Ciudad Juárez: una historia con esperanza

LUCÍA LAGUNES HUERTA

In memoriam de Esther Chávez Cano
Para todas las madres de Ciudad Juárez

Este fin de semana, cientos de mujeres que han sido asesinadas o desaparecidas en Ciudad Juárez rozaron la justicia luego de que la jueza María Catalina Ruiz Pacheco declarara culpables a cinco feminicidas tras un año de litigio y 180 testigos.

El juicio, si bien formalmente incluye 11 víctimas, simbólicamente representa a las cientos de mujeres a quienes la violencia feminicida en la ciudad fronteriza les arrancó la vida.

Ciudad Juárez es y seguirá siendo la urbe que nos develó de golpe a la nación y al mundo la violencia sistemática y generalizada que viven las mexicanas, de la mano de la impunidad y la injusticia.

Llegar al juicio oral que concluyó el pasado 19 de julio costó 23 años de movilizaciones, denuncias internacionales, documentales, investigaciones, comisiones legislativas, recomendaciones, descalificaciones gubernamentales y enfrentamientos.

Y a la vez estas décadas fueron el camino de transformación de cientos de madres que desarrollaron liderazgos y se organizaron para exigir justicia e impedir que el Estado siguiera omiso ante los crímenes contra sus hijas.

Si la historia necesita una fecha para iniciar, ésa es 1993. Gracias al trabajo de sistematización que realizara la activista Esther Chávez Cano a partir de las noticias de sucesos, tuvimos el primer acercamiento al contexto de peligro inminente para la vida de las mujeres que vivían y transitaban por Ciudad Juárez.

Las noticias aisladas narraban los hallazgos de cuerpos femeninos mutilados y sin vida que eran encontrados en zonas desérticas de Juárez. Notas aquí y allá fueron piezas clave para armar el rompecabezas de la violencia contra las mujeres.

En medida que Esther avanzó en la demostración de lo que estaba sucediendo y que el horror se extendía en todo el territorio nacional, que los cuestionamientos internacionales sobre lo que ocurría y ocurre en Juárez se incrementaron, también se fue armando la sombra del rompecabezas de la impunidad y la complicidad de la autoridad.

Impunidad que mantuvo hasta 2013 como embajador en Canadá, al ex gobernador Francisco Barrios Terrazas, quien no supo colocarse a la altura de la emergencia en Ciudad Juárez y prefirió ocultar la violencia culpabilizando a las víctimas y desdeñando la vida de las mujeres.

El juicio que concluyó el domingo pasado por el feminicidio de 11 mujeres es resultado de la lucha de madres y organizaciones que durante 23 años no han quitado el dedo del renglón para buscar justicia para las mujeres, y darle un nombre que explique la violencia extrema que arrebata la vida de mujeres en Juárez, el Estado de México y en todo el país.

El juicio va más allá de las teorías novelescas que buscan encontrar mafias “mata mujeres” y rescata dos elementos fundamentales que sustentan el término de feminicidio: la violencia sistemática y generalizada contra las mujeres, basada en su condición de desigualdad y usada como instrumento de sometimiento, que ocurre a la luz de todos y en donde la autoridad y el Estado, por omisión, colusión e inacción, permiten y justifican.

La sentencia de los cinco feminicidas es un primer paso para la justicia que se convierte en el empuje para continuar por la reparación de los daños y la no repetición.

Otra vez Juárez es la punta del iceberg, pero en esta ocasión para la esperanza. Ahí donde se desarrollaron los fracasos gubernamentales a sus planes y programas para proteger la vida de las mujeres, este fin de semana se abrió la puerta a la justicia, para que por ahí pasara la esperanza de que todas las hijas de Juárez puedan volver a casa.

Twitter: @lagunes28
 
*Periodista y feminista, Directora General de CIMAC.

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