El segundo piso… de la corrupción: la obra que nadie pidió, pero muchos cobrarán

JORGE RADA LUÉVANO

Estuve conversando con un sujeto bastante agradable; intercambiábamos ideas sobre la situación que atraviesa el lugar donde vivimos: Zacatecas. Entre puntos de vista y un buen vino tinto, surgieron temas inevitables: la sorpresiva detención del rector —noticia nacional, acusado de violación a una menor—; las máquinas de construcción —“cómo estorban”, dijo—, “ya las quitaron”, respondí, “no tenga cuidado”; la denuncia contra la candidata a la Rectoría; el globo aerostático incendiado, con un fallecimiento de por medio; el retorno de Julieta del Río y su libro, presentado en muchísimos rincones del planeta; que Sandra Cuevas, excandidata de Movimiento Ciudadano, anda escondida; que el cachorro Monreal regresó con su exitoso Jueves de Rolitas; el concierto de Matute; la descalificación de los mineros; incluso hablamos del Papa. Faltó tiempo.

Pero hubo una frase que me llamó poderosamente la atención:

“En Zacatecas, la política tiene un talento peculiar: transformar cada obra pública en un negocio privado.”

Efectivamente mi querido lector, esta vez, el protagonista de esta secuela es el famoso “viaducto elevado”, una obra que, suspendida en su provisionalidad, sigue generando beneficios… pero no para el pueblo.

La nulidad como diagnóstico de un sistema enfermo

La suspensión provisional y definitiva decretada sobre el viaducto debería ser el final de la historia. Pero no. La empresa constructora en un acto digno de Shakespeare pretende hacer valer cláusulas resarcitorias como si la nulidad del contrato fuera solo un malentendido contable.

En términos jurídicos, un contrato celebrado bajo vicios de nulidad absoluta es nulo desde su origen, inexistente ipso facto. Y, sin embargo, hoy se pretende indemnizar y pagar a una empresa por ejecutar una obra ilegal o como si un ladrón exigiera su pago por no haber podido robar, increíble.

La Suprema Corte ya ha sido clara: “El contratista no puede exigir contraprestación cuando participa en actos administrativos viciados de nulidad absoluta.” Pero en Zacatecas tenemos un ejemplo evidente de que la ley les vale. Las suspensiones provisionales y definitivas desobedecidas en el serial taurino, ¿recuerdan? O los miles de juicios de amparo concedidos a favor de jubilados y pensionados del Issstezac. O una carpeta de investigación por homicidio y robo contra un presidente municipal. ¿A poco quiere más? Podría seguir meses escribiendo sin parar. La verdad, no terminaría.

El eterno retorno de las mismas familias

Aquí no se trata de partidos políticos, sino de apellidos. Las mismas familias que han usufructuado los presupuestos estatales desde hace décadas. Cambian de colores en campaña, pero nunca de intereses en la administración. Cambian de partidos como cambian su discurso y con la facilidad con que olvidan sus promesas y recuerdan sus negocios. ¿Recuerda o identifica usted cuales son esos negocios?

La obra pública en Zacatecas no se mide en términos de desarrollo social, movilidad o calidad de vida. Se mide en función de adjudicaciones directas, fideicomisos opacos y decretos exprés que anulan los sistemas de control y fiscalización. Todo un arte de gobierno… para gobernar para unos pocos.

El costo del despojo: millones al vacío

El viaducto no ha movido ni un solo auto, pero sí ha movilizado miles de millones de pesos. Sí, ese apreciable sujeto dijo también: lo llamaron MOBI, porque más que movilizar ciudadanos, moviliza millones. Entre pagos anticipados, “avances” que no existieron y penalizaciones pretendidas, la empresa ha logrado algo insólito, dice: construir riqueza sin construir obra.

Julio César decía: “Prefiero ser el primero en una aldea que el segundo en Roma”, sí, Julio Cesar el emperador, no el guadalupense. Aquí, algunos prefieren ser los primeros en facturar obras inexistentes, aunque Zacatecas siga como una aldea olvidada.

Cuando la legalidad estorba al negocio

La técnica es simple: crear fideicomisos que diluyen la responsabilidad, decretos que “facilitan” la ejecución de proyectos sin pasar por filtros incómodos como la rendición de cuentas. En este modelo, la ley no es un marco, sino un obstáculo a saltar.

Winston Churchill lo advirtió: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Tal cual.

Una ciudadanía anestesiada

Lo más grave no es el monto de lo robado, sino la normalización del robo. Zacatecas acepta la corrupción como mal menor, resignada a ver cómo cada administración repite el mismo guion, solo cambiando los actores. #SaulVa, por cierto, dice estar en contra del segundo piso, y también reitera insistentemente “no soy un vulgar ambicioso”.

Sigamos, la nulidad del contrato es una oportunidad histórica: exhibe no solo la ilegalidad de la obra, sino el entramado de intereses que la gestó. Es el momento de decir basta, no desde la grilla partidista, sino desde la exigencia ciudadana.

Por cierto, para despedirme, lamentamos demasiado ver así a nuestra Universidad, es la demostración práctica de que, en Zacatecas, el interés colectivo es rehén permanente de las mismas élites.

Seguiremos levantando la pluma donde otros bajan la cabeza. Nos leemos en la próxima