Dos visiones: México y Brasil
LUIS GERARDO ROMO FONSECA *
A partir de la firma del Tratado del Libre Comercio (TLC), México se encadenó a la economía norteamericana y al modelo neoliberal que nos ha sumido en un círculo vicioso de pobreza y estancamiento económico. Como prueba, basta observar las estadísticas de la evolución económica en América Latina durante los últimos 20 años: mientras en la región se observó una tendencia hacia una mejor distribución de los ingresos la mayoría de los países redujeron sus índices de pobreza, México junto con Honduras, fueron los únicos países con aumentos relevantes en sus porcentajes de pobreza. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el incremento en la pobreza de estas dos economías fue de 1.77 para México y 1.5 puntos porcentuales para Honduras. De esta forma, el promedio de la pobreza en la región fue de 31.4% para el año 2010, en el caso mexicano nos ubicamos en un 36.3%.
En contraste, Brasil ha tenido un desarrollo notable en los últimos años, ya que redujo la desigualdad económica de forma notable, así como sus índices de pobreza al sacar a 40 millones de esta condición en los ocho años de mandato del presidente Lula da Silva. Paralelamente, se elevaron los ingresos reales de los brasileños: el ingreso medio real subió un 28%, beneficiando a todos los estratos sociales; pero en especial, a los de menos recursos. Este logro, es el resultado directo de las políticas sociales emprendidas bajo el gobierno del presidente Lula (2003-2010), las cuales propiciaron aumentos reales en el salario mínimo y expandieron las transferencias de ingresos hacia los más pobres. Hoy en día, Brasil ha triplicado su ingreso per cápita en la última década, a una base de 12.500 dólares por año.
En este sentido, Celso Amorim, diplomático brasileño que se ha desempeñado como Ministro de Asuntos Exteriores de Brasil; quien en el año 2009, fue considerado como “el mejor Ministro de Asuntos Exteriores del mundo” por la revista estadunidense Foreign Policy, señala que en la última década, mientras el “México neoliberal” panista se olvidó del mundo para hundirse en la agenda unilateral de Estados Unidos y su Titanic financiero, la era Lula entendió el fin del orden unipolar y el inicio del nuevo orden multipolar.
Brasil forma parte del grupo denominado BRICS (siglas de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y se ha erigido como una potencia emergente que ya se posicionó como la sexta economía del mundo, desplazando a Gran Bretaña, según lo indica el reciente estudio de previsiones del Centro de Investigaciones Económicas (CEBR). Celso Amorim resume en una frase el éxito de Brasil en la era Lula: “Brasil creció económicamente en los recientes años mientras mantuvo la inflación bajo control, mejoró la distribución de los ingresos y, sobre todo, fortaleció su democracia”.
El diplomático afirma que “la política exterior de Brasil no creó la ola, pero aprendió cómo conducirla”, en la que brilló la “imaginación” –característica ausente en la “diplomacia” mexicana clavada en la agenda unilateral de Estados Unidos desde el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), pasando por la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) hasta la militarista Iniciativa Mérida. A partir de la derrota militar de Estados Unidos en Irak –que observé desde la primavera de 2004-, apunta Amorim, se aceleran todos los sucesos que marcan el fin de la unipolaridad y el inicio de la multipolaridad, donde Brasil y el «México neoliberal panista» toman antagónicamente sus decisiones geopolíticas y geoeconómicas.
Los efectos del modelo económico impuesto por el PRI y reforzado por el PAN, son palpables en la muy desigual distribución de la riqueza y en la debilidad en que se encuentra la economía familiar en México, producto del estancamiento económico, el desempleo y la inflación. Desafortunadamente, las familias mexicanas tienen que lidiar con el aumento constante de los productos que integran la canasta básica: en febrero de 2011, estos productos se adquirían en $522.80 y aumentaron a 564.67 en enero pasado. Como ejemplo, el precio de la tortilla -principal alimento básico de consumo popular-, subió 9.5% en este periodo, por lo que el consumo individual estimado, considerando que permanece sin cambio (217.9 gramos por día según el Coneval), aumentó de 59.09 pesos mensuales a 64.72 en los lugares de venta.
Ante esta situación, resulta evidente el fracaso del modelo neoliberal: después de cuatro sexenios, la “tierra prometida” por los tecnócratas salinistas han quedado en un espejismo. Esta visión de la economía promovida por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, representó un viraje radical respecto de la estrategia económica sobre la cual se había fincado el desarrollo económico de México durante los 50 años previos. La ideología económica y social de la Revolución Mexicana, plasmada en el contrato social de 1917, fue reemplazada por la visión según la cual, la liberalización y la reducción de la presencia del Estado en la economía permitirían aprovechar plenamente las oportunidades que ofrecía la globalización, al favorecer la asignación más eficiente de los recursos productivos y el logro de mayores tasas de crecimiento. Sin embargo, eso nunca ocurrió, sino todo lo contrario: la brecha entre ricos y pobres se incrementó y la posibilidad de amplios sectores de la población de acceder a niveles de vida dignos se ha reducido, paralelamente a estar atrapados en un clima de inseguridad.
En este sentido, Ha Joon Chang, profesor de economía en la Universidad de Cambridge, especialista en Economía del Desarrollo y asesor de diversos organismos financieros internacionales, rechaza la premisa utilizada permanentemente por los defensores del modelo neoliberal: “cuando los ricos aumentan la fortuna, todos nos beneficiamos”, le llaman “efecto goteo”. Es un sofisma interesado, puesto que los ricos tienen múltiples maneras de esquivar el traslado de los beneficios a la sociedad; simplemente los exportan. El libre mercado no es tan libre como imaginamos, lo manejan algunos monopolios y oligopolios. En contraste, economías como Japón, Corea del Sur, Taiwan y otras demuestran que funcionarios honestos son más importantes que los economistas con sus gráficas. Y la intervención del Estado Bienestar -como en Suecia, Noruega, Finlandia- demuestra que mayor igualdad social lleva a un crecimiento rápido y satisfactorio, afirma el economista sudcoreano.
Finalmente, por mi parte, como Precandidato a Diputado Federal por el IV Distrito, tengo el firme compromiso de impulsar un paquete de emergencia económica y una profunda reforma del Estado; como herramientas para lograr un cambio de rumbo y de orientación económica, social y política que nos permita remontar la aguda crisis en que nos ha sumergido el modelo neoliberal impuesto por los gobiernos del PRI y el PAN. Indudablemente, este modelo ya tocó fondo y está agotado, su saldo es de un deterioro sin precedentes en el nivel de vida de las mayorías; un crecimiento desmedido de la pobreza, del desempleo, de la migración obligada por falta de oportunidades y la inseguridad que prevalece en el país. En el PRD estamos redoblando esfuerzos y trabajando en unidad con todas las fuerzas progresistas del país, para reconstruir el tejido social y buscar la integración de todos los sectores sociales, bajo un proyecto incluyente y con visión de futuro.
De cara a las próximas elecciones, ese es el objetivo más importante del PRD y de todos quiénes creemos en un México justo y triunfador.
* Diputado Local