El exhibicionismo político y el derroche

JACOBO CRUZ

El próximo 12 de septiembre será la renovación de poderes en 15 gubernaturas y sus municipios, así como en la Cámara de Diputados federal y locales dando continuidad a la vida democrática que se refrendó en las urnas con el voto popular el 6 de junio.

Faltan 61 días para eso, pero para darle candela al país el 1 de agosto el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) programó la consulta popular para saber, si debe o no enjuiciar a los expresidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

La medida anticorrupción, según AMLO, implicará gastar 500 millones de pesos del erario en lo que será un acto de exhibicionismo político que pudiera evitarse si se emprendiera un proceso judicial que lleve a una investigación minuciosa con los procesos legales y científicos que conduzcan a determinar la responsabilidad de los señalados y su obvio castigo de acuerdo a como lo marca la ley.

Pero la decisión ya está tomada y se derrocharán recursos que pudieran usarse para la compra de medicamentos de los niños con cáncer, por ejemplo y no en un espejismo que pretende apantallar a los mexicanos de que se combate a la corrupción, nada más falso.

A tres años de la transformación no se puede quitar la mancha, símbolo de su gobierno y familia, basta recordar el video que mostraba a su hermano Pio recibiendo grandes cantidades de dinero, que en su momento el mandatario restó importancia mencionando que no era corrupción, sino que se trataba de aportaciones, pero hay más.

Hace una semana se dio a conocer un nuevo video que exhibe a Martín Jesús López Obrador, el menor de los hermanos del titular del ejecutivo recibiendo 150 mil pesos en pleno proceso electoral de 2015 por parte de David León, colaborador del exgobernador de Chiapas, Manuel Velasco.

Este es otro escándalo que implica a la familia presidencial cuando Morena participó en su primera elección y que el presidente disculpó en su conferencia mañanera afirmando que los enemigos de  su gobierno lo quieren desprestigiar porque es una campaña negra de los conservadores y hasta se dijo que se trataba del pago de una tanda, donde el otro hermano incómodo participó, qué explicaciones tan pueriles.

Pero regresemos al tema de la consulta. De llevarse a cabo serían en suma 33 años que incluye calificar tres periodos de priismo, dos consecutivos de los panistas, que finalmente retomó el PRI, en suma, son más de 3 décadas de supuesta oscuridad hasta que finalmente llegó  la luz de la transformación en 2018 para consuelo de los afligidos mexicanos.

Y esto sucede cuando se esperaba el fin de la confrontación y polarización que se promueve desde la Presidencia de México usando los recursos de todos, es decir, dinero, instalaciones, canales y la tribuna que desde el 2018 López Obrador  ha usado para señalar y perseguir a sus oponentes.

Por eso los mexicanos debemos dimensionar qué ganamos con estos actos estériles, cuando estos se configuran como venganza política o cuando menos con la intención de presentarlos como lo peor y esconder así su incapacidad de lograr el país de desarrollo que prometió, al mismo tiempo que seguir sembrando temor entre los actuales gobernantes, que una vez abandonen el cargo serán perseguidos puesto que en las entidades también se emulan estas declaraciones y fórmulas.

Serán 37.3 millones de mexicanos que habrán de participar en esta farsa y responderán con un “sí o no” a la tenebrosa pregunta:

“¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?” Ante lo que parece inminente, debemos prepararnos para lo que venga después responsabilizando al presidente por ser el principal promotor del linchamiento mediático y de la polarización social.

Los mexicanos tenemos optimismo y confianza que con el cambio de poderes termine la inseguridad y la precariedad presupuestaria, esperamos que se incremente el empleo y los salarios, en fin, que alcancemos el anhelado desarrollo, pero las condiciones objetivas señalan que el país entrará a una nueva etapa de confrontación que estará muy lejos de las nuevas promesas de Morena.

Pero AMLO es un hábil político que se burla de todos, se hace el chistoso, busca palabras y frases que se le celebran, en consecuencia, urge la educación política, debemos descubrir que en el pan que le ofrece con los programas sociales está escondido el cuchillo que mata la inteligencia y evita el reclamo popular, por mientras sigue el exhibicionismo político y el derroche, al fin que los gastos corren a cuenta del pueblo bueno que le sigue perdonando todos sus excesos.