El trabajo doméstico, dique para la igualdad
La desigualdad sigue siendo el sello que marca el presente de la población femenina mundial; desde Suecia hasta México, las condiciones de discriminación por el simple hecho de nacer mujer, siguen siendo una constante en las sociedades, trayendo consecuencias desastrosas para el desarrollo mundial.
Aun cuando hay avances significativos en el reconocimiento de los Derechos Humanos femeninos, no se ha logrado desterrar la visión discriminatoria hacia las mujeres, confirma el estudio que en días pasados dio a conocer el Banco Mundial, primer análisis de este instituto económico que en 30 años dedica un informe para evaluar la relación de género y el desarrollo humano. No hay desarrollo humano posible manteniendo la desigualdad de las mujeres.
Si bien las mujeres hemos avanzado sustancialmente en educación, trabajo remunerado, salud y participación política, la distribución de las tareas del hogar como responsabilidad femenina sigue prácticamente inamovible en todo el mundo, convirtiéndose en el dique para la igualdad femenina.
En nuestro país, según el informe del Banco Mundial, tres cuartas partes de las tareas domésticas siguen siendo responsabilidad de las mexicanas.
La sobrecarga del trabajo doméstico de las mujeres sigue obstruyendo no sólo su desarrollo sino también de su entorno, pues el tiempo que ellas destinan para resolver las tareas domésticas y el cuidado de las personas va en contra del desarrollo de sí mismas.
Juega entonces el trabajo doméstico el papel de ancla, pues ellas siempre tendrán menos tiempo para capacitarse, educarse o actualizarse en el trabajo, para informarse, para participar públicamente y para el trabajo remunerado; por ello no es casual que los peores empleos a destajo siguen estando del lado femenino, porque con ellos las mujeres logran “conciliar” la vida pública y la familiar.
Mantener la sobrecarga del trabajo doméstico en las mujeres también implica mantener un dique para el desarrollo de la humanidad. Construir la igualdad de las mujeres traería como resultado mayor productividad agrícola y en el empleo, asegura el Banco Mundial y afirma que “la igualdad de género es una política económica inteligente”.
La construcción de la igualdad de las mujeres pasa por la creación de política pública, por desgracia la falta de entendimiento de la perspectiva de género ha hecho que se desarrollen acciones que van totalmente en contra de ello y siguen reforzando el ancla para las mujeres del trabajo doméstico y del cuidado de las personas.
Un ejemplo de la falta de entendimiento es seguir la construcción de “guarderías para las madres trabajadoras”; por ello se puede presentar como política pública a favor de la igualdad la construcción de guarderías en las fuerzas armadas, como lo mostró la tesorera de la Federación, Irene Espinosa, durante la presentación del informe.
En 2004 existían alrededor de 15 millones de menores de seis años, de ellos, 73.3 por ciento estaban cuidados por sus madres; 16.9 por ciento por familiares cercanos; 2.3 por ciento acudía a guarderías públicas o privadas, y el 2.2 por ciento está al cuidado de una niñera.
La política pública tendría que lograr que el Estado garantice el derecho de los menores de edad al cuidado y desarrollo a través de estancias infantiles, donde tanto el padre como la madre puedan registrarlos.
Esto liberaría a millones de mujeres y construiría la responsabilidad paterna para involucrarse en la crianza de su descendencia, permitiría que las mujeres contaran con tiempo para un mejor desarrollo personal y generaría un mejor desarrollo humano.
*Directora general de CIMAC.