Con paquetes de aves buscan mitigar el olvido de años en Mazapil

Mazapil, Zac.- Los infantes de este municipio del semidesierto se encuentrran entre los 20 mil que sufren problemas de desnutrición o anemia, por ello, el titular de la Secretaría del Campo (Secampo), Adolfo Bonilla Gómez, informó que para atenuar la circunstancia, en coordinación con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) se instauró el programa de Paquetes de Aves.

En este programa también participa el Proyecto Estratégico de Seguridad Alimentaria, vinculado al Organismo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (PESA-FAO).

Algunos de esos paquetes se repartieron en la localidad El Rodeo a las familias de Refugio Vázquez Domínguez, Marisela Vázquez Treviño, Irene Treviño Ogaz y Martina Vázquez Treviño.
Otras familias son apoyadas con huertos de traspatio, entre ellas las de Nicasio Olivo Treviño, Verónica Basurto Saldaña y Heriberto Saldaña Dávila.
Los paquetes de aves constan de 24 pollos, cuya calidad y salud está debidamente certificada.
La PESA-FAO proporciona asistencia técnica inicial e intermedia hasta que las aves alcanzan su madurez. Posteriormente da capacitación sobre aprovechamiento integral e incluso se proporcionan clases de cocina con recetas basadas en carne, huevo y verduras.
«Fomentamos la avicultura de traspatio en comunidades rurales de Mazapil, con un programa muy enfocado a mujeres, porque de esa manera contribuimos al mejoramiento de la dieta familiar y a reducir los índices de desnutrición», afirma el secretario Bonilla Gómez.
El objetivo, dijo Bonilla Gómez, es revertir una situación en la que influyen fenómenos climatológicos adversos, la desertización del suelo y sobre todo, la dispersión de las comunidades, en un municipio de 12 mil 138 kilómetros cuadrados, con densidad poblacional de apenas 1.4 habitantes por kilómetro cuadrado.
La atención a grupos vulnerables se complica cuando las localidades están bastante alejadas unas de otras y además, escasamente pobladas, lo que dificulta la dotación de servicios y atención social, explica.
«Nos va bien»
 
La pequeña granja de Verónica Basurto Saldaña, casada y madre de tres hijos, tiene actualmente siete gallinas y algunos patos, además del huerto. Esto le permite alimentar bien al esposo y dos hijos, y además contribuye al sostenimiento del hogar de su hija, quien a los 20 años es viuda y tiene un niño.
Los excedentes de cebolla, lechuga y repollo, Verónica los vende entre sus vecinas. «Esto me deja algún dinerito para comprar otros productos de despensa», afirma.
Caso similar es el de Martina Vázquez, quien tiene esposo y tres hijos. El mayor, de 22 años, trabaja en la mina Peñasquito y además estudia preparatoria.
Para su familia, el paquete de aves es de gran ayuda porque le proporciona carne una vez a la semana, y sus 10 gallinas le dan huevo todos los días.
Además, cuenta con el ingreso de su marido, Ascensión Galván, quien se dedica a cultivar un predio agrícola en el que siembra maíz y frijol. En este año la cosecha fue buena.
«Nos va bien, gracias a los apoyos que recibimos», dice Martina.
Marisela Vázquez Treviño es otra beneficiaria del paquete de aves. De 24 le quedan 18. Las otras fueron devoradas por animales depredadores, pero con cinco gallinas ponedoras y un gallo la pasa bien.
Su esposo, Juan Carlos Esquivel Muñoz, también aporta al ingreso de la casa, quien se desempeña como jornalero en la propiedad de su padre.
Optimismo frente a adversidad
 
El Rodeo es una comunidad de 240 habitantes nucleados en 60 familias, la mayoría dedicada a labores del campo.
Parte vital de su modesta economía es la cría de bovinos y cabras, con cuyas leches elaboran quesos.
En esta localidad solo hay una caseta con servicios de Internet y telefonía. La televisión llega por cable, a un costo de 199 pesos mensuales. Carece de tortillerías y panaderías, y para surtir despensas acuden a una tienda Diconsa, donde encuentran productos básicos.
Refugio Vázquez Domínguez ve la vida con optimismo «porque los paquetes avícolas y los huertos familiares ayudan bastante; nuestras comidas ya son mejores, podemos comer caldos de pollo, sopas de verduras y esto es algo que antes no veíamos en nuestras mesas».
«Ojalá sigan estos apoyos porque sin ellos la vida sería mucho más difícil», concluye.
No es vano el optimismo de Refugio.
LNY/Redacción
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