Cien días…y lo que falta
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
El autoengaño es una práctica humana que se perfecciona en cierto tipo de personas o en personas que desarrollan cierto tipo de actividades, como entre quienes nos gobiernan.
Como en el caso del lobo nos fueron avisando que ya venían los primeros cien días, en letras doradas, del gobierno encabezado por el actual gobernador de Oaxaca, Salomón Jara Cruz. Y claro que habrían de generar expectativas entre algunas personas, porque quienes estamos en la tarea de informar pues es casi obligatorio por lo menos observar, porque no siempre hay algo que informar.
Pre acto. Así que vimos el famoso informe de los cien días. Cuando vi en el escenario-templete a Adán Augusto López Hernández, el mismísimo titular de la Secretaría de Gobernación, pensé que seguramente habría algo más que espectacular, de fondo, transformador -empleando la palabra favorita de la 4T- en el discurso del gobernante oaxaqueño en turno.
Después de una caminata, seguido de cientos de personas, nada original del mandatario que, como dijo Adán Augusto, anda midiendo su “bono electoral” con todo y la parafernalia que eso implica. Después sabríamos por redes sociales, sin llegar al fondo de la verdad, pero la duda se sembró que habían obligado a empleadas y empleados de gobierno para acudir y después que hasta se habrían gastado algo del dinero público. Digo nada comprobado si era cierto o no, pero se siembra en el imaginario, en la opinión pública, porque esa práctica viene del pasado, “de los malos gobiernos” como dice el AMLO.
En el zócalo de la ciudad de Oaxaca todo dispuesto. Me llama la atención que “en la plaza de todos”, sean tan selectivos. Cuando hay marchas de mujeres o de otras personas, llenan de vallas alrededor del palacio. Recordemos que al segundo día de la gestión de Jara Cruz fueron desalojadas las mujeres triquis, quienes han sido cuestionadas, calificadas y hasta estigmatizadas, salvaguardando con ello la integridad del exfuncionariado que no resolvió el problema, pero que presumían que les pagaban hasta las toallas sanitarias. Me refiero a funcionarias y funcionarios del pasado (me encanta esa frase) de al menos dos sexenios, el de Gabino Cué y el del compadre incómodo, Alejandro Murat.
El 1 de marzo fueron desalojados con gases y golpes habitantes de comunidades zapotecas de la Sierra Juárez, la misma zona de la que es originario Jara Cruz y así sucesivamente. Los únicos que gozan de la paciencia del secretario de Gobierno, Jesús Romero son los normalistas, dicen que el miedo no anda en burro.
Para el magno acto que nos ocupa, en la “plaza frente al palacio del pueblo” nuevamente volvieron a aparecer las vallas, esta vez para resguardar a las y los invitados al informe que estaban en la plaza pública, todas y todos servidores públicos, amigos y familia de los políticos de ahora. Las vallas son obstáculos para la gente. Los de antes se metían al patio central del palacio y desde ahí rendían sus informes; Jara y sus cien días, toman la plaza pública como símbolo de libertad, aunque eso se desdibuja, son mediáticamente populistas y tienden a la impopularidad que odia el pueblo oaxaqueño, por represivos, por violentar los derechos humanos.
El segundo acto fue la actuación de Adán Augusto López Hernández a quien cachamos en la mentira. Tras los cebollazos de rigor, alguno de tipo sexista, como cuando dijo “tiene (Salomón Jara) la estatura y los tamaños”, igualito que en el pasado. López Hernández señaló que venía en representación del presidente de México Andrés Manuel López Obrador, lo cual afirmó “me da mucho gusto”, luego explicó: “hoy en la mañana le dije (al Presidente) que no lo acompañaría (a Yucatán) porque nos había invitado Salomón a estar presente, a acompañarlo, en este evento de los primeros cien días de gobierno. Me dice: no pues hay que darle prioridad a Oaxaca, siempre Oaxaca”. Entonces ya no entendimos, venía con la venia, el permiso del Presidente o le informó esa misma mañana.
El tercer acto: el informe de los cien días. “El momento de atender el importante mensaje” como dijo el locutor-animador, quien presentó a Jara Cruz no sólo como gobernador de Oaxaca sino también como presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (¡uyuyuy!). Fueron poco menos de 35 minutos de discurso. Antes los gobernadores generalmente informaban en los 100 días las principales acciones, ya habían acabado de delinear el plan de trabajo, si lo echaban a andar o no, esa es otra historia. Ahora se fue en 15 minutos de quejas y lamentaciones sobre los ochenta años de malos gobiernos. Yo sólo espero que no llegue al quinto año y se siga quejando.
