El maromero Monreal

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

Heredero de una familia humilde, dicen sus amigos de la niñez que hasta los 12 años nunca usó zapatos; por ello cuando descendía de su curul en la Cámara de Diputados para ocupar la tribuna más alta de la Nación, caminaba como si fuera brincando surcos. Extraña condición para un suelo tan parejo como el del recinto que albergó a esta última legislatura.

Está documentado que en Zacatecas, entre él y su familia, tienen 46 propiedades, eso sin contar a los prestanombres que prácticamente ocupan, entre un espacio y otro, los siete kilómetros del bulevar principal de la capital de la entidad. Se habla de 17 gasolineras y de un puño de supercarreteras en el Estado que con prestanombres de constructoras cohabitan financieramente con el “político de Atocha” como él se hace llamar y que tiene para su haber grandes componendas.

Existe una mina con siete niveles en el subsuelo de la Ciudad de Zacatecas, pegada al cerro de la Bufa, que es un espectáculo de luz y sonido que se dice adquirió y por consiguiente, siendo dueño del subsuelo, es también dueño del Cerro de la Bufa.

Es sin dudarlo el hombre más rico del estado de Zacatecas y el más voraz de los ex gobernadores. Tiene 30 años meciéndose entre los puestos legislativos y los encargos públicos que van de posiciones municipales a gobernador en la entidad, para ahora fungir como delegado de la Cuauhtémoc en la Ciudad de México. Sólo lo rebasan los ex líderes hoy muertos de la CTM o los ex diputados o senadores del Partido Popular Socialista. Elba Esther Gordillo le “daría el ancho” pero ahora está en la cárcel. Su lema es “un hueso es un hueso” y lo ha seguido con puntualidad.

Aliado en la pasada contienda electoral de René Bejarano y del exdirigente del PRI, el lenón Gutiérrez de la Torre. Amigo del obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, y militante o simpatizante del Grupo Atlacomulco, con el que siempre ha cohabitado. Militante también del PRD durante muchos años, luego del Partido del Trabajo, ahora de MORENA, siempre de acuerdo a sus necesidades afectivas, fisiológicas, políticas y desde luego financieras, hoy ha irrumpido como un Quijote patriotero.

Va por la vida mostrando una caja con papeles, de esos que ya no se utilizan en la administración pública, para avisar a todos que hay “fraude financiero” cometido por sus predecesores en la Cuauhtémoc y ya se ha dado un paseíllo como en la plaza de Chucho Arroyo allá en la salida a Cuernavaca, para inferir que en su delegación se gastan 10 millones de pesos mensuales de gasolina.

Tomarse una foto en cualquier lupanar y decir que no dejaron muebles “ni para sentarse”, lo hace sentirse orgulloso de “ser y estar”. Viajar en el Metro colgado como perico, pero con fotógrafos diseñando las tomas se ha convertido en otra de sus predilecciones favoritas. Arribar al reloj checador para observar a los inexistentes aviadores es otra de sus obsesiones, sin darse cuenta de que los aviadores son aviadores y por lo tanto, son invisibles.

Ricardo Monreal es un escenógrafo de rancho. Le gustan las fotografías con olor a tierra mojada. Usa la mesita para dar audiencias públicas con el aire y el sol de la plaza delegacional, que le recuerdan sus ranchos zacatecanos y se dice que hasta uno en Texas.

Lo que hace Monreal no es Administración Pública. Son aspiraciones mezquinas que incluso lo conflictuan con su propio padre político Andrés Manuel López Obrador, de quien se dice es financiero. Tiene una familia de 14 hermanos: uno senador “de a gratis”, otro ex alcalde de Fresnillo, otro diputado local y los 11 que faltan todos tienen puestos en el país en administraciones priistas: la pura democracia familiar. Sólo para satisfacer legislativamente a la familia se requieren 42 años: Ricardo lleva 30 y entre los que faltan y han satisfecho su propósito, por lo menos 20 años más.

Otros delegados de Morena como Claudia Scheinbaum o Martí Batres –que es el candidato natural- también aspiran a la jefatura de gobierno. Esto genera dificultades al interior del partido de AMLO, pero Monreal es primero Monreal.

Así, entre acusaciones y amenazas de muerte, en Zacatecas se recuerda a un líder del Barzón que fue asesinado en el centro de la ciudad, funcionario de Ricardo Monreal que ni un dedo movió para la investigación.

Los escándalos serán el devenir de la Delegación Cuauhtémoc: aparecerán sin duda, el sindicato del DF, los vendedores ambulantes, los franeleros, los antros y restaurantes: que han sabido defender sus intereses limpios o sucios a través de los años. Ricardo Monreal le está buscando mangas al chaleco y las va a encontrar.

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