Breves Recetas de Economía. Sin equilibrios, no hay igualdad posible
JAVIER LARA CABALLERO
En su obra más reciente, el famosos economista Francés Thomas Piketty, nos conduce a través de los últimos doscientos cincuenta años, haciéndonos notar que el mayor problema que limita el bienestar en el mundo no es la carencia de las cosas, ni los fenómenos naturales, ni la sobrepoblación. El problema en realidad es “la desigualdad”.
En pocas palabras, muchos tienen poco y pocos tienen mucho. Muchos no tienen ni lo mínimo para lograr el bienestar y pocos tienen tanto que no se lo alcanzarían jamás a gastar.
Y si bien es cierto que, en los últimos hemos logrado una mínima evolución hacia una mayor igualdad social, económica y política, y ello ha sido posible a través del desarrollo de algunos mecanismos institucionales concretos como la igualdad jurídica, el sufragio universal, la educación gratuita y obligatoria, la fiscalidad progresiva, el acceso universal a la salud, la libertad de prensa, el derecho internacional, falta un montón para equilibrar las cosas.
Lo negativo de todo ello ha sido que el desarrollo en el mundo no ha sido uniforme, es decir, mientras en algunos países se han dado logros significativos en la materia, en algunos otros, sus gobernantes -desde los populistas hasta los dictadores-, han ocasionado retrocesos que no hacen más que acentuar las desigualdades y crear una fragilidad mundial, situaciones precarias que hacen casi imposible que en el contexto actual podamos creer que podremos seguir avanzando hacia la igualdad.
Fue Juan Jacobo Rousseau tal vez el primer gran intelectual que se atrevió a denunciar que la desigualdad se potenció a partir del marco jurídico que normalizó la propiedad privada. Posteriormente Marx es más específico al aseverar que el problema en sí no era el de la propiedad privada, si no la desmedida diferencia entre las ganancias que producía la combinación de los factores de la producción y la parte que de ella recibían los trabajadores.
Así, a través de los años, las diferentes escuelas de pensamiento económico fueron tratando de explicar desde sus particulares puntos de vista, el origen y las consecuencias de la desigualdad social. El mismo Thomas Piketty lo resume de una manera muy sencilla: la desigualdad es ante todo una construcción social, histórica y política. En otras palabras “para un mismo nivel de desarrollo tecnológico o económico, existen siempre muchas formas de organizar un régimen de propiedad, un sistema fiscal, político o educativo, mucho más en un mundo globalizado en el que vivimos y dependiendo de los equilibrios de poder entre los diferentes grupos sociales y las visiones de quien se encuentre al frente de cada país es como la desigualdad tenderá a crecer o a disminuirse.
Si algo importante podemos rescatar de las palabras de uno de los grandes economistas es que, más allá de los fantasmas que siempre nos persiguen, es fundamental que rescatemos la práctica de los equilibrios en todos los sentidos, porque la concentración del poder y de la toma de decisiones, nos ha enseñado históricamente que nunca tiene un final feliz, por más recursos, buena voluntad y disposición del pueblo, sin equilibrios, será imposible pensar en la igualdad.