Crece la pandemia, las mentiras gubernamentales y los males para el pueblo
OSVALDO ÁVILA TISCAREÑO
Han pasado más de 90 días desde que se detectó el primer caso de coronavirus en nuestro país, desde entonces nos encontramos con un sinfín de contradicciones de las autoridades de salud encabezadas por el subsecretario Hugo López Gatell y que ha secundado el presidente López Obrador trayendo como consecuencia colocar a nuestro país en los primeros lugares en contagios y el número de decesos crece sostenidamente. Las cifras no dejan lugar a dudas, el último reporte del 4 de junio coloca a nuestro país en el lugar 14 con 105, 680 contagiados y en el séptimo sitio en el número de muertos con más de 12, 545 decesos.
No hace falta ser epidemiólogo o científico para darse cuenta de la errática conducción ante la pandemia, basta con un poco de sentido común y seguir con atención las contradictorias declaraciones lanzadas una y otra vez. Y tampoco se trata de atacar por “ardor”, “revanchismo”, “pesimismo” o de plano maldad motivada por el deseo de ver fracasar al gobierno morenista. Quien así concluye incurre en un auténtico despropósito y debería dos veces pensar su dicho y no vale aquí decir que antes no se hicieron señalamientos a los gobiernos, pues el precio es muy alto y la pérdida de vidas crece incesantemente. No hay duda, hay un manejo irresponsable, movido más por cuestiones políticas y económicas que por consideraciones de salud.
Por tanto, reflexionar y ponderar algunas de las acciones tiene como propósito evaluar la gravedad del asunto, difícilmente lograremos que cambie de opinión quien a ultranza defiende al gobierno actual amparado erráticamente en que todos los males del país obedecen a la abominable corrupción de los gobiernos anteriores y por ende desde su óptica todas las acciones de la élite gobernante actual son acertadas e incuestionables.
Nada de eso, debe decirse fuerte y claro, la situación en la que hoy nos movemos es resultante de decisiones erráticas, siendo quizá la más grave de ellas el desdén con el que se enfrentó la pandemia manifestado en la conferencia de prensa cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador –sustentado quién sabe en cuales datos– declaró que la enfermedad no afectaría tanto a los mexicanos por su constitución física, por ello en sentido contrario a lo que acontecía en el mundo de ordenar el confinamiento generalizado el jefe del ejecutivo decía que no era hora de encerrarse que era una perversa intención de los “conservadores” para afectar la economía, por ello repartía besos y abrazos en sus giras nacionales y llamaba a salir a comer a fondas y restaurantes, por ello tarde inició lo que llamaron después “Jornada Nacional de Sana Distancia” y las consecuencias son de todos conocidos.
Lo mismo sucedió con la realización de pruebas, mientras el Dr. Tedros Adhanom, Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) promovía se aplicará el mayor número, en nuestro país se rechazaba tal afirmación por considerar era un gasto innecesario, realizando sólo 237 pruebas por cada 100 mil habitantes contrastando drásticamente con las 5, 942 efectuadas en Estados Unidos o las 4, 786 de Canadá, y la consecuencia lógica de ello es la imprecisión en el manejo de los datos que lleva al razonamiento de multiplicar, por 8 o 10 la cifra oficial y la consecuencia es la ausencia de medidas rigurosas para contener al virus.
Pero hay más. Otro pronóstico equivocado es el cálculo sobre el número de muertos y la cúspide de la curva de la epidemia, el número se ha modificado transitando de 6 mil a 8 mil en los primeros días de marzo, en abril se hablaba de 12 mil y al llegar a esa fatídica cantidad hoy se dice que quizá sean 28 mil o 30 mil los decesos y también se ha movido la fecha de la fase crítica, en las conferencias mañaneras o vespertinas al decir que “la curva se aplanaría” a partir del 19 de abril, luego el 6 u 8 de mayo y ya de plano ayer 4 de junio alcanzando el record de más de 4, 000 mil contagios y cerca de 10 000 muertos se anuncia que vislumbran que la luz al final del túnel se verá hasta agosto.
La conclusión no puede ser otra y el precio de los errores y caprichos de López Gatell y el Presidente Andrés Manuel López obrador es muy alto, nadie por fanatismo o animadversión puede considerar irrelevante lo acontecido o magnificar las cifras para desprestigiar al gobierno, menos aun cuando existe una ausencia total de autocrítica que ve en cualquier cuestionamiento a un enemigo rabioso, ¿Qué falló entonces?, ¿Por qué los pronósticos son equivocados?, ¿López Gattell, no se da cuenta de las contradicciones?, ¿Por qué otros países han podido levantar el confinamiento en las fechas pronosticadas?
Desde mi modesta opinión, la causa fundamental radica en que se han privilegiado las decisiones económicas y políticas por encima de la salud y prueba de ello es la reapertura de la actividad productiva a partir del 1 de junio ciñéndose a los intereses extranjeros, aunque todo el país esté en semáforo rojo con alto riesgo, pero a lo anterior se suma lo contradictorio del proceso que convoca a mantenerse en casa mientras muchas familias no cuentan con ingresos para cumplir la recomendación. El gobierno federal debe activar un PLAN NACIONAL ALIMENTARIO garantizando el sustento de las familias, lo que ayudaría a contener el incremento de contagiados y aunque por diversas vías, con trapos blancos, cartas, perifoneo o spots se manifiesta el clamor popular, el primer mandatario simplemente no escucha.
Ante el catastrófico panorama que hoy presenciamos y que por ningún lado vemos la luz al final del túnel, el pueblo debe aprender y constatar que aquello de primero los pobres es absolutamente falso y ni siquiera la pérdida de vidas humanas hace corregir el rumbo; quién miente y reajusta sus juicios de acuerdo con sus intereses no puede merecer la confianza del pueblo, ¿Cuál es la diferencia entre los que hoy manipulan la verdad y los que ayer daban agua destilada contra el cáncer?
La respuesta es clara, ambos son igual de nocivos para el pueblo, debemos todos los mexicanos abrir los ojos y convencernos que la única salida es conformar una gran fuerza nacional que conduzca a la patria en beneficio de las mayorías, de no hacerlo seguiremos en manos de lobos con piel de oveja o ¿Usted qué opina amable lector?