Calaveritas de azúcar, tradición de familia zacatecana
MARÍA CHÁVEZ
Zacatecas, Zac.- En el tradicional Día de Muertos del pueblo zacatecano, la familia Santamaría elabora desde hace 55 años calaveritas de azúcar, resina y barro, oficio que se ha transmitido de generación en generación.
Cecilia Santamaría, cada año a finales de octubre y principios de noviembre, comercializa en un pequeño puesto ambulante las calaveritas que sus padres, hermanos, cuñadas y ella misma elaboran, una tradición heredada por su bisabuelo.
La familia Santamaría mantiene el esfuerzo por continuar ofreciendo en Zacatecas las tradicionales calaveritas, que son instaladas en los alteres de muertos y en las tumbas, como parte del regreso de las almas el 2 de noviembre, para convivir en armonía vivos y muertos.
Refirió que su familia siempre ha vendido las calaveritas de azúcar glas, refinada y estándar, así como las de resina y barro. “Las hacen desde antes que yo naciera”, afirma, mientras permanece sentada en un banco, a un costado de su puesto de madera.
Recuerda que hará 55 años su bisabuelo, originario de Tepatitlán, Jalisco, llegó a Zacatecas y comenzó con ese negocio, que luego pasó de generación en generación hasta ahora.
Antes las calaveritas las vendían en calles del Centro Histórico de Zacatecas, pero desde hace unos 25 años, en estas fechas, se instalan afuera del Panteón de Herrera, conocido popularmente como el Panteón de los Pobres.
La artesana considera que la tradición del Día de Muertos ha disminuido con el paso de los años y ha sido sustituida por costumbres estadunidenses, como el Halloween y los disfraces”, expuso.
Expresó que ha disminuido el hábito de comprar las calaveritas, pues aunque la gente que en esta fecha visita los panteones es más o menos la misma, son cada vez menos los que las compran y eso que luego se las pueden comer.
El puesto de la familia Santamaría está instalado afuera del panteón de Herrera, donde, bajo un intenso sol, compite por las ventas con comerciantes de flores y dulces tradicionales, junto con artículos del Halloween, como máscaras y disfraces de brujas.
Por otra parte, las flores que tiene más venta son las de cempasúchil, crisantemo, codorniz, gladiolas y claveles, afirma el dependiente de un puesto.
Los ramos están al alcance de todos los bolsillos, aseguró, pues las más baratas son los claveles, desde 20 pesos, expuso, mientras atiende a una marchanta que le pide un ramo de cempasúchil para su difunto.
En medio de toda la algarabía que se vive en las afueras del panteón de Herrera, el señor Jorge Cortés Padilla, recorre el mismo camino desde hace tres años para llegar a la tumba de su esposa, Rosa María Hernández Acevedo.
El interior del cementerio todavía está tranquilo y callado. Las tumbas están limpias y el zacate cortado, resultado de las labores que los trabajadores municipales realizaron en días previos para dejar el lugar bonito para la visita multitudinaria que tendrá lugar en los próximos días.
Don Jorge llega a la tumba de su esposa, a la que va cada ocho días desde el 2011, en que ella falleció. En ese lugar también está su suegra, Francisca Acevedo Hernández, quien murió en el 2001. Y en sus cotidianas visitas nunca ha visto un alma, sí ha escuchado ruidos, pero no ha visto nada.
Él dice que visita a su esposa porque el vínculo afectivo todavía no se rompe, pero cree que ni en el otro mundo la volverá a ver, porque no cree que haya otra vida.
El Día de Muertos para este zacatecano es recordar todos los momentos que vivieron juntos y aunque es católico, no piensa en el reencuentro en el más allá, pero tampoco le teme a la muerte, porque es parte de la vida.
LNY/Notimex