Cultura Impar | La realidad de las extradiciones, un juego de poder

JOSÉ MANUEL RUEDA SMITHERS

Tras ella está el poder y la ambición desmedida,

que llevan a la sociedad a sentirse sometida.

Las neuronas que se mueren llevándolos al delito,

para saciar su adicción a ese infierno maldito.

Poema Maldita droga, de Adrián Correa

Después de unos 40 años esperando tener en sus manos al principal responsable de la muerte de un agente de su Agencia antidrogas (DEA), Enrique “Kiki” Camarena, ocurrida en 1985, Estados Unidos presionó lo suficiente para que todo el mundo -no nada más sus ciudadanos- comprueben que tienen el control de las cosas y que México es solo una pieza más en su estrategia de marca.

Ya tienen a Rafael Caro Quintero, fundador del Cártel de Guadalajara, es considerado uno de los narcotraficantes más notorios de México y uno de los responsables de la trágica muerte del agente del entonces agente de la DEA. Salió de prisión en 2013 y lo recapturaron nueve años después, ante la presión estadunidense.

Se fue incluido en el grupo de 29 prisioneros de alta gama enviados por México, apenas el jueves pasado a distintas ciudades de los Estados Unidos. Serán juzgados y sentenciados allá. Su objetivo principal, su interés era por Caro Quintero, quien supuestamente ya había cumplido su condena en nuestro país. Los demás reclusos, sí muy peligrosos e importantes en su momento, pareciera que fueron solo relleno para gusto de los medios informativos, y pantalla para el gobierno mexicano en su trabajo de coordinación con el vecino país.

Lo cierto es que esa lucha contra el narcotráfico y la violencia han generado una relación tensa y cargada de intereses políticos y simbólicos. Las extradiciones se han utilizado no sólo como una herramienta judicial, sino también como un mensaje político tanto por parte de Estados Unidos y claro –indirectamente- en el ámbito político mexicano. El famoso hago como que no veo, pero sé lo que haces.

Esta visión personal, basa su fundamento en que la estrategia de extradición, en ciertos casos, se dirige a figuras que ya han perdido gran parte de su capacidad operativa, y pone en evidencia que la lucha contra el crimen organizado requiere medidas mucho más integrales y estructurales. La eficacia del combate al narcotráfico dependerá de un enfoque coordinado que combine acciones judiciales, cooperación internacional, políticas de desarrollo social y reformas institucionales en ambos países.

Significa que en muchos casos, su captura y entrega no desmantela la organización en su conjunto, pues los carteles suelen ser estructuras altamente resilientes y con liderazgos flexibles. En ese sentido, la Cultura Impar considera que el 90 % de los extraditados no representan un cambio sustancial pues solo reflejan una realidad pasada.

Por cierto, vale la pena mencionar que luego de que la presidenta Claudia Sheinbaum evitara hablar sobre la entrega de los 29 presos, el fiscal Alejandro Gertz Manero reconoció que el traslado de los capos fue en respuesta a una solicitud de seguridad nacional de Estados Unidos, que se atendió en cuestión de horas y no fue un proceso de extradición.

En menos de una semana, el gobierno mexicano se desdijo en cuanto a su manera de hacer las cosas hacia los carteles y su combate supervisado por Estados Unidos.

Informar solo de manera superficial puede ser una estrategia deliberada para ocultar aspectos más complejos o sensibles del problema.

Esto no significa que no se esté combatiendo el crimen organizado, sino que se prefiere destacar logros puntuales en lugar de enfrentar los desafíos de fondo, tal vez, y solo tal vez, para beneficiar a ciertos intereses políticos y económicos.

Esperemos ya dejar atrás los abrazos y detener a los que ahora sueltan balazos. ¿Se tendrán las agallas políticas?