Caciques, narcos y elecciones
MANUEL IBARRA SANTOS *
Los caciques periféricos que sólidamente se han construido en forma enraizada, a través de la historia, en las estructuras políticas de las entidades de la República y los líderes (capos) del crimen organizado serán dos actores que operarán – por separado y en ocasiones juntos-, para buscar como nunca el control ciudadano de las elecciones federales próximas. Aunque se han convertido en una rémora para la democracia y la seguridad nacional, son una realidad y ahí están presentes.
Los caciques son una extensión de la atípica y extravagante democracia mexicana, ese modelo político que mientras creaba a nivel nacional una competencia partidaria efectiva, con división de poderes y equilibrios en ocasiones paralizantes, en los estados formó hegemonías en manos de cacicazgos y caudillos periféricos sin límites legales y excesivamente inmorales y corruptos.
Por su parte, los capos del crimen organizado vinculados al narcotráfico, son producto, entre otras cosas, del injusto sistema económico mexicano –y de la cultura de la impunidad-, que ha hecho del cultivo, trasiego y comercialización de las “drogas ilícitas”, una industria lucrativa de la que dependen miles de familias y millones de mexicano. El 40% del PIB/Nacional del país lo representan las estructuras financieras de empresas conformadas a partir del blanqueo de dinero proveniente del “narco”, lo revelan estudios realizados por la ONU en México.
La evolución de las estructuras políticas en Zacatecas –como en muchas otras entidades de la nación-, se ha efectuado históricamente bajo el cobijo omnipresente de una serie continuada de caudillos, dinastías y caciques, algunos de ellos benevolentes y otros verdaderamente criminales.
La cierto de todo, es que los caciques han representado, siempre, una forma de dominación tradicional y en donde el ejercicio del poder se ha basado en los siguientes patrones: 1).-personalismo y patrimonialismo; 2).-autoritarismo y solidaridad “piadosa”; 3).- actuación impune y al margen de la ley; y 4).-desconocimiento de las instituciones, por una razón: ellos y sólo ellos son y representan al estado.
Los caciques son, indiscutiblemente, una herencia del estado colonial, de su corrupción y deformación democrática, que se han reproducido y mantenido en el poder, en el transcurrir de los años.
En el caso específico de Zacatecas, la tradición política ha tenido como referente de su evolución la matriz educadora y formativa de los caudillos y caciques, que a través de los tiempos ha creado escuelas importantes, las que han reproducido dicho modelo de dominación.
Habrá quién se pregunte el por qué prevalecen las estructuras caciquiles en pleno siglo XXI, en una sociedad como la nuestra. La respuesta se puede articular a partir de los siguientes puntos de reflexión: a).-debido a la existencia de un aparato pre/moderno de estado; b).-a la presencia de una sociedad civil dispersa, pulverizada, desorganizada y cuasi invisible; y c).-a la continuidad de la acción de estructuras de poder no democráticas.
Caciques, caudillos y dictaduras:
En muchas de las ocasiones, los caciques notables se han constituido en ilustres y trascendentes arquitectos eficientes de la construcción de las más feroces reconocidas dictaduras políticas, de izquierda o derecha.
Hoy en día, por ejemplo, los campos del crimen organizado (con la complicidad de adentro y fuera del sistema político), han logrado erigir en la República la más espectacular y encarnizada dictadura violenta de la que se tenga memoria, y que ha colocado a la sociedad con profunda vulnerabilidad en medio del fuego cruzado de policías y ladrones.
Los caciques y su tradición en Zacatecas:
Los caciques son por su naturaleza y vocación hegemónica patrimonialista, una antítesis que se opone al avance de los esquemas de ejercicio democrático del poder político. En Zacatecas la tradición caciquil se remota a siglos de prácticas.
Dos ejemplos lo demuestran: a finales del siglo XIX, Jesús Aréchiga se mantiene como gobernador por casi 20 años continuos en el poder, con la anuencia y respaldo de la dictadura de Porfirio Díaz.
En el siglo XX, Leobardo Reinoso reencarna al prototipo del cacique longevo, quien formalmente gobierna a Zacatecas de 1944 a 1950, pero cuyo poder de influencia y presencia política se prolonga por más de 30 años.
Cómo hacer entonces para avanzar a una sociedad más democrática, con más justicia y niveles de bienestar, sino es por conducto de la presencia organizada de la energía de la sociedad civil y la creación cultural de diques que contengan la acción de figuras tradicionales del poder, como el representado por los caciques periféricos.
* Docente