El fuego que baila en el cerro: un ballet de hierba seca y heroísmo

Guadalupe, Zac .- El cerro San Ramón, ese viejo testigo silencioso de los secretos de este municipio, arde. No es un incendio cualquiera, sino un espectáculo de llamas que se retuercen como bailarinas enloquecidas, devorando hierba seca y matorrales con una voracidad que parece casi personal. A las 12:50 horas, el fuego decidió hacer su entrada triunfal, y desde entonces, el paisaje se ha convertido en un escenario de caos y heroísmo.

Jorge Gallardo Álvarez, el coordinador de Protección Civil, es el maestro de ceremonias de esta operación. Con la precisión de un reloj suizo y la serenidad de un hombre acostumbrado a lidiar con desastres, asegura que no hay riesgo para la población. Pero, ¿acaso no es un riesgo en sí mismo ver cómo el cerro, ese gigante verde, se consume en llamas?

Gallardo Álvarez, imperturbable, dirige a un elenco de actores que incluye a la Comisión Nacional Forestal, el Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y Protección Civil de Guadalupe. Todos ellos, con sus uniformes y herramientas, parecen extras en una película épica, luchando contra un enemigo que no tiene rostro, pero sí un apetito insaciable.

La Fuerza de Tarea Genaro Codina también está presente, como si se tratara de un deus ex machina llegado justo a tiempo para salvar el día. Juntos, estos hombres y mujeres trabajan en una coreografía perfecta, intentando contener las llamas antes de que decidan extender su danza a otros territorios.

Pero, ¿cómo empezó todo? Nadie lo sabe con certeza. Quizás fue una colilla de cigarro abandonada con desdén, o quizás el sol, ese viejo pirómano, decidió jugar una mala pasada. Lo único claro es que, a esta hora, el cerro San Ramón es un teatro al aire libre donde el fuego es el protagonista y los bomberos, los héroes anónimos.

Mientras tanto, la población observa desde la distancia, con esa mezcla de curiosidad y temor que siempre despiertan los desastres naturales. Gallardo Álvarez insiste en que no hay peligro, pero el humo que se eleva hacia el cielo parece contar una historia distinta. Una historia de fragilidad, de cómo la naturaleza, en un abrir y cerrar de ojos, puede recordarnos quién manda aquí.

Por ahora, el ballet continúa. Las llamas bailan, los bomberos luchan, y el cerro San Ramón arde, impasible, como si supiera que, al final, siempre queda ceniza. Y sobre esa ceniza, tal vez, algo nuevo volverá a crecer.

LNY/Redacción