Crónica del adiós

RAÚL MANDUJANO SERRANO

Casi nostálgico, el periodista lee entre líneas a Beatriz Müller decir que ya Andrés puede irse a la… a dónde quiera. Lo merece. Ha sido un buen hombre. Él, por su parte, dejó entrever que se retira de la política (eso dicen todos los políticos). Está cansado y el corazón le palpita muy fuerte, casi a nivel de arritmia. Necesita descansar y quizá escribir un libro de anécdotas de cómo casi logró que toda una nación le creyera. Entre Beatriz y Andrés hay amor, de esos extraños. Ella casi sumisa, él casi machista.

En el crepúsculo de su gestión, se quedan “los otros datos” que alimentan el alter ego del patriarca morenazo que afirma haberlo hecho bien, aunque en “los datos de la otra gente”, fueron asesinadas 70 personas al día, que no eran necesariamente miembros del crimen organizado y que perecieron en enfrentamientos, y sin tampoco importar su edad. Mujeres, hombres, niñas, niños que les tocó vivir un tiempo indeseable y se convirtieron en los casi 200 mil muertos del sexenio. Y Andrés lo reconoce. Sabe que el número de ejecuciones superó la de otros presidentes, pero los culpa a ellos para justificar: “Fue la herencia maldita que nos heredaron”. Tampoco se tiene el mejor sistema de salud del mundo, ni siquiera medio parecido al de Dinamarca, pero él supone que sí y lo presume: el IMSS-Bienestar es mejor. ¡En su cara daneses!

Y ¡vivan nuestros hermanos migrantes! Pues sí. Sin ser cifras aún definitivas, en este año, los casi 36 millones de mexicanos radicados en Estados Unidos enviaron a México unos 65 mil millones de dólares. Los datos muestran la productividad de nuestros nacionales allá, pero su improductividad aquí porque… porque de aquí quieren huir, porque son desplazados por el crimen organizado, porque no tienen qué comer, porque en su mayoría son indígenas que si se quedan en México terminan pidiendo limosna en la calle. Sin ser valorados aquí y hasta humillados, estando allá hasta tienen el reconocimiento del presidente mexicano, aunque siguen bajo la amenaza de que, si ganará Donald Trump, miles serían deportados al país del que huyeron.

Pero aun con todo lo que al amanuense le pueda encrespar que “sus datos” no coincidan con el México de todos los días, “el viejito” es y será amado por un México que se sentía cautivo de la historia negra del país. Hoy hasta ser pobre es bonito y romántico. Y eso se le debe agradecer. Ser amado en el infierno, fue como mantener encendida una veladora… Negra.

Colofón.- El 23 de septiembre apocalíptico

Mientras degusta de una rebanada de pan tostado bañado con mermelada de fresa, el periodista del arcano rememora ese 19 de septiembre de 1985 y luego, en 2017, otro, y para acabarla de fregar, también el 19 de septiembre, pero ahora de 2022.

No hay explicación científica. Por Ello quizá surgen teorías alarmistas. Muchos adeptos a las teorías del fin del mundo auguran que un presunto planeta X colisionará con la tierra y acabará con la vida en nuestro planeta, y eso ocurrirá un 23 de septiembre, tras una serie de drásticos cambios climáticos, acompañados de sequías, inundaciones y ondas gélidas

En la numerología bíblica, el apocalipsis ocurrirá exactamente ese 23 de septiembre de 2024 por las mismas razones, pero el mito de ese planeta se remonta a 1975 y, desde entonces ha estado en el centro de numerosas predicciones apocalípticas tal como ocurrió en 1985, en 2003, 2007, 2012, 2015 y 2020 y aquí seguimos… Hasta otro Sótano, si es que las predicciones del 23 de septiembre nos lo permiten…

X: @raulmanduj