El pacto patriarcal
SARA LOVERA
No hace mucho tiempo yo podría decir, que en esta selva ominosa en la que vivimos, conocí a un personaje de la política y del sistema que para mí, por razones personales, era todo un caballero, un hombre capaz de inspirar confianza.
Ese hombre encabeza hoy un partido político donde menudean las acusaciones de algunos de sus integrantes, por estar señalados, denunciados con sustento, por ejercer violencia contra las mujeres, un partido que ha discriminado a sus militantes mujeres y que presenta candidaturas “inadecuadas” ¿qué le pasó?
Me pregunto, donde está ese hombre que yo conocí, ¿en qué ha quedado su ética y su capacidad de raciocinio?. Hablo de Dante Delgado Rannauro, líder de Movimiento Ciudadano (MC).
Hasta ahora hay una denuncia formal en contra de Juan Manuel Ramírez Velasco, el coordinador de la agenda legislativa de Jorge Álvarez Máynez, candidato presidencial, por violencia psicológica desde hace dos años, sin que concluya la investigación. Quien la padeció necesitó ayuda psiquiátrica. El hombre aplicó colopatía, presiones e intimidaciones. El goza de impunidad.
La cúpula del MC lo sabe. Así el naranja, se equipara con el partido oficialista, que contra viento y marea defiende y sigue encubriendo al senador Félix Salgado Macedonio, contra quien pesan acusaciones de violación, al menos en cinco casos, este hombre hoy está en campaña para reelegirse. En Morena la lista es larga.
Pero lo de MC es un escándalo ante el evidente encubrimiento. También existen testimonios de que el candidato presidencial tapó a un colaborador cuando fue director de un diario en Aguascalientes y él mismo es señalado por una mujer quien asegura que cuando ésta tenía 20 años, fue directamente acosada por Álvarez Máynez.
Lo que me ocupa es el testimonio sostenido en una denuncia en la Fiscalía de la Ciudad de México, de Shelley Moses, quien narra que el “brazo derecho” del candidato presidencial ejerció violencia psicológica y emocional contra ella, durante su relación de pareja. Ella le escribió al candidato, pero “no hace nada” y sí sostiene una campaña hipócrita en favor de la no violencia en contra de las mujeres.
Es ominoso que las dirigencias de los partidos políticos carezcan de absoluta ética, hagan demagogia sobre los derechos de las mujeres, cuando, en la práctica, encumbran a personajes públicamente señalados por violencia política, psicológica y física contra las mujeres.
A pesar del candado impuesto por las reformas constitucionales de 2023 hechas para prohibir a violentadores a ocupar cargos de representación popular, a ser funcionarios públicos cuando hayan sido sentenciados por violencia familiar, delitos sexuales o sean morosos en el pago de pensiones alimenticias, la famosa ley 3 de 3, ¿cuántos de estos personajes, andan tranquilamente en campaña o ya ocupando cargos?
Lo que no me deja dormir es la limitada posibilidad del Instituto Nacional Electoral, para resolver sobre estos casos y aplicar sus acuerdos, como la herramienta 8 de 8, que hace unos días publicitó para evitar que en las listas electorales se incluya a personajes denunciados o sospechosos.
Y es que, también, se amparan, en que no tienen sentencias, en un país donde se sabe que miles de miles de carpetas de investigación y casos judicializados, tardan meses y años en los tribunales.
¿Cuándo y quién sentenciará a Juan Manuel Ramírez Velasco?, mientras éste desarrolla su actividad libremente, se evade de reparar el daño, mientras la víctima ha necesitado abogados, médicos y apoyos para seguir viviendo. Quién se acordará de Félix Salgado Macedonio, ¿Quién? Y otra vez la diarrea de discursos quedará en sólo eso. Veremos.