Educación pública en litigio
MANUEL IBARRA SANTOS
La educación pública, considerada no una mercancía y sí un bien social, que debiese servir para crear horizontes incluyentes de libertad, desarrollo y bienestar (jamás para alentar la confrontación), hoy, producto de la implementación de la reforma nacional en la materia, se encuentra en una disputa violenta que, como una encrucijada, ha dividido a la Nación. En Zacatecas ésta ha creado una serie de tensiones y contradicciones, encarnados en rezagos ancestrales, que es menester superar con una propuesta sensible, viable y responsable. Es tiempo de cerrar la puerta a la simulación, la improvisación y la intolerancia.
En un escenario de profundo litigio violento se encuentra la educación pública mexicana y su disputa es, lo mismo, entre grupos, concepciones y proyectos, lo que ha conducido a su polarización. Ese particular contexto exige un espacio de mayor entendimiento y diálogo.
La actual reforma educativa nacional puede ser considerada, efectivamente, una de más radicales en la historia del país, no sólo por sus implicaciones constitucionales, sino básicamente por que ha tocado una fibra sensible de las relaciones laborales del magisterio: la condicionada permanencia en el servicio docente.
En más de 200 años de historia de vida independiente, en el país se pueden narrar más de 15 grandes reformas educativas. Y en ellas, Zacatecas desde 1831 con Francisco García Salinas aportó el componente del respeto al federalismo.
En torno a la reforma educativa nacional en vigor, dos concepciones se enfrentan enconadamente por imponerse: 1).-la evaluacionista que sostiene que los resultados escolares y los rezagos educativos son atribuibles exclusivamente al desempeño del docente y por tanto, hay que evaluarlos como lo recomienda la OCDE, y en donde el profesor trabaja mejor en forma condicionada; y 2).-la visión de corte funcional que afirma (al igual que Emilio Durkheim) que los contextos sociales, familiares y escolares determinan el aprendizaje. En esta visión el desempeño de los profesores es sólo uno más de los muchos factores del proceso educativo. Hay que encontrar puntos de encuentro entre ambas visiones.
En este escenario nacional de polarización, Zacatecas tendrá con inteligencia que poner en contexto la atención de sus prioridades educativas y saltar la trampa violenta de la confrontación. La propia Ley en la materia contempla espacios para privilegiar el federalismo escolar, que ayude a superar los pasivos financieros y los rezagos cuantitativos y cualitativos existentes en la educación.
Los proyectos y las tensiones educativas en Zacatecas
A lo largo de la historia del México independiente se pueden describir al menos 15 grandes proyectos educativos. Todos han dejado una huella imborrable en la vida de Zacatecas. El de la educación socialista de Lázaro Cárdenas, además de su visión racionalista, generó producto del conservadurismo clerical beligerante, un río de sangre, persecuciones y muerte en contra de los maestros rurales zacatecanos. Recordemos tan sólo a dos de esos mártires: María R. Murillo, en Tabasco, y Vicente Escudero, en Valparaíso. La actual reforma ha propiciado, asimismo, fuertes tensiones, sobre todo por la falta de conducción y a la intolerancia que prevalecieron en sus inicios. Hoy se ha procurado ampliar los márgenes de diálogo y consenso.
Por lo demás, Zacatecas se ha significado en el ámbito nacional, por ser uno de los Estados que más ha aportado en este ámbito. En 1831, siendo Francisco García Salinas, gobernador del Estado, se propuso de aquí para la Nación, uno de los proyectos de educación pública de mayor calado en la historia del país.
El nuevo proyecto educativo de Zacatecas
En Zacatecas deberá trazarse un renovado proyecto de educación pública incluyente, funcional y eficiente, que salte la trampa de la improvisación y la intolerancia.