mejor ejemplo lo dieron los quejumbrosos que acudieron a ver a Ramón Ayala en la plaza de Arma de Zacatecas y a la Banda el Limón en el zócalo capitalino.
Me pregunto, ¿Cuál sería el escenario si se armara otra revolución contra el gobierno? ¿Actuaría como lo hizo en los años 60 con la matanza de Tlatelolco?, total se trata del mismo régimen político. La duda está en el aire. Y mientras tanto ¡Viva México!