El pacto y la crisis de los partidos
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
Todos firmaron los famosos CINCO ACUERDOS:
• Acuerdos para una Sociedad de Derechos y Libertades.
• Acuerdos para el crecimiento económico, el empleo y la competitividad.
• Acuerdos para la Seguridad y la Justicia
• Acuerdos para la Transparencia, Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción.
• Acuerdos para la Gobernabilidad Democrática.
Se armó en torno a ello una estructura de alto impacto en la prensa. Con bombo y platillos fue anunciada esta unión de todos los contendientes políticos con registro, para dotar de un nuevo rumbo a un resquebrajado país.
La idea era clara: “Las reformas que México necesita no pueden salir adelante sin un acuerdo respaldado por una amplia mayoría, que trascienda las diferencias políticas y que coloque los intereses de las personas por encima de cualquier interés partidario. El Presidente de la República, junto con los líderes de las principales fuerzas políticas del país, sientan las bases de un nuevo acuerdo político para realizar estos cambios y de esta forma, culminar la transición democrática e impulsar el crecimiento económico que genere empleos de calidad para los mexicanos, y permita disminuir la pobreza y la desigualdad social”
Les duró poco el gusto: la Luna de Miel parece terminada definitivamente:
La contienda electoral de 7 de julio pasado, dejó heridos de guerra en todos los partidos. El PRI tuvo que negociar Baja California y, en su primera concertacesión entregó la entidad al PAN con la presión sumada del PRD. Por su parte, el PAN no termina de curar sus heridas provocadas en su azarosa vida interna, por el llamado Pacto por México. Cohabitan internamente las dos posiciones: la de los calderonistas -que pugnan por abandonar el acuerdo- y la de los maderistas –que quisieran seguir siendo fieles al gobierno de Enrique Peña Nieto-.
El PRD, de tigre de bengala se convirtió en gatito doméstico. Su confrontación permanente frente al poder público, que hoy se ha transformado en una alianza con el Estado mexicano, lo hizo perder votos hasta llegar a los tiempos de 1991 cuando Carlos Salinas de Gortari intentó destruirlo.
El Partido Verde Ecologista se mantiene cuidadosamente callado porque ahora es un aliado secundario. El PT y el Movimiento Ciudadano esperan la resurrección de Andrés Manuel López Obrador para reanimarse en la vida política.
Hoy el PRI es “el ganón”. Ante los reflectores nacionales y mundiales, por estar logrando acuerdos legislativos que permiten gobernar a su gusto a Enrique Peña Nieto, actual Presidente de México. El beneficio del tricolor es el deterioro de los demás partidos. Esto deberá definirse en un mes, cuando las presiones se incrementen por el reemplazo de Zambrano en el PRD –anticipado a su tiempo estatutario-.
El PAN no cantará mal las rancheras porque Margarita Zavala será una alternativa difícil de vencer en ese partido. Igual ocurre con la ex candidata a Presidenta de la República Josefina Vázquez Mota.
La crisis de los partidos provocará una dificultad mayor en el recién estrenado Gobierno de la República.