Educación para la igualdad

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

Lo dicho, hay un mar de fondo entre el discurso vacío y simplista, de oídas, sin hondura en la comprensión que ejercitan en el funcionariado, y la realidad difícil que las mujeres hemos enfrentado históricamente, desigualdad profunda que se manifiesta en la cara cruel de la violencia feminicida y el feminicidio, la violencia machista. La clave, han dicho las feministas, estás sí expertas, estudiosas, comprometidas está en la educación para la igualdad.

¿A qué me refiero? A la forma en que la secretaria de la Mujer Oaxaqueña, Ana Isabel Vásquez Colmenares, “traslada” en  discursos huecos “propuestas” que no van a ninguna parte, excepto a lo que se ha dicho repetidamente: actos mediáticos, que no contribuyen a resolver el grave problema de la desgiualdad que hoy enfrentamos todas las mujeres y, de manera grave, las niñas, adolescentes y jóvenes.

Las feministas expertas y conocedoras lo han dicho, han puesto de manifiesto la responsabilidad y su compromiso de contribuir para que se cumpla en Oaxaca, la aspiración planetaria de eliminar el sexismo de todas las instituciones, han sido y seguirán siendo impulsoras de cambios en las instituciones para favorecer la autonomía económica, política, social y cultural de las mujeres (eso que llaman empoderamiento).

No es un secreto, que reflexionar sobre las causas que mantienen vigente la organización patriarcal de la sociedad es el mejor principio para su derrocamiento, por esa razón, las especialistas y las que como otras hemos denunciando la desigualdad de las mujeres y continuaremos con la exigencia de poner en la agenda pública la inminente obligación que tiene el gobierno de Oaxaca para eliminar la desigualdad, de abolir la prostitución y erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres.

Y el otro pendiente, el casi innombrable problema social del aborto o como se dice para suavizar, la interrupción legal del embarazo, ese derecho conculcado por la ideología conservadora de derecha y hasta de la izquierda, que convierte -como dice Patricia Olamendí-, los pecados en delitos, y no se comprende como un problema social y de salud, que ha costado la vida a miles de mujeres.

En este camino, alientan las múltiples voces que reclaman justicia para las mujeres víctimas de cualquiera de las formas de violencia patriarcal, las voces que las más jóvenes han puesto en las calles, las paredes, los monumentos y los edificios contra esa violencia y que demandan su derecho al aborto, como ha hecho en las últimas décadas. Estas son indiscutiblemente hijas del feminismo de la tercera ola.

Llena de fuerza la convicción que tenemos para conseguir que la defensa de la igualdad se ubique como un asunto importante en la vida política de este estado.

Sin embargo, en Oaxaca, los derechos de las mujeres corren el peligro de convertirse en ese discurso sin fondo; vemos con pena profunda que la comprensión de la discriminación de las mujeres sigue siendo endeble en la cultura política, con claridad diremos, no la entienden.

Sí, con vergüenza y molestia profunda vemos como Ana Vásquez acomoda su discurso y hace un uso político distorcionado de la perspectiva de género. De ahí que, por ejemplo, la diputada Magaly López Domínguez la calificó como ignorante y analfabeta de género para referirse a su desempeño al frente de la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña, y puso como ejemplo una declaración en la que responsabiliza a las mujeres que protestan de la “exacerbada violencia” con que responden los hombres. Además, de que el gobierno no puede detener el feminicidio porque “no está dentro de las casas”, considerando que la mayoría de los asesinatos contra mujeres se cometen en los hogares, como dijo la funcionaria. ¡Que alguien nos salve!

López Domínguez diputada de Morena, dijo con certeza, que costo político de las pifias de la secretaria Vásquez las absorberá el gobernador Murat, sin embargo, el costo real lo pagan las mujeres del pueblo de Oaxaca. Y no se equivoca, así es, los pecados de una serán la penitencia del otro, pero las cruces las ponen las mujeres del pueblo.

El problema es que las pifias y los desaciertos siguen, se suman, lo que comprueba que hay vacíos intelectuales, que no se trata de repetir qué es género y cómo se come, qué es la violencia feminicida o el patriarcado…No, es mucho más.

