El campo no se detiene
DAVID MONREAL ÁVILA
De octubre de 2019 a junio de 2020, el intercambio de productos agrícolas con Estados Unidos arrojó un saldo positivo de 9,189 millones de dólares, según datos del Departamento de Agricultura del vecino país del norte.
Esta cifra es el resultado de restar a las exportaciones mexicanas (23,082 millones de dólares), el valor de las ventas estadounidenses (13,893 millones de dólares), que marca un saldo a favor histórico para el sector en nuestra nación.
Cabe destacar que esta hazaña no se habría podido cumplir sin el esfuerzo de los pequeños productores, quienes generan 54 por ciento de la producción de alimentos en el México, además del 80 por ciento del empleo contratado.
Ya que la pequeña producción se encarga de abastecer el mercado nacional, literalmente dando de comer a las familias mexicanas, las exportadoras han aprovechado sus ventajas competitivas para hacer de México el principal proveedor de productos agrícolas de Estados Unidos; y la gran demanda de alimentos de nuestra sociedad, también nos posiciona como el segundo destino más importante de dichos productos originarios de aquel país.
Asimismo, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), ha remarcado el importante papel que desempeña el T-MEC para el intercambio comercial de alimentos en la región y su relevancia durante la emergencia sanitaria, pues gracias a él se han intensificado los protocolos sanitarios y fitosanitarios al tiempo que se garantiza el abasto de alimentos y se regulan demandas sociales como el aumento de salarios, la eliminación de trabajo infantil y del trabajo forzoso.
Tanto las normas sanitarias como la nueva normatividad de comercio internacional impulsarán el desarrollo de biotecnología en Canadá, Estados Unidos y México. Ejemplo de lo anterior es el desarrollo de vacunas para inhibir el brote de la enfermedad hemorrágica viral de los conejos que se ha presentado en el norte de nuestro país, y que el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), lleva a cabo.
Para las autoridades mexicanas, el rescate del campo implica no sólo el aumento de la producción, sino la redistribución de los recursos focalizada en apoyar a los pequeños productores, quienes además de aportar el mayor volumen de alimentos, son quienes resguardan la biodiversidad y los valores morales y espirituales que ancestralmente han permitido nuestra subsistencia.