Cárdenas el patriota

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

La Universidad Nacional Autónoma de México publicó en 1972 las memorias del general Lázaro Cárdenas del Río con un prefacio de Gastón García Cantú. A ellas me refiero para buscar explicación de la confrontación entre ambos personajes fundamentales de la historia de México –sobre todo en la Revolución y en los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional.

 Cárdenas reseña el 12 de octubre de 1934 estando en Jiquilpan: “Hoy pedí a tres sacerdotes católicos que ofician aquí, dejen el pueblo, salgan a radicarse a otro lugar para que no estorben el programa educativo que va intensificarse. Saldrán mañana”.

 20 de noviembre: “Pienso regresar a México siguiendo del Istmo de Tehuantepec a caballo hacia Oaxaca para determinar la ruta que cruzará en esta parte del país la carretera internacional. Tengo también interés en saludar a los pueblos establecidos en la parte montañosa de aquella zona.”

 30 de noviembre. “En el estadio nacional rendí hoy mi protesta ante las cámaras de la Unión como Presidente Constitucional de la República. Integro mi gabinete con quince de los mejores mexicanos –a mi juicio- en las carteras respectivas, encabezando Gobernación el ingeniero Juan de Dios Bojórquez.”

“Determiné no vivir en el Castillo de Chapultepec, que ha venido sirviendo de residencia al presidente de la República para que el público pueda visitarlo con toda libertad. El comité directivo del Partido Nacional Revolucionario designó presidente del propio partido al ciudadano general de división Matías Ramos Santos, gobernador constitucional de Zacatecas quien sustituye al senador Carlos Riva Palacio”

Al inicio del gobierno del general Lázaro Cárdenas, el general Calles empezó su propia búsqueda por tensar la relación con el presidente constitucional. México había vivido ya la experiencia del ingeniero Pascual Ortiz Rubio y la forma como fue obligado a renunciar al encargo en la Primera Magistratura del país.

Cárdenas había visitado al expresidente en El Sauzal, Baja California, alojado en la casa del general Abelardo Rodríguez, aclarando paradas sobre la relación que debían mantener presidente y ex presidente, con el respeto que la Constitución señalaba.

Calles se comprometió a no generar ataques –ni él ni sus amigos- contra el novel gobernante.

Ya para el 28 de abril había una campaña sistemática de Calles y sus seguidores en contra del gobierno federal.

El 3 de mayo, dos días después del cumpleaños de Cuauhtémoc Cárdenas, se habían entrevistado en dos ocasiones ambos generales, exigiendo el general Lázaro Cárdenas al general Calles retirarse de la política y de los políticos que organizadamente le atacaban. Le dijo: “Ya me canso de decirles a éstos, que me dejen en paz”.

El 11 de junio, el general Matías Ramos había declarado al periódico El Nacional –donde prácticamente apoyaba las declaraciones que había dado el general Calles hablando de la situación política del país y atacando la actitud de las organizaciones obreras.

El 14 de junio a las 19 horas, escribía Cárdenas: “Me reuní con el gabinete en Palacio Nacional manifestándoles que, considerando embarazosa su situación por la amistad que los liga con el general Calles, aceptaba presentaran su renuncia, lo que desde luego, hicieron”

El licenciado Emilio Portes Gil fue designado presidente del Comité Ejecutivo del Partido nacional Revolucionario, por lo que un zacatecano con futuro político brillante, fue sacado de la jugada.

Para el 5 de abril de 1936, los amigos del general Calles vuelven a reanudar las agitaciones en el país. Se registra la voladura del tren cerca de la estación oriental sobre la vía de Veracruz, y se emprende una activa labor subversiva entre elementos del ejército, que transmiten al gobierno varios jefes y oficiales.

Para ello, el general Francisco J. Mújica tiene la honrosa –o no- misión de comunicar al general Calles la decisión del gobierno de la República, de hacerlo salir del país.

Calles lo recibe con cortesía y se le informa que saldrían junto con él tres elementos más, a lo que se opuso. Calles quiso conocer los nombres de sus acompañantes en el exilio. Se le informó que serían: Luís N. Morones, ingeniero Luís León y Melchor Ortega.

El 10 de abril a las 8 horas de este día, salió el general Calles en avión hacia Los Ángeles, California, en compañía de las personas mencionadas.

 Así, el general Cárdenas desvanecía el fantasma del pelelismo en que estuvo insertado México con los gobiernos de Portes Gil, Abelardo Rodríguez y Pascual Ortiz Rubio. Se rompió la historia del Maximato y del caudillismo que el general sonorense quiso imponer de manera extra constitucional.

También había acusaciones muy severas de que la muerte del general Obregón había sigo causada por personajes articulados a su grupo político. En las voces populares, cuando alguien preguntaba ¿Quién Mató a Obregón?, la respuesta era “¡Calle… Cállese”!

A partir de este gobierno se institucionalizó la función pública. La participación de los generales comenzó a diluirse. Desde luego continuó el llamado “Presidente caballero”, Manuel Ávila Camacho, pero se dio paso a los gobiernos de civiles: Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortínes, Adolfo López Mateos y el último intento del general Corona del Rosal se ve frustrado después del aciago acontecimiento del 2 de octubre.

Leer las memorias del general Cárdenas es una delicia en lo político, y un ejemplo en su intensidad de vida, en su ánimo por recorrer veredas y barbechos de manera insistente como presidente y después como funcionario menor, desarrollando los cauces de ríos y presas que tanto beneficiaron a los campesinos mexicanos.

 Hoy, a pesar de los tiempos, y a más de tres cuartos de siglo de su gobierno, Lázaro Cárdenas cabalga por los rincones de la nación como una figura mítica que aún hace falta a los mexicanos.

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