Así en un nuevo capítulo de su protágonica gestión, y bajo el supuesto de actuar “en nombre” de la desigualdad de las mujeres, Vásquez Colmenares ha logrado movilizar no solo al director del CECyTEO – Paulo Tapia Palacios- sino al mismísimo gobernador Alejandro Murat Hinojosa, para presentar una minúscula y ridícula acción relacionada con el uso del pantalón y la falda entre el alumnado de ese plantel educativo.

Nadie puede dudar que exista la desigualdad, porque hay evidencia de sobra para probarlo; pero no resulta conveniente, para eliminarla, disimular, como lo hace Ana Vásquez, quien se dedica ha realizar acciones mediáticas pero que no invierte el presupuesto que le asignan los gobiernos federal y estatal para ocuparse de que las relaciones entre los sexos en las aulas, dejen de reproducir y fortalecer la violencia contra las mujeres y se conviertan en ensayos de una convivencia igualitaria y libre de sexismo.

La titular de la Secretaría de la Mujer, tiene la tarea y la responsabilidad de llevar la Perspectiva de Género al aula para transmitir al alumnado que un mundo igualitario es posible; que el sistema educativo debe ser dotado de herramientas para combatir el sexismo, la violencia, la homofobia, el machismo; que una educación para la Igualdad es la única alternativa a la educación tradicional y que es necesaria porque hay que cambiar las bases que sostienen a una sociedad machista como la nuestra.

El uso del lenguaje no sexista y la incorporación de la Perspectiva de Género, son cuestiones fundamentales que tienen que formar parte del currículo escolar y la práctica didáctica, también es importante crear y favorecer una conciencia crítica que permita a la comunidad estudiantil –desde el nivel preescolar, básica, media superior y superior-, analizar e identificar los roles y estereotipos de género que perpetúan la desigualdad de las niñas y las mujeres.

En una palabra, la Perspectiva de Género, requiere de la comprensión, formación y el apoyo solidario de la clase política, así como la inteligencia y la creatividad de quienes hoy ocupan espacios públicos gracias al feminismo como es el caso de Ana Vásquez, y de todas las mujeres que incursionan en la vida pública en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, claro de los tres niveles. Llegar al cargo para no sentarse en la comodidad del “poder”. Yo no creo mucho en esa idea que plantea que la dimensión del problema hace imposible resolverlo. Hay que trabajar para cambiar la realidad.

Las mujeres y las niñas merecemos que las políticas de igualdad sean diseñadas, ejecutadas y defendidas por quienes conozcan a fondo los mecanismos que generan, fortalecen y refuerzan la desigualdad entre hombres y mujeres, no merecemos a esas mujeres que aceptan la responsabilidad como podrían aceptar cualquier otra o a esas mujeres que esperan que el cargo de directora o secretaria de la mujer sea un trampolín para acceder a espacios de poder más “respetables”. Basta con ver de dónde vienen, qué hicieron cuando pasaron y a dónde están ahora.

Necesitamos mujeres que se indignen frente a los asesinatos de otras mujeres, que sepan que es una desgracia la subrepresentación de las mujeres en los municipios que se rigen por el sistema normativo interno, pero también en las áreas administrativas de los tres poderes y en los cabildos; mujeres que entiendan que también son violentos los piropos, los chistes misóginos y la publicidad sexista; y ya no hablemos de la muerte materna, el abuso sexual infantil, el rapto, el incesto, la prostitución, la trata de personas y el aborto, que dicho sea de paso sigue provocando escosor en las “buenas conciencias” de muchos y muchas.

Algo tendrá que suceder en Oaxaca que no puede seguir bajo la improvisación ni los falsos aplausos ni las acciones mediáticas casi de socialité, Alejandro Murat tendrá que salir de su burbuja, porque del otro lado de la puerta está la violencia real y sistemática en contra de las mujeres, las estadísticas de las asociaciones civiles así lo explican. ¿O de qué otra forma quieren mirar la realidad? Solo pregunto.

Y no se olvide la próxima noche del 15 de septiembre gritaremos ¡Vivas México!

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