Cañada Política. José Narro Céspedes, un liderazgo que cala
MIGUEL ÁNGEL REYES
No resulta nada novedoso que ante las legítimas luchas sociales en defensa del territorio, contra la explotación y el abuso de la actividad minera en Zacatecas, vuelvan a surgir las teledirigidas críticas criminalizadoras a los movimientos y los liderazgos que, se sabe, han surgido como vehículos legales para solucionar la calidad de vida de quienes habitan alrededor de estos catastróficos complejos mineros.
Y hoy resulta que a esta satanización se suma una indefensa minoría de la LXIII Legislatura del Estado, en voz de quien se asume como portavoz de las “causas laborales” de Minera Peñasquito: el diputado Omar Carrera (de la fracción de Morena), quien en contubernio con la empresa se ha prestado al chantaje y la velada burla colectiva de sus colegas, quienes prácticamente lo han dejado solo, quedando como un títere más que se ha prestado a los intereses de las grandes transnacionales, al igual que el gobierno del estado, al asumir un papel de adalid rastrero y a quien seguramente convencieron de llenar un espacio que quedó aún más hueco con su lastimosa intervención en la tribuna del congreso local.
Es claro que con este discurso de la minera –no del diputado fresnillense- queda claro que la transnacional no batalló en encontrar a un personaje débil y a quien seguramente algo le prometieron para salir al vergonzoso ‘quite’ en defensa de quienes se dicen colaboradores y contratistas, así como de una minoría de trabajadores de la empresa asentada en el municipio de Mazapil, Zacatecas.
Por otro lado, la frágil justificación de los altos directivos de Goldcorp, filial de Newmont, en voz de un tal Michael Harvey, en el sentido de que el movimiento tiene tintes de extorsión por parte de la empresa Cava, los líderes y los ejidatarios, es una burla a los zacatecanos, a las familias de la región que se han quedado sin patrimonio, sin ganado, sin agua, sin empleo y sin proyectos de impacto social positivo, porque desde hace más de diez años no han cumplido compromisos de remediación ambiental, matando toda la flora y la fauna del lugar.
Y así quieren desviar el asunto principal para desobligarse de su responsabilidad de ‘empresa socialmente responsable’, porque esos no son sus intereses primordiales, sino abastecerse cada vez más de un mayor territorio para seguir contaminando y dejando un infierno en perjuicio de los pobladores (se habla de que están en proceso de adueñarse de otras Dos mil 500 hectáreas de aquel territorio, y aun así, seguirán incumpliendo).
Su negativa a dialogar no tiene que ver con el condicionamiento de levantar el movimiento que desde hace un mes tiene cerradas las vías de acceso terrestres de la minera, pero no las aéreas (siguen operando normalmente); eso es chantaje y perversa manipulación; como también es chantaje el hecho de haber mandado al congreso local a un puñado de contratistas y proveedores que en su mayoría no son originarios de Zacatecas.
Sencillamente esa negativa tiene una explicación: Michael Harvey sabe bien que si se sienta a negociar el desbloqueo de la mina con el senador José Narro Céspedes, mediador del conflicto (un conflicto que la propia minera ha politizado y no lo quiere ver como un movimiento social legítimo), le estaría reconociendo un inobjetable liderazgo, y le estaría dando el status como lo que es: un verdadero luchador social y senador capaz de sentar a la mesa y solucionar un conflicto que a la propia minera se le ha salido de las manos y que, al igual que el gobierno local, le han pasado el caso al gobierno federal para que intervenga en su resolución.
Es sólo esperar que Peñasquito, sus compinches y detractores, voceros y personeros, se bajen de su nube y coadyuven, por el bien de los habitantes de los ejidos de Mazapil, sus familias y sus vidas, a darle solución a un asunto que se niegan a cumplir desde hace muchos años.