Criminal control por la Central de Abastos
RAÚL MANDUJANO SERRANO
Por ahí de diciembre del 2021, Pascual Vilchis, presidente de la administración de la Central de Abastos de Toluca, inauguraba la nueva fachada de ese mercado inaugurado en 1994, y conformado por 62 hectáreas, 630 mil metros cuadrados que albergan alrededor de dos mil bodegas y locales comerciales, un promedio de siete mil comerciantes, unos 150 pepenadores y en sus buenos tiempos, con una afluencia semanal de hasta 50 mil clientes. Pero al igual que ocurría con el mercado Juárez, por allá de los años 80’s, la delincuencia lo invadía. Acá por carteristas, prostitutas y pirujos, así como un desmedido ambulantaje.
La Central de Abastos padeció, además de ese pillaje, de algo peor: un crimen organizado disfrazado de liderazgos. A principios de julio del 2009, fue ejecutado Jerardo (así, con “J”) Sotelo Delgado, apodado “el Alma Grande”, dirigente de una organización de tianguistas locales. Su cuerpo, en descomposición, se encontró en una barranca de Temascaltepec. Su muerte era atribuida a la lideresa de otra agrupación. El denominado “Alma Grande”, era, al parecer, “una fichita violenta”, decían comerciantes en ese tiempo. Y antes, en diciembre del 2016, fue ejecutado a balazos Julio César Palacios, líder del “Frente Amplio de Organizaciones Sociales”. Se encontró en su camioneta, en la colonia Moderna de la Cruz. Lideraba a más de tres mil comerciantes de la capital.
Ya desde los años 90´s, los locatarios han enfrentado extorsiones, asaltos, robos, asesinatos y secuestros, un permanente acoso de células del crimen organizado, pandillas y líderes de comerciantes. La Central es fuente de millonarios ingresos, y su control es vital.
Colofón.- La sombra del crimen
Mientras bebe un té verde con menta, sin azúcar, el amanuense recuerda que, en octubre del 2020, fue asesinado también el dueño de una bodega. Les dispararon junto a dos personas que lo acompañaban. En diciembre de ese año, otro comerciante fue ultimado a balazos frente a un local de la nave “M”. Su acompañante quedó herido. Decían que se trató de un asalto; En agosto de 2022, un grupo de al menos 5 hampones armados, irrumpieron en un billar de la nave “K” de esa Central, para robar mercancía y dinero en efectivo, golpearon a clientes e hirieron de bala a un hombre. Las cámaras de seguridad grabaron el atraco.
Vamos, la Central frecuentemente se rodea de policías y peritos forenses, y los clientes no son ajenos a la delincuencia. En los alrededores se registran asaltos y robos a vehículos y personas. Ya es preocupante la delincuencia.
Disputas mortales
Lo ocurrido el pasado 5 de julio en esa Central pudo prevenirse. La familia ejecutada era propietaria de ese local desde hace más de 15 años y tenían un amparo judicial –que estaba por resolverse-, para no ser despojados del sitio, dado que eran presionados, al parecer, por supuestos administradores y dueños de la Central. Mientras se habla de “venganza”, “cobro de derecho de piso”, extorsión e incluso “una fiesta que culminó en una riña”, el suceso fue más allá e indignó a los locatarios.
Y tienen razón. La familia pudo ser reubicada y a cambio fueron ejecutados a balazos y, aún vivos, les rociaron líquido inflamable y los “quemaron”. Así que no fue sólo un incendio, fue un dantesco crimen. Ejecutaron a un matrimonio, su hija y nietos de 17, 15 y 6 años. Las disputas por el control de ese mercado y las formas para conseguirlo merecen ya una investigación seria de la autoridad… Hasta otro Sótano.
Twitter: @raulmanduj