Mencionó algunas tareas emprendidas, elementales, comunes, incluso frases repetidas por los otros (malos) gobernadores como aquello de ¡nunca más un Oaxaca con hambre!, algunas mal atribuidas como eso de “rescatamos el tequio” (¡glup!), promesas para mejorar la salud y campañas muy parecidas a las caravanas, en fin, nada que no se espere de un gobernador. Valdría la pena que estas nuevas generaciones de políticos y políticas, muchos de ellos y ellas que alguna vez vieron, principalmente a sus madres, padres y otros familiares, del otro lado de las vallas, en las protestas, invadiendo terrenos o instalados en plantones, huelgas de hambre… para presionar o chantajear (también), revisaran la historia, los trillados discursos de los priistas del pasado, incluyendo el de Gabino Cué y verán de lo que estamos hablando, porque están haciendo que su jefecito (el bueno) repita lo mismo.
Alguien le tiene que decir al gobernador Jara Cruz que en Oaxaca no hay nada nuevo bajo el sol, que Oaxaca no se reinventa cada vez que llega un gobernante, por el contrario, creer eso, a la larga se convierte en un grave problema, porque es la misma receta de siempre solo que expedida por otro “doctor”, otros especialistas.
A veces hay que detener la rueda, la vorágine de la aventura de gobernar. En relación con las mujeres, Jara Cruz hizo dos menciones en su discurso. Una para decir las bondades (aún sin medición de efectividad) de las jornadas de paz y justicia para mujeres, adolescentes y niñas en la lucha “contra” la erradicación de la violencia contra las mujeres a fin de prevenir, sancionar y terminar con las violencias de género y la impunidad de nuestro estado.
Luego, más adelante mencionó con una sonrisa en los labios: “Hemos logrado bajar los delitos de alto impacto que afectan a la sociedad, en comparación con los meses de diciembre y enero, en febrero se redujo el homicidio doloso, el robo a negocios, el robo casa habitación, el narcomenudeo, el robo a transeúntes, el robo a vehículos y los FEMINICIDIOS, en este último tema desde luego que no tenemos nada que celebrar. Oaxaca sigue siendo uno de los estados más violentos para las niñas y mujeres, y no lo vamos a negar, vamos a redoblar el trabajo de prevención y vamos a colaborar con la fiscalía para que los violentadores reciban una sentencia, ya no más impunidad”.
Ahí frente al pueblo (casi todos empleados/as del gobierno) que frenéticamente le aplaudían y vitoreaban, dos veces prometió ¡NO MÁS IMPUNIDAD!
Salomón Jara apenas había salido del frenesí cuando en pocos minutos en Salina Cruz dos mujeres más eran ejecutadas y esta mañana tuvimos el reporte de otra joven asesinada de manera violenta. Estamos frente a un acelerado número de feminicidios, de acuerdo con las organizaciones no gubernamentales, al día de hoy en estos 100 días llevamos 45 lamentables casos.
Resolver el problema social de la violencia contra las mujeres requiere de una actuación de menos saliva y de más acciones. Detener a los responsables, hacer las investigaciones como corresponde, con policías especialistas, llevarlos a juicio y que sentencien a los feminicidas. Eso implica que todos los órdenes de gobierno hagan a la perfección su trabajo, que no le informen desde el MP a los victimarios que ya van por ellos a cambio de tres monedas como sucedió con Ivonne; sin influyentísmo que faciliten la reducción de penas a las o los victimarios, autores intelectuales o materiales, sin cambio de versiones de las sentencias finales como sucedió en el caso de Claudia Uruchurtu; sin suicidios de mujeres detenidas como sucedió con Abigail Hay; ni extracción de pruebas o inventos de investigaciones como ha pasado en otros muchos y que terminan en el bote de la basura.
Dicen que una golondrina no hace veranos, cien días son apenas el principio, desde el pasado viernes, faltan dos mil 88 días más, mucho que trabajar. Eso requiere menos fiesta, menos palabrería y muchos buenos resultados. No echar las campanas al vuelo, sentar los pies sobre la tierra. Eso tiene que hacer Salomón Jara Cruz y dejar de lado a sus aduladores/as. Para no repetir la historia de los priistas, cuyos halagadores terminaron por hacer mucho daño al mandatario en turno pero sobre todo al pueblo.