El EZLN en la era de Obrador. ¿Abrazos o balazos?
DAVID MONREAL ÁVILA
El tema indígena en México es mucho más importante de lo que pudiera parecer a simple vista. Han sido siglos de discriminación institucionalizada las que han relegado a las comunidades originarias, volviéndolas un simple ornamento turístico o parte de un discurso, cuando mucho; en ese contexto (y con la imposición de Salinas y el neoliberalismo) el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se levantó en armas.
Las comunidades indígenas han sufrido el despojo de sus tierras, la explotación, el olvido y la violencia del gobierno mexicano. Sobran razones para explicar la lucha armada del EZLN y la desconfianza que les genera todo lo relacionado a las instituciones gubernamentales.
El 16 de febrero de 1996 el gobierno de México firmó con el Ejército Zapatista de Liberación Nacionallos Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena, para comprometerse a modificar la Constitución y otorgar derechos, incluyendo autonomía, a los pueblos indígenas de México y los pobres del país.
Posteriormente, el 5 de diciembre del 2000, Vicente Fox envió al Senado la Propuesta de Ley Cocopa-EZLN-CNI, retomando los compromisos de los Acuerdos de San Andrés, pero del dictamen legislativo resultó una versión de la Ley Indígena que la opinión pública no conocía y fue acusada de recortar y traicionar los Acuerdos de 1996, con lo que el EZLN canceló las negociaciones.
Por estos antecedentes no es raro que el EZLN no haya dado su apoyo político a Andrés Manuel durante la campaña y haya rechazado los primeros acercamientos.
No obstante, el reto de la nueva administración es lograr acabar con estas diferencias y marcar el inicio de una nueva era, en la que la inclusión multicultural de la nación mexicana trascienda el texto constitucional y sea una realidad de nuestra vida pública.
Adelfo Regino, propuesto por Andrés Manuel López Obrador para encabezar la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), declaró que en los próximos meses se deben retomar los temas que quedaron pendientes de los Acuerdos de San Andrés, con lo que se daría el primer paso en la reconciliación social de México.
La lucha zapatista no se limita a estos acuerdos y su potencial de organización es muy grande.
Reconocemos que el EZLN tiene derecho a defender su comunidad del peligro que representa el modelo económico y político que hoy reviste democracia, pero aspiramos a colaborar para hacer que nuestro estado de derecho sea honorable y leal a sus ciudadanos.
Las armas son un derecho y quizá una necesidad debido a los antecedentes de violencia que han tenido lugar en sus tierras, pero el proyecto de nación que la sociedad mexicana suscribe, y que dio el triunfo a Obrador en las urnas, rechaza todo acto de violencia.
Con la dignidad y el respeto como fundamentos del diálogo podemos generar los acuerdos que sean necesarios, sólo hace falta voluntad y confianza, que son nuestra obligación fomentar para avanzar hacia el futuro unidos y fortalecidos.