El plan B: Pedro de León y la reedición del Monrealazo
LA SEÑORA DE BERCHTESGADEN
El beneficiario número 1
Estamos a la mitad de semana y el destape del coordinador de delegaciones de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Pedro de León Mojarro, sucedido el pasado sábado, sigue dando de qué hablar. Y es que, como siempre, con esa idea de que los mexicanos y los zacatecanos y todos, todos en general somos algo así como idiotas, nos quieren hacer creer que el buen cuñado se fue por la libre, que no le avisó al jefe de la familia, que la ambición de poder lo enloqueció pues.
Será bueno hacer un poco de memoria. Pedrito — ya les comenté que así le decimos los que lo conocemos de hace ya rato, y lo queremos y todo–, fue el artífice y uno de los mayores beneficiarios del monrealazo de aquel inolvidable para unos, maldito para otros, 1998.
Este movimiento político, que cimbró hasta al mismo Cerro de la Bufa, encabezado por el hoy diputado federal de Movimiento Ciudadano (y de Morena también), Ricardo Monreal Ávila, provocó que el PRI perdiera el gobierno de Zacatecas, y que su insípido candidato, Pepe Olvera, trascendiera a la historia política de la entidad como el candidato fallido. Pobrecito.
En ese movimiento monrealista, Pedro de León jugó un papel fundamental. Se encargó de dividir y desfondar al PRI, previo a la elección de aquel 5 de julio de 1998; y luego, su meta fue desaparecer del mapa político al tricolor en las elecciones del 2000, 2001 y 2004. Él, como poderoso presidente del PRD, y luego como secretario de la Seplader, consiguió su objetivo.
Después, se olvidó de esas travesuras y rogó por aquí, rogó por allá, tocó una puerta por aquí, y otra por allá, hasta que logró que su cuñado, el hoy jefe del Tercer Reich, despreciado por la perredista mayor y su hermosa hijita, se convirtiera en candidato del Partido Verde Ecologista y, con ello, candidato del tricolor. Lo que siguió después ya lo sabemos todos.
La jugada
El sábado pasado, el grupo monrealista en el PRI-Gobierno, integrado por Le Roy Barragán, Memito Huizar, Arturo Nahle, Paty Salinas y Pedrito, encabezado por el hoy gobernante Miguel Alonso Reyes –que en su momento fue secretario particular y privado de Ricardo Monreal–, hicieron su primera jugada de ajedrez: Implementar el Plan B ante la inminente derrota en la decisión presidencial respecto al cambio de titular del Poder Ejecutivo en la entidad.
La idea es concentrar esa inconformidad que crece como la espuma en contra de Miguel Alonso, y de su gobierno, al seno del mismo grupo político, sin importar descobijar al gris senador Alejandro Tello. Este juego persigue conformar un amplio frente opositor en contra del otro senador, no gris, sino verde, Carlos Puente Salas, quien ha crecido en las preferencias del centro (léase Enrique Peña Nieto), para suceder a Alonso Reyes.
Con la venia del Señor
Los asistentes a la taquiza de Pedro de León fueron con la bendición de quien gobierna el estado. Lo que es más, cada uno sabía lo que iba a hacer y a decir, sino pregúntenle al alcalde “en Grande”, Roberto Luévano. Así, los alcaldes suman también nombres a este grupo opositor, en el que incluyen a los diputados locales y hasta al Rector de la UAZ, Armando Silva Cháirez (que la verdad sirve para dos cosas), además de la ingenua presencia de Pepe Bonilla que, con su presencia, avaló la determinación del grupo monrealista.
Entonces, observamos una burda reedición del monrealazo en 2016, que cocina este grupo político que se ha acomodado con gran pragmatismo a los vientos que soplan en la política: Antes adulaban a Andrés Manuel López Obrador, hoy lo hacen con Peña Nieto; eran amarillos y hoy se pintan de rojo. Y si es necesario lo harán de verde.
La verdad, así, con sinceridad ¿Ustedes creen que sólo fue una comida de cumpleaños? A estas alturas ¿Quién puede confiar en la lealtad de estos bucaneros políticos?
Suenan tambores de guerra, y es que tan envalentonados andan que hasta al mismo presidente de la República, el que no vino a administrar sino a transformar a México, se le quieren poner al tu por tu y hacer valer ese famoso “veto” al que, supuestamente, tiene derecho los gobernantes estatales.
Ahora si me despido, pero prometo volver. Eso sí, sin bajarme de mis tacones.
@laevabraundezac